Así Lo Dijo El Tabasqueño | Unidad huérfana | Héctor I. Tapia

Escuché este lunes a la Presidenta Sheinbaum reconocer que en Morena hay diferencias, y que eso está bien. Que no hay división. Y pienso: definitivamente ya no es el mismo partido de cuando AMLO estaba al mando. Antes, todo giraba en torno a su voz; hoy, Sheinbaum administra las broncas internas y deja que se vean.

El problema no es que haya corrientes, sino que algunas están probando los límites de la «justa medianía». Lo de Andy López Beltrán en Japón, lo de Monreal, Haces y otros en hoteles de lujo… no son simples vacaciones: es un mensaje sobre hasta dónde sienten que deben cumplir lo que predican.

Con AMLO, esas escenas se cortaban rápido, aunque fuera con un regaño. Sheinbaum no hace eso: no se pone de «jefa moral», más bien deja que quede claro quién es quién.

Claro, eso tiene su riesgo: Morena nació para representar a la gente que vive con lo justo, y ahora debe convivir con dirigentes que, cuando no están en campaña, viven como cualquier político más.

Morena no está rota, pero se está viendo al espejo. Y el reflejo incomoda. La pregunta no es si aguanta sin AMLO…. sino si aguanta con esa imagen de pedir austeridad, mientras algunos de sus líderes viajan y brindan en business class.