Mientras las campañas presidenciales se acercan a su clímax, Kamala Harris y Donald Trump intensifican su lucha por ganar el apoyo de los votantes en siete estados cruciales. Arizona, Nevada, Michigan, Carolina del Norte, Pensilvania, Wisconsin y Georgia se han convertido en el campo de batalla decisivo. Aunque representan solo una sexta parte de la población estadounidense, sus 53 millones de habitantes podrían ser quienes definan el futuro de la Casa Blanca. Las encuestas, que muestran un empate técnico, reflejan la apretada contienda entre los dos candidatos.
Harris, consciente de lo mucho que está en juego, ha optado por una estrategia agresiva al visitar bastiones republicanos para contrarrestar el discurso de Trump. Su reciente visita a Douglas, Arizona, un pequeño pueblo fronterizo tradicionalmente conservador, subraya su enfoque en los votantes indecisos y desencantados. “Aquí necesitamos muchas cosas del gobierno, pero solo vienen durante las elecciones”, comentó Rogelio Olguín, un residente que expresó su frustración con ambos candidatos, reflejando la división entre los votantes de la región.
Por su parte, Trump no ha bajado la guardia. Su presencia en estados como Wisconsin y Pensilvania refuerza su mensaje de fuerza y continuidad, mientras su campaña se enfoca en movilizar a su base electoral. Sin embargo, el exmandatario enfrenta críticas constantes por su gestión en temas como la inmigración, donde Harris ha lanzado duros ataques, acusándolo de no haber hecho lo suficiente durante su gobierno. La lucha por estos estados se ha vuelto una guerra de palabras y gestos simbólicos, como el anuncio de la campaña de Harris de desplegar una pancarta durante un partido de fútbol en Georgia, burlándose de Trump por evitar un segundo debate.
A pesar de que Harris lidera en algunas encuestas, muchas de sus ventajas están dentro del margen de error, lo que pone aún más presión en los próximos días. Ambos candidatos están agotando sus últimos recursos para captar cada voto en estos territorios clave, conscientes de que una mínima diferencia podría cambiar el resultado de las elecciones. ¿Será suficiente la estrategia de Harris de pisar terrenos conservadores? ¿O será Trump quien movilice a sus leales en los últimos días de campaña? La respuesta final se decidirá en estos estados estratégicos, donde cada discurso y cada visita pueden inclinar la balanza.