Yolanda Osuna refuerza la infraestructura de 53 escuelas en el municipio de Centro con un programa de pintura que beneficiará a cerca de 100 mil estudiantes. Una apuesta cotidiana con impacto estructural.

Un segundo hogar con dignidad: la apuesta educativa de Yolanda Osuna

En política, los grandes gestos no siempre se traducen en grandes obras. A veces, los actos más pequeños —como entregar cubetas de pintura— revelan el verdadero alcance de un gobierno.

Ese parece ser el enfoque de la alcaldesa de Centro, Yolanda Osuna Huerta, quien eligió pintar 53 escuelas en lugar de prometer aulas inteligentes o megaproyectos educativos que no llegan al aula.

La escena no busca titulares rimbombantes, pero sí cambiarle el color —literal y simbólicamente— al entorno en el que cerca de 100 mil estudiantes tabasqueños cursan su educación básica.

PINTURA Y POLÍTICA PÚBLICA

Lo que podría parecer una acción menor tiene un contexto mayor: fortalecer las condiciones de dignidad en los espacios escolares. Osuna lo dice sin retórica: “La escuela es su segundo hogar“. Y si es así, ¿por qué no asegurar que sea un espacio funcional, luminoso, habitable?

Bajo esa lógica, entregar 550 cubetas de pintura de 19 litros no es una dádiva, sino una intervención programada dentro del Plan Municipal de Desarrollo 2024–2027, que reconoce la educación como pilar del bienestar social.

La acción se inscribe en el Eje Rector 2: Municipio humanista, igualitario e impulsor del bienestar, y forma parte del Programa de Pintura para Planteles Educativos, el cual no se limita a las escuelas: también incluye Jefaturas de Sector y Supervisiones de Zona, es decir, el entramado administrativo que sostiene la operación diaria del sistema educativo en el municipio.

MÁS QUE ESTÉTICA: SIMBOLISMO Y OPERACIÓN

Que la entrega haya sido presencial, con la alcaldesa en sitio junto a la titular de la SETAB, Patricia Iparrea, directores, docentes y padres de familia, revela otro componente del gesto: legitimidad social.

No se trata solo de distribuir materiales, sino de reconocer públicamente que el mantenimiento escolar es un derecho, no una excepción.

La pintura, además, comunica. Una escuela recién pintada habla de presencia institucional, de comunidad activa, de orden. Y también de esperanza. Porque, como lo subrayó Osuna, “al pintar una escuela, también se traza un nuevo horizonte”.

No es exageración poética: para miles de niñas y niños, el color en las paredes es el telón de fondo de sus sueños escolares.

EDUCACIÓN DESDE LO COTIDIANO

En su gestión anterior, Osuna puso en marcha el programa “Pintemos nuestra segunda casa”, que benefició a escuelas con más de 18 mil alumnos. Esta continuidad revela dos cosas: compromiso sostenido y visión territorial.

No se trata de intervenir una escuela emblemática para la foto, sino de aplicar una política que alcanza a todos los rincones.

La alcaldesa también hizo una conexión explícita con el programa federal “La Escuela es Nuestra”, lo cual permite sumar esfuerzos con la Federación y optimizar recursos.

Lo relevante es que esta iniciativa municipal no depende de ciclos presupuestales nacionales, lo que le da mayor margen de ejecución.

LO ESTRUCTURAL ESTÁ EN LO SENCILLO

Aunque no se trata de una gran inversión en términos económicos, el mensaje político es fuerte: mejorar lo pequeño, sostener lo funcional, cuidar lo inmediato. Frente a la tentación de las grandes inauguraciones, Osuna apuesta por mejorar lo que ya existe. Y eso, en un país con más de 10 mil escuelas públicas en condiciones precarias, es más que una decisión estética: es una postura política.

No se habla de salones digitales ni de drones pedagógicos. Se habla de brochas, color, mantenimiento. Y eso, al menos en Tabasco, puede marcar una diferencia real. La alcaldesa lo resume así: “El verdadero cambio no nace del discurso, sino de lo cotidiano y lo concreto“.

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