En tiempos en que la política suele quedarse en la palabra, la inclusión se vuelve verdadera cuando la acción se hace visible. En Villahermosa, esa visibilidad tomó forma concreta: 21 bastones blancos entregados a universitarios con discapacidad visual, símbolo mundial de autonomía y dignidad.
Pero el acto encabezado por Yolanda Osuna Huerta no fue un simple protocolo municipal; fue una escena que revela cómo un gobierno local puede traducir la empatía en política pública.
La Jornada Internacional Académica y Civil “Autonomía, Inclusión y Conciencia Social”, organizada entre la UJAT y el Sistema DIF Centro, marcó un punto de inflexión en la manera en que el municipio entiende la accesibilidad.
No se trató de discursos —aunque los hubo—, sino de una pedagogía del ejemplo: universidad, gobierno y sociedad civil en una misma mesa, hablando el lenguaje de la inclusión.

UN SÍMBOLO QUE CAMBIÓ AL MUNDO
El bastón blanco, hoy emblema universal de la independencia para personas con discapacidad visual, nació en 1930 en Peoria, Illinois, cuando un fotógrafo ciego llamado James Biggs pintó su bastón de blanco para hacerlo visible al tránsito. El gesto se replicó en Europa, donde en Francia, la Asociación de Ciegos de París institucionalizó su uso como herramienta de orientación y seguridad.
En 1969, las Naciones Unidas adoptaron el 15 de octubre como Día Internacional del Bastón Blanco, reconociendo su valor simbólico: un instrumento de libertad que permite “ver” con el oído, el tacto y la memoria.
En México, su uso se formalizó en los años setenta con programas de educación especial y la apertura de escuelas de rehabilitación visual. Hoy, su entrega representa mucho más que un apoyo físico: es un acto de restitución de derechos y visibilidad social.
Por eso, en el Centro Internacional de Vinculación y Enseñanza de la UJAT, el evento encabezado por Osuna Huerta adquirió un peso simbólico especial. Al entregar 21 bastones, el municipio reconoció no sólo una necesidad, sino una deuda histórica.
En el marco del “Día Internacional del Bastón Blanco”, pusimos en marcha una jornada académica y civil para reflexionar sobre la importancia de la autonomía, la inclusión y la conciencia social. Este evento, realizado en alianza con la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco,… pic.twitter.com/wzhf44z5bW
— Yolanda Osuna Huerta (@YolandaOsunaH) October 15, 2025
ACADEMIA Y EMPATÍA: UNA ALIANZA QUE TRASCIENDE
Acompañada del rector Guillermo Narváez Osorio, la alcaldesa planteó una idea potente: la autonomía personal no es un favor, es un derecho. Y detrás de esa frase hay una estructura política y moral: un gobierno que coloca a la persona en el centro, que concibe la accesibilidad como un componente de justicia y no como una política asistencialista.
El rector Narváez subrayó que esta jornada “va más allá de lo académico”. Tenía razón. La iniciativa se transformó en un laboratorio social de empatía, donde estudiantes, docentes y voluntarios experimentaron la vida desde el otro lado del bastón: con los ojos cerrados, guiados por el sonido y la intuición.
Con el acompañamiento del director del DIF Centro, Daniel Cubero Cabrales, y la presencia de José Antonio Morales Notario, presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, la jornada reafirmó una premisa: la inclusión deja de ser discurso cuando involucra a todos los sectores.
Telma Leticia Ruiz Becerra, directora de la División Académica de Educación y Artes, lo resumió con una frase lúcida: la verdadera inclusión ocurre cuando la sociedad se adapta a las personas, y no al revés.


LO QUE ESTÁ CAMBIANDO
Villahermosa ha sido históricamente una ciudad difícil para las personas con discapacidad visual: banquetas rotas, semáforos sin sonido, transporte sin accesibilidad. Pero la actual administración ha comenzado a reconstruir ese mapa urbano desde la sensibilidad. La incorporación de materiales en sistema Braille, en programas municipales y espacios culturales, marca un punto de partida hacia una cultura de inclusión.
No es casual que esta jornada se enmarcara en el Día Internacional del Bastón Blanco. En ese contexto, la entrega no fue una dádiva, sino una restitución: el reconocimiento de un derecho largamente postergado.
Para Yolanda Osuna, la inclusión no es un eje accesorio del gobierno, sino su principio rector. Esa narrativa se ha vuelto constante en su administración: desde el impulso a mujeres emprendedoras hasta los programas de movilidad y cultura accesible. Lo que antes parecía retórica, hoy comienza a volverse política pública.
LA POLÍTICA DEL DETALLE
En política urbana, los grandes cambios no siempre nacen de megaproyectos, sino de decisiones aparentemente pequeñas que transforman la vida cotidiana. Este acto lo demuestra: 21 bastones blancos pueden significar 21 vidas más autónomas, más visibles, más libres.
El reconocimiento público a Mayra Patricia González Balboa, beneficiaria del programa, cerró con un eco emocional el evento: “La inclusión aquí se siente, no se promete”. En esa frase —sencilla pero reveladora— se condensa el sentido de toda la jornada.
El desafío, ahora, será sostener la coherencia. Que el discurso de accesibilidad se convierta en política transversal: en obras, en transporte, en educación, en cultura. Porque la inclusión no se decreta, se construye cada día en la calle, en la escuela y en la mirada de quien empieza a ser visto.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Haz clic aquí

