Claudia Sheinbaum recibió respaldo institucional tras ser acusada falsamente de incitar protestas migrantes. Gobernadores, legisladores y diplomáticos desmienten narrativa promovida por la oposición.

Arropan gobernadores y legisladores a Sheinbaum tras conflicto con EU, provocado por falsedades de oposición

En la política, a veces la verdad no importa tanto como la oportunidad de sembrar una versión. La acusación lanzada por la secretaria de Seguridad de Estados Unidos, Kristi Noem, contra la presidenta Claudia Sheinbaum —acusándola de incitar protestas violentas de migrantes en Los Ángeles— fue inmediatamente amplificada por sectores de la oposición mexicana.

Desde tribunas, redes sociales y medios, se tejió una narrativa que no tuvo sustento, pero sí intención: vincular a la presidenta con una protesta que ni promovió ni respaldó, y convertir una frase sobre cabildeo pacífico en un llamado a la insurrección.
Lo que siguió fue una escena reveladora del momento político que vive el país.

ESCALADA EN EL CONGRESO

La Comisión Permanente del Congreso se convirtió en campo de batalla. Mientras senadores y diputados de la 4T acusaban al PRI y al PAN de usar la tragedia migrante para golpear políticamente, los opositores sostenían —sin pruebas— que Sheinbaum sí había convocado a movilizaciones públicas en EU.

El tono se elevó. Se lanzaron acusaciones de “traición a la patria” y se culpó incluso a Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, de “dinamitar” la política exterior tras enfrentarse con el senador republicano Eric Schmitt en redes.

Según el PRI, esa tensión elevó el impuesto a las remesas del 3.5% al 5%, sin que exista confirmación de ello en el Congreso estadounidense.

Noroña abandonó la presidencia de la sesión, bajó a tribuna y acusó a la oposición de ser “una oposición traidora al pueblo”. Ratificó que seguirá al frente del Senado “les guste o no les guste”, y más tarde, en un giro de tono, ofreció su mano al diálogo a los cien senadores estadounidenses.

RESPALDO INSTITUCIONAL Y CIERRE DE FILAS

Frente a la embestida, la Conago —que agrupa a 31 gobernadoras y gobernadores— emitió un mensaje de respaldo unánime. Afirmó que Sheinbaum “nunca ha llamado a protestas violentas” y ha defendido el diálogo y la legalidad como herramientas para resolver diferencias.

Ricardo Monreal, coordinador de Morena en San Lázaro, calificó de “desafortunada, falsa y desmesurada” la acusación de Noem. Afirmó que la presidenta no es injerencista, respeta la soberanía y ha actuado con prudencia.

Legisladores del oficialismo aclararon que ni el Gobierno ni su movimiento promueven movilización alguna en Los Ángeles y que condenan toda forma de violencia.

Además, Morena anunció que presentará ante el Congreso de EE.UU. y organismos internacionales de derechos humanos un pronunciamiento contra los abusos cometidos durante redadas migratorias.

EL FONDO DE LA MANIOBRA

En Palacio Nacional no pasó desapercibido que la crisis se detonó desde redes sociales y espacios de opinión donde se tergiversó deliberadamente una declaración de Sheinbaum hecha semanas antes.

En ella, la mandataria había llamado a acciones legales y cabildeo legislativo contra un eventual impuesto a las remesas. La oposición recortó el contexto, viralizó la frase y la presentó como un llamado a la calle.

Fue una operación política que aprovechó el clima electoral estadounidense y la presión migratoria para sembrar la idea de un intervencionismo mexicano.
Detrás de la maniobra está, como suele pasar, una intención: debilitar a la presidenta en los primeros meses de su gestión.

TENSIÓN DIPLOMÁTICA Y PRESIONES VELADAS

En ese mismo clima, el subsecretario de Estado Christopher Landau visitó Palacio Nacional. Su reunión fue preparatoria del encuentro con Marco Rubio, el influyente senador y operador republicano, quien asistirá a la cumbre del G-7 en Canadá, donde podría sostenerse un diálogo entre Donald Trump y Claudia Sheinbaum.

El trasfondo es espinoso. Circularon versiones —sin pruebas ni fuentes claras— sobre listas de figuras de la 4T susceptibles de extradición, atribuidas a presunta presión del gobierno estadounidense.

La embajada de EE.UU. en México desmintió una de esas listas, y la SRE también negó su autenticidad. Pero el hecho de que hayan tenido que pronunciarse muestra la intensidad del momento.

Desde hace semanas, sectores conservadores en EE.UU. buscan endurecer la agenda bilateral en temas como seguridad, migración y combate al narco, y en algunos círculos diplomáticos se interpreta la embestida contra Sheinbaum como un mensaje indirecto, una forma de presión temprana.

LEER ENTRE LÍNEAS

Lo que está ocurriendo no es solo una disputa por lo que se dijo o no se dijo. Es la construcción de un relato que busca presentar a Sheinbaum como un factor de desestabilización internacional.

La estrategia de la mandataria, por ahora, ha sido firme pero sobria: desmentir, explicar, sumar respaldo institucional y sostener la vía diplomática. No responder con estridencia, pero tampoco ceder terreno. Apostar al diálogo sin dejar impune la mentira.

En su discurso, hay un mensaje político más profundo: la crisis migratoria no puede ser usada como arma electoral ni como pretexto para dividir a México, y mucho menos para aislar a su presidenta.

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