La Flor Tabasco 2025 da la bienvenida a visitantes en Punto México.

Tabasco despierta en Polanco: el edén llega a Punto México

CDMX.— En el mundo de la cultura y el turismo, hay momentos en que un territorio decide hablar con la fuerza de su identidad. Eso ocurrió esta semana, cuando Tabasco se plantó en el corazón de Polanco para recordarle a México que su esencia va más allá del petróleo o la política: es arte, color, selva, cacao y memoria.

Bajo el sello “Origen Tabasco”, el gobernador Javier May Rodríguez inauguró la exposición “Tabasco en Punto México”, una apuesta por reposicionar al estado desde su riqueza cultural y su músculo creativo.

Más que una exhibición, lo que May llevó a la capital fue una declaración simbólica: el Edén mexicano ya no quiere ser sólo el telón húmedo del sureste, sino el rostro de un renacimiento turístico con narrativa propia.

Durante todo octubre, el espacio de la Secretaría de Turismo federal se convertirá en un escaparate donde convergen más de 7 mil artículos locales, 50 emprendedores, 31 artesanas y una misión clara: hacer de Tabasco un destino de experiencia, no de paso.

LA IDENTIDAD COMO EJE DE DESARROLLO

Angie Martoccio lo definiría así: lo que ocurre con esta exposición no es sólo promoción turística, sino una curaduría de identidad. En tiempos donde los territorios compiten por atención, May apostó por el poder simbólico de lo artesanal. Cacao, barro, textiles y bordados se presentan no como mercancía, sino como portadores de una memoria viva.

Aquí abrimos las puertas del Edén”, dijo el gobernador, consciente del peso de la metáfora. En el fondo, su mensaje político-cultural apunta a un mismo sitio: revalorizar lo local, lo hecho a mano, lo nacido de la tierra.

Porque detrás de cada pieza hay una historia de resistencia frente al olvido y una oportunidad de mercado para comunidades que durante años permanecieron invisibles.

El gobernador Javier May y Katia Ornelas inauguran “Tabasco en Punto México”.

UN ESCENARIO QUE MUEVE LA AGUJA

El recinto de Punto México, en Masaryk y Hegel, no fue elegido al azar. Es el escaparate nacional por excelencia para las entidades que buscan reposicionar su marca turística.

Ahí, donde convergen visitantes nacionales y extranjeros, Tabasco desplegó su carta de presentación con tamborileros, cacao espumoso y el brillo de María Fernanda Palma Miramontes, Flor Tabasco 2025, como emblema de juventud y tradición.

La escena no fue sólo estética: fue estratégica. La Secretaría de Turismo federal, encabezada por Josefina Rodríguez Zamora, reconoció que el estado está emergiendo como un nuevo polo turístico del sureste, no únicamente por su biodiversidad, sino por su oferta cultural y gastronómica.

Rodríguez subrayó algo que pasó desapercibido entre flashes: “Tabasco es un referente turístico, no solo político o económico”. Esa frase condensa el giro de fondo.

LA TRANSFORMACIÓN DEL PAISAJE CULTURAL

Para Katia Ornelas Gil, titular estatal de Turismo y Desarrollo Económico, esta exposición es un espejo de una nueva visión de desarrollo: turismo sostenible, identidad y diversificación. No se trata de vender postales, sino de construir una economía que abrace sus raíces.

El dato lo respalda: el turismo ya aporta el 4.8% del PIB tabasqueño, con crecimiento sostenido desde 2023. En un contexto donde la infraestructura se renueva y la conectividad mejora con obras federales, la narrativa de May busca algo más que atraer visitantes: quiere reposicionar al estado como destino de futuro.

De ahí su llamado a los festivales que vienen: el Cultural Ceiba (17–19 de octubre) y el Festival del Chocolate (13–16 de noviembre), dos eventos que completan el calendario de una nueva diplomacia cultural tabasqueña.

EL ARTE DE PROMOVER SIN DECIR “PROMOCIÓN”

Martoccio, desde su experiencia en la cobertura de fenómenos culturales, diría que lo fascinante de “Tabasco en Punto México” es su capacidad para convertir la política en cultura y la cultura en política.

Hay una inteligencia curatorial detrás: el barro se moldea frente al público; el cacao se transforma en chocolate; el bordado revive en vivo. No es casual: son metáforas del renacimiento de un estado que se reconstruye tras años de rezago institucional.

La apuesta también tiene un componente social. Cada taller, cada degustación, cada vitrina, genera visibilidad económica directa para productores locales. No hay discursos, hay experiencias.

En el fondo, la muestra habla de autonomía creativa: el poder de las manos frente a la lógica de los contratos públicos.

El mensaje es claro: Tabasco se cuenta a sí mismo. Lo hace con aroma a cacao, con música de tambor y con la dignidad de quienes saben que el turismo no sólo es vitrina, sino una posibilidad de redistribución real.

ENTRE EL PASADO Y EL FUTURO

Cuando May recordó que la Quinta Grijalva —antigua casa de gobierno— ahora es un Centro Cultural abierto al público, lo que en realidad enunciaba era una metáfora de su gestión: abrir los muros del poder para convertirlos en espacios comunes.

Josefina Rodríguez lo celebró públicamente, reconociendo que esa transformación simboliza un cambio de época en Tabasco: del encierro político al acceso ciudadano.

Por eso, “Tabasco en Punto México” no es sólo una exposición: es una puesta en escena del nuevo relato tabasqueño. Un relato que combina naturaleza y orgullo, cacao y política, artesanía y desarrollo.

Y si algo define la mirada de Angie Martoccio, es precisamente eso: entender cuándo un acto cultural trasciende el protocolo y se convierte en mensaje de país.

Este octubre, Tabasco no solo llegó al corazón de Polanco; le recordó a México que el sur también sabe contar su historia con elegancia, sin pedir permiso y con tambor propio.

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