HUIMANGUILLO.— El camino a Las Flores, en la sierra de Huimanguillo, parece interminable. Una carretera angosta, custodiada por cerros y árboles que casi se tocan, conduce a una comunidad donde el tiempo se mide por la distancia al hospital más cercano.
Aquí, entre las sombras verdes de La Pava y Pelón, llegó el gobernador Javier May Rodríguez con una noticia que la gente esperaba desde generaciones atrás: una ambulancia nueva para atender emergencias que antes se resolvían con rezos o improvisados traslados en camioneta.
La jornada no fue sólo una entrega oficial. Fue una escena de reconocimiento mutuo entre un gobierno que baja al territorio y una comunidad que por fin se siente escuchada.
En medio del polvo y el calor húmedo de la sierra, el gobernador encabezó una nueva edición del programa de atención al pueblo, acompañado por la alcaldesa Mari Luz Velázquez Jiménez, el secretario de Salud Alejandro Calderón Alipi y la delegada Deysi Sánchez Ocelo.

LA LLEGADA
El sonido de las sirenas —nuevo y casi extraño— marcó el inicio de la ceremonia. Los niños corrieron detrás del vehículo blanco con franja roja, curiosos de ver por primera vez una ambulancia equipada con camilla, collarines, instrumental quirúrgico y sillas de traslado.
La gente la miraba como quien observa un milagro mecánico que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.
“A veces el tiempo cuenta mucho para salvar una vida”, dijo el gobernador mientras entregaba las llaves del vehículo a las autoridades locales. Hablaba de lo que todos saben y pocos pueden cambiar: en la sierra, un accidente o una complicación médica puede ser cuestión de horas sin auxilio.
“Estos minutos que ahora se ganan pueden ser la diferencia para llegar a tiempo”, remarcó.
El aplauso fue largo y genuino. No era un acto de protocolo, sino una descarga de alivio. En Las Flores —rodeada de cascadas que forman parte del corredor turístico Agua Selva—, la atención médica había sido un lujo distante.
La nueva ambulancia, otorgada a través del Instituto de la Beneficencia Pública del Estado, representa para muchos el primer contacto real con un sistema de salud que ahora los incluye.
Para reforzar nuestro compromiso con la salud del pueblo de Huimanguillo, entregamos, en compañía de la Alcaldesa @Mariluz_vlz, una moderna ambulancia en el Centro Integrador Las Flores, que dará servicio a 12 localidades. pic.twitter.com/xf9lcqbM5k
— JAVIER MAY (@TabascoJavier) October 24, 2025
VOCES DE LA SIERRA
Deysi Sánchez, delegada municipal, habló con voz firme: “Por primera vez, un gobernador sube hasta aquí, con su gente, con su gabinete, con soluciones reales.” Su frase resonó en el aire húmedo como eco de algo más profundo: el sentimiento de pertenencia.
A su lado, la directora del Instituto, Diana Laura Rodríguez Morales, sostuvo que la unidad “significa traslado seguro, atención oportuna y esperanza tangible para las familias”.
Recordó que pronto entregarán más de mil aparatos auditivos gratuitos en todo el estado, como parte de una política pública que busca justicia social, no caridad.
Y mientras el acto avanzaba, un hombre de la comunidad murmuró: “Antes, cuando alguien se enfermaba de noche, sólo nos quedaba esperar al amanecer”.






HUIMANGUILLO SE MUEVE
El evento en Las Flores fue también una parada dentro de una agenda más amplia: la ruta de desarrollo que el Gobierno de Territorio lleva en marcha en el municipio. Este año, Huimanguillo ha recibido más de 180 millones de pesos en obra pública, que sumados a la inversión en el Cefereso, superan los 440 millones. Es dinero que no sólo pavimenta caminos o levanta muros, sino que pone a circular esperanza y empleo.
Se construyen 1,600 acciones de vivienda, de las cuales 250 provienen de recursos estatales y 1,350 del Gobierno Federal a través del Infonavit y Conavi. La alcaldesa Mari Luz Velázquez lo resumió así: “Nunca antes un gobernador vino hasta aquí con todo su gabinete. Hoy Huimanguillo vuelve a ser parte de Tabasco.”
En cada frase se adivinaba la mezcla de orgullo y asombro que deja la presencia del poder público en territorio olvidado. Y en el rostro de May, ese gesto silencioso de quien sabe que la política sólo tiene sentido cuando pisa tierra.
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LA JORNADA
No hubo alfombra roja ni aire acondicionado. Había carpas, sillas de plástico y un escenario improvisado frente a una cancha. Ahí, servidores públicos escucharon peticiones, revisaron documentos, entregaron apoyos.
La atmósfera era la de un gobierno itinerante, una administración que —como dijo un vecino— “no espera a que lo busquen, sino que llega antes.”
A la sombra de los árboles, los médicos del sector salud revisaban presión arterial y glucosa; otros hacían estudios de vista. En una esquina, una cuadrilla ajustaba una bomba de agua.
En otra, un grupo de mujeres entregaba alimentos. Todo ocurría al mismo tiempo, como si la maquinaria del Estado hubiera bajado del mapa para ocupar un día en la vida real de la gente.
EL MENSAJE
El gobernador no improvisó discursos grandilocuentes. Habló de hechos. Recordó que en breve se concluirá el Hospital General de Cárdenas, y que el objetivo es que nadie en Tabasco tenga que viajar horas para recibir atención médica. “Gobernar no es prometer, es resolver”, dijo al cerrar su intervención.
Esa frase, sencilla y sin adornos, quedó flotando entre las montañas. Era una síntesis del nuevo estilo que define a su administración: menos anuncios, más territorio.
UN DÍA DISTINTO EN LA SIERRA
Al final de la jornada, cuando los camiones de las dependencias comenzaban a salir, el paisaje quedó distinto. En la cancha aún quedaban huellas de llantas, papeles y risas. Pero también una sensación nueva: la de haber sido vistos.
Para los habitantes de Las Flores, esa ambulancia no es sólo un vehículo. Es una promesa sobre ruedas, una garantía de que el Estado puede llegar incluso donde la señal del celular no entra.
La gente despidió al convoy con aplausos y saludos, mientras el eco del motor se perdía entre los cerros. Algunos levantaron el pulgar, otros hicieron la señal de la cruz. En ese gesto mínimo cabía la certeza de que algo cambió.
El polvo volvió a levantarse sobre la carretera, pero ya no con el mismo silencio de antes.
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