MIAMI.— Anoche, mientras las luces del Hard Rock Stadium en Miami Gardens iluminaban el clímax emocional de un concierto de Coldplay, un momento inesperado sacudió la zona VIP: Lionel Messi y su esposa, Antonela Roccuzzo, fueron ovacionados como si fueran parte del espectáculo. Y quizá lo eran.
La pareja más famosa del fútbol mundial —porque no hay otra forma de decirlo— se dejó ver en uno de los momentos más íntimos de cualquier gira: el cierre. Ese momento donde la banda, el público y la ciudad se funden en un mismo latido. Chris Martin lo notó. Y no pudo callarse.
“Lio, mi hermoso hermano / Tú y tu esposa se ven muy bien…”, improvisó el vocalista de Coldplay desde el escenario, como si Messi fuera uno más de la banda. Pero no, era el futbolista número uno de todos los tiempos, como lo llamó el propio Martin frente a miles de fans que no dudaron en corear su nombre como si se tratara de una final del mundo.
Antonela, Messi y la cámara que no miente
La imagen de los Messi en el concierto fue todo lo contrario a lo que, apenas unos días antes, se volvió viral en otro show de Coldplay, esta vez en Boston. Ahí, la “kiss-cam” terminó destruyendo carreras: el CEO de una empresa tecnológica fue captado abrazando a una ejecutiva de su equipo. Ambos casados. Ambos incómodos al notar que su desliz era transmitido en vivo frente a miles.
Y sí, en el mundo de los reflectores, la cámara siempre cobra factura.
Lo interesante es que la misma banda, el mismo formato, y la misma cámara, produjeron dos historias opuestas. Mientras en Boston el escándalo creció como incendio en pastizal seco —incluso inspirando una novela digital llamada Caught on the Jumbotron—, en Miami lo que ardió fue el cariño del público hacia una pareja sólida, luminosa y admirada.
¿Y qué llevaban puestos?
Porque sí, en este universo de celebridades el vestuario también cuenta. Y Antonela Roccuzzo lo sabe. La empresaria argentina lució un conjunto negro minimalista, de esos que abrazan la silueta sin pedir permiso y dicen mucho sin necesidad de ostentar. Top sin mangas, pantalones holgados, maquillaje natural y sonrisa genuina.
Messi, por su parte, apostó por lo clásico: camisa blanca, pantalón negro y la eterna actitud de quien ya no necesita demostrar nada. En una de las fotos publicadas por Antonela en Instagram, se les ve con sus hijos, disfrutando como cualquier familia… pero sabiendo que no son cualquier familia.
El posteo recibió reacciones de medio mundo, incluyendo comentarios de la estilista Dafne Evangelista y del cantante brasileño Felipe Araújo. Porque en este universo, los likes también son aplausos.
Una gira estelar y un momento perfecto
El concierto marcó el cierre de la etapa norteamericana de la gira Music of the Spheres, un proyecto de Coldplay que ha viajado durante tres años por todo el planeta. Esta parada en Miami no era una más: era el broche emocional antes de que la banda regrese a casa, donde los espera nada menos que el estadio de Wembley con diez fechas agotadas.
Y ahí estaban Messi y Antonela, como dos cometas brillando en el cielo de un estadio. Sin esconderse. Sin escándalos. En una noche donde el balón y la música se fundieron en un mismo juego.
Análisis de farándula (pero con cariño)
Lo de anoche no fue un acto publicitario ni una estrategia de relaciones públicas. Fue, en palabras claras, un retrato perfecto de lo que significa estar en la cima sin perder el suelo. Mientras otros personajes del espectáculo se hunden con un flashazo mal puesto, los Messi siguen siendo el ejemplo de que el amor de barrio puede sostenerse en la élite del espectáculo global.
Y eso, en tiempos de amores fugaces y escándalos exprés, es casi revolucionario.
Por eso, cuando Chris Martin improvisó esos versos, no solo estaba homenajeando al mejor futbolista del mundo. Estaba también reconociendo una historia que ha sabido resistir la fama sin romperse.
Anoche, Messi no metió goles. Pero se llevó otra ovación. Esta vez, al ritmo de Coldplay.
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