Javier May y habitantes de Balancán celebran juntos obras y programas de bienestar comunitario.

Crónica | El día que El Arenal y Leona Vicario se vistieron de futuro

BALANCÁN.— Al entrar al poblado El Arenal, en Balancán, todavía se asoman los eucaliptos sembrados en los años noventa. Hoy esas copas verdes conviven con una estampa distinta: un parque recién inaugurado, con luminarias nuevas, juegos infantiles brillando bajo el sol y una cancha techada que parece hecha para resistir tormentas y fiestas por igual.

Hasta ahí llegó Javier May Rodríguez, gobernador de Tabasco, acompañado de la alcaldesa Beatriz Castañón Félix. No hubo ceremonia solemne ni discursos huecos: hubo caminata, hubo saludo, hubo gente formada para pedir lo suyo. Era la Jornada de Atención al Pueblo en Territorio, como le llama su gobierno a este ejercicio donde se abren stands, se ofrecen consultas médicas y se escuchan peticiones cara a cara.

Fernando Landero, estudiante de secundaria, miraba incrédulo la transformación. “Lo que había era muy rústico, el kiosco apenas servía para festivales, el piso estaba tan feo que hasta daba miedo. Ahora sí hay dónde jugar y sentarse”, dijo.

La obra municipal incluyó andadores, guarniciones, rampas, cafetería, palapas y hasta nuevos transformadores para reforzar la luz. Costó 5.7 millones de pesos, pero la inversión, decían los vecinos, se sentía más en dignidad que en cemento.

ENTRE NORMALISTAS Y BACHILLERES

En medio del bullicio, un grupo de normalistas de Balancán abordó al mandatario. Le pidieron apoyo para viajar a prácticas foráneas y estudiar el método Freinet. May los llevó hasta un módulo y ahí les confirmó respaldo. Daniela Martínez, una de ellas, resumió el sentimiento: “Nos vamos satisfechas porque no pensábamos que nos fuera a ayudar tanto”.

No fueron las únicas. Otro grupo de bachilleres, que meses atrás había terminado la secundaria, se acercó a solicitar techo para su antigua escuela. El gobernador, sin rodeos, llamó a ingenieros de Obras Públicas para que acompañaran a los jóvenes a revisar la viabilidad. El gesto arrancó brincos de emoción.

Mientras tanto, bajo otro pabellón, el nonagenario Miguel Qué recibía su certificado de secundaria. “Me tardé porque mi esposa se enfermó, pero aquí estoy. Este programa nos hace sentir útiles”, dijo agradecido, como ejemplo vivo de la Estrategia Nacional de Alfabetización que en Tabasco ya alcanza al 80% de su meta.

El propio gobernador lo felicitó, destacando que “no hay mejor herencia que el estudio”. La frase se volvió eco entre los presentes, como un recordatorio de que la educación, más que promesa, debía convertirse en costumbre.

TRES AULAS, ONCE AÑOS DE ESPERA

La caravana siguió al ejido Leona Vicario, donde el Telebachillerato Comunitario Número 12 estrenaba tres aulas nuevas, sanitarios y oficinas. Fueron once años de dar clases en salones prestados. La directora, Guadalupe López, recordó que cuando May era candidato, prometió resolverlo. “Hoy nos cumple, y los alumnos ya no tendrán que andar errantes”, dijo.

La inversión, de 2.7 millones de pesos, significaba más que muros: era el primer hogar estable de un plantel que había sobrevivido gracias a la paciencia de maestros y padres. Los 38 alumnos celebraron con fotos y aplausos.

La gira concluyó en la colonia Niños Héroes, en la cabecera municipal, donde se inauguró la pavimentación con concreto hidráulico de más de mil metros cuadrados en la calle Juan de la Barrera. Una obra de 2.1 millones de pesos que beneficiará a más de 13 mil habitantes.

Para May, estos proyectos son parte de una ruta clara: “Con el mismo presupuesto hemos hecho más, porque no se roba ni se desvía un peso”. El mensaje, repetido en varias paradas, buscaba dejar claro que la transformación de Tabasco no se mide solo en cifras, sino en confianza recuperada.

LA JORNADA QUE SEMBRÓ RAÍCES

En cada punto, el gobernador insistió en la próxima Jornada Estatal de Reforestación del 12 de octubre, donde se plantarán 2.4 millones de árboles en un solo día. “Será simultánea en todo Tabasco. No vamos a acabar ese día, pero vamos a empezar juntos”, dijo.

La metáfora no pasó desapercibida. Así como en los noventa los eucaliptos marcaron la entrada de El Arenal, ahora se busca que las nuevas generaciones de árboles acompañen a un Tabasco que quiere crecer distinto.

El valor de la jornada no estuvo solo en las obras, sino en el tono: un gobernador que se sienta bajo la cancha a escuchar, estudiantes que brincan al ver que su petición no cayó en saco roto, un abuelo que levanta orgulloso su certificado.

El acento de El Arenal y Leona Vicario fue claro: cuando la comunidad se organiza, la transformación no es discurso, es realidad tangible. Y en palabras de May: “No hay obstáculo que pueda detenernos si estamos juntos y juntas”.

Al despedirse, lanzó una invitación ligera pero simbólica: “Nos vemos en el Festival del Queso de Poro”. La gente respondió con risas y aplausos. Ese día, El Arenal dejó de ser solo un punto en el mapa: se convirtió en un retrato de cómo la justicia social puede aterrizar en cancha, parque y aula.

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