El calendario marca cada 9 de agosto como el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, instituido en 1994 por la Asamblea General de la ONU.
Una fecha conmemorativa, sí, pero también una ocasión que, bien asumida, se convierte en termómetro de la política pública: revela si los gobiernos limitan su compromiso a un discurso o si, de verdad, lo encarnan en acciones.
En Tabasco, y en particular en el municipio de Centro, la conmemoración no fue un acto protocolario más. Lo que ocurrió en Buenavista Primera Sección, encabezado por la alcaldesa Yolanda Osuna Huerta, ofrece una lectura política y social de mayor calado.
Conmemoramos el Día Internacional de los Pueblos Indígenas en el corazón de la zona Yokot’an de Centro. Fue un encuentro emotivo, en el Parque de la Ra. en Buenavista 1ra. sección de Villa Tamulté de las Sabanas. Compartimos la mañana con artesanas, cocineras tradicionales,… pic.twitter.com/Ym7YpUsomB
— Yolanda Osuna Huerta (@YolandaOsunaH) August 16, 2025
MÁS QUE UNA EFEMÉRIDE
El acto —con talleres para 300 mujeres y hombres de la zona yokot’an, un torneo relámpago de fútbol y la recreación de la Danza del Caballito— tuvo la fuerza de un símbolo: el municipio llevó la conmemoración al corazón mismo del territorio indígena, no al salón de un edificio público.
En ese gesto reside un mensaje de fondo: la memoria de los pueblos originarios no se honra a distancia ni desde los escritorios, sino desde el contacto directo, desde el espacio donde pervive la lengua, la música y el arte de las comunidades.
El valor de la jornada radica en que coincidió con el propósito que dio origen a esta fecha internacional: reconocer y visibilizar la riqueza cultural y lingüística de los pueblos indígenas, al mismo tiempo que se llama la atención sobre las inequidades que enfrentan.
La presidenta municipal lo resumió con precisión: “Esta danza es mucho más que una expresión artística, es la memoria viva de un pueblo que con dignidad y firmeza se niega a ser olvidado”. Con esa frase, Osuna trazó la frontera entre la retórica hueca y la acción con sentido.




DERECHOS E INCLUSIÓN
El 9 de agosto, recordemos, no sólo es celebración cultural. Es también una plataforma internacional para demandar el respeto a derechos humanos: educación, salud, preservación de territorios, lenguas y saberes ancestrales.
Cuando el Ayuntamiento de Centro respalda talleres de corte, confección, bordados, gastronomía o expresión oral en lengua yokot’an, está enviando una señal de política pública: las comunidades no deben elegir entre identidad y dignidad, pueden y deben vivir con ambas.
En México, y particularmente en Tabasco, la celebración adquiere matices especiales. Aquí, las expresiones culturales vinculadas al cacao, las artesanías de palma o el canto ancestral chontal, son huellas vivas de la historia regional.
En ese contexto, el municipio de Centro ha hecho de la conmemoración un escenario de visibilidad y orgullo.
El contraste es evidente: donde otros ayuntamientos reducen la fecha a comunicados, Centro la convierte en encuentro comunitario. El efecto es doble: empodera a las comunidades y fortalece la identidad local.
PUNTO POR PUNTO | Importancia local de la conmemoración
- Fortalece identidad cultural: rescate de lengua y tradiciones.
- Empodera comunidades: talleres y apoyos productivos.
- Visibiliza la diversidad: actos en el corazón de la zona indígena.
- Refuerza la gobernabilidad: legitimidad desde la inclusión.
POLÍTICA DESDE ABAJO
La estrategia del Ayuntamiento no es accidental. Desde 2022, Yolanda Osuna trasladó la celebración al territorio indígena. La apuesta ha sido clara: política pública con sentido social no es diseñar programas en oficinas, sino escuchando y acompañando a la comunidad.
Ese enfoque se enlaza con una lección internacional: la inclusión política y justicia histórica sólo se conquistan si las instituciones reconocen a los pueblos indígenas como actores plenos de la democracia.
La creación de la Defensoría Pública Electoral en 2016, por ejemplo, fue un paso a nivel federal. En Tabasco, la decisión municipal de Osuna Huerta apunta en la misma dirección, en su escala local.
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LA OTRA LECTURA
El gesto de la alcaldesa también puede leerse en clave política: legitimidad y gobernabilidad se construyen hoy en el terreno simbólico de la inclusión. En un estado marcado por tensiones sociales y desigualdades históricas, la capacidad de un gobierno local para abrazar la diversidad se vuelve capital político.
Yolanda Osuna lo entendió. Al reconocer a artesanas, cocineras, madres y jóvenes que preservan la lengua y la cultura, no sólo rindió homenaje, construyó confianza pública y reforzó cohesión social.
La enseñanza de este 9 de agosto es clara: el verdadero homenaje no se limita a una fecha, sino a una práctica sostenida. El Día Internacional de los Pueblos Indígenas funciona como recordatorio de que el Estado —desde sus distintos niveles— tiene el deber de no dejar a nadie atrás.
En Buenavista, el eco de los tambores y la Danza del Caballito no fue mero folclor. Fue el pulso vivo de un municipio que entiende que su diversidad es también su fortaleza.
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