El Tabasqueño Express | Morena: entre cambio y dogma | Héctor I. Tapia

La Cuarta Transformación se erige como el proyecto político más trascendental en México desde hace un siglo, un punto de inflexión que ha despertado esperanzas de justicia y equidad.

Sin embargo, como en toda empresa humana, enfrenta un riesgo interno: el peligro de embalsamar su esencia en dogmas, convirtiéndola en una iglesia antes que en un movimiento transformador.

El llamado de Federico Bonasso, músico y observador crítico del movimiento, que ha desatado crítica en las redes sociales, toca un nervio expuesto: ¿cómo cuidar lo que se ha construido sin perder la capacidad de cuestionar? Porque si algo define a la izquierda es su ADN crítico, ese impulso a señalar las contradicciones y exigir congruencia.

Callar ante decisiones regresivas o incluso conservadoras, como la defensa de la prisión preventiva oficiosa, equivale a hacerle el juego a quienes históricamente han frenado el avance de la justicia social.

UN MOVIMIENTO EN TENSIÓN

Las tensiones internas en Morena y en el movimiento más amplio de la 4T no son nuevas, pero se han intensificado en un contexto donde el pragmatismo político comienza a opacar los ideales que dieron origen a este proyecto.

Bonasso señala con agudeza cómo la militancia ha caído, en ciertos sectores, en una suerte de obediencia debida. La crítica interna se ve descalificada no por su contenido, sino por incomodar. Esto, advierte, es un error estratégico: una izquierda que estigmatiza a sus propias voces valiosas corre el riesgo de convertirse en aquello contra lo que lucha.

Desde el campo obradorista, algunos aplauden este tipo de análisis, argumentando que la autocrítica es indispensable para consolidar un cambio real. Otros, en cambio, ven en estas posturas un acto de traición o, al menos, de deslealtad. En las respuestas al artículo de Bonasso, varios usuarios en X coinciden en que el movimiento no puede permitirse sucumbir al dogmatismo ni a los personalismos.

¿CAMBIO PROFUNDO O CAMBIO ESCENOGRÁFICO?

La disyuntiva planteada por Bonasso es clara: el idealismo puede tener sus límites, pero el pragmatismo también. Si todo se reduce al cálculo político, al juego de alianzas y maniobras para retener el poder, se corre el riesgo de traicionar el espíritu de la transformación. Y ese riesgo no es menor.

Como se señala en los comentarios en redes sociales, muchos perciben que la 4T ha comenzado a justificar lo injustificable bajo el pretexto de “la causa”. Pero ¿qué causa? Morena no es la causa. La causa es la justicia en todos sus ámbitos, y su defensa exige, en ocasiones, dar batallas éticas que desafiaban incluso los intereses de corto plazo.

LA REVOLUCIÓN DE LAS CONCIENCIAS: UNA TAREA PENDIENTE

“Con alcahuetería y delación no se defiende un movimiento transformador”, dice Bonasso. Es una frase dura, pero certera. La cultura de la cerrazón, de cancelar al compañero que piensa diferente, no sólo empobrece el debate interno, sino que mina la legitimidad del movimiento.

En su lugar, se debe promover una revolución de las conciencias que fomente el pensamiento crítico, la capacidad de disentir y el compromiso con la verdad.

En el hilo de respuestas al texto de Bonasso, algunos usuarios expresaron que el movimiento necesita más “sargentitos” disciplinados, mientras que otros recordaron que los grandes avances de la izquierda han surgido precisamente de las tensiones internas y el debate abierto. El consenso, si existe, apunta a la necesidad de serenidad y honestidad intelectual para reconocer los errores y rectificar el rumbo.

LA UNIDAD EN LA DIVERSIDAD

En un contexto político donde la derecha se muestra feroz y peligrosa, el peor error de la izquierda sería desdibujarse en pleitos internos. El llamado es claro: serenidad, madurez y memoria histórica. Recordar que sin pensamiento crítico, la transformación queda reducida a un cambio superficial.

La 4T no puede darse cuenta del lujo de perder el rumbo. No se trata sólo de ganar elecciones, sino de transformar las estructuras profundas del país. La fraternidad y la justicia deben seguir siendo el faro que guía cada acción, cada decisión, cada batalla. Porque, como bien señala Bonasso, el verdadero enemigo no está dentro, sino fuera.

El obradorismo está a tiempo. Pero para lograrlo, debe volver a ser lo que prometió: un movimiento popular, libre de dogmas, centrado en la justicia y capaz de escuchar a todas sus voces, incluso las más incómodas.

UN ADAGIO: «Las revoluciones no se hacen con lirios en las manos». [ERNESTO ‘CHE’ GUEVARA]

ETBOEXPRESS20112024

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