El mérito no está en hacer ruido, sino en romper inercias. En Tabasco, donde la política social muchas veces ha sido reducida a eventos episódicos y fotografías vacías, la presidenta municipal de Centro, Yolanda Osuna Huerta, ejecutó una acción que merece atención no por su espectacularidad, sino por su estructura: entregó 400 apoyos funcionales a personas con discapacidad con un enfoque territorial, no publicitario.
Lo noticioso es evidente: sillas de ruedas, bastones, muletas y andaderas fueron distribuidos entre niñas, niños, jóvenes y adultos mayores, como parte de un programa que, según anunció la propia alcaldesa, no se agotará en este acto, sino que buscará extenderse a zonas rurales y de difícil acceso. Esa vocación operativa, ajena al lucimiento, marca una diferencia sutil pero sustancial.
Yolanda Osuna no llenó el escenario de consignas, sino de una línea clara: “el mejor discurso son los hechos”. Con eso planteó no solo una definición de su estilo de gobernar, sino una crítica implícita a la tradición tabasqueña de anunciar inclusión sin ejecutarla.
En tiempos donde muchos políticos confunden lo social con lo simbólico, la presidenta municipal parece decidida a hacer de la política pública una herramienta de restitución, no de ornato.
Comprometidos con la vocación social e incluyente de nuestro gobierno, esta mañana entregamos 400 apoyos destinados a mejorar la calidad de vida de personas con alguna discapacidad. Entre los implementos se encuentran sillas de ruedas, andaderas, muletas y bastones, que les… pic.twitter.com/FkCrJ8Sg6H
— Yolanda Osuna Huerta (@YolandaOsunaH) June 3, 2025
DE LA FOTO AL TERRITORIO
En el evento realizado en el Gran Salón Villahermosa del parque Tomás Garrido Canabal, estuvieron presentes los presidentes del Congreso local, representantes del DIF estatal, y funcionarios municipales.
Pero el foco no estuvo en los funcionarios, sino en los beneficiarios: personas que históricamente han sido excluidas del radar de la acción pública.
Lo relevante no es solo el número —400 personas atendidas—, sino la intención declarada de romper con la lógica centralista de muchos programas sociales. Osuna Huerta adelantó que el programa irá “más allá” y alcanzará a comunidades donde el acceso a salud y movilidad es más limitado.
En Tabasco, donde la desigualdad es tan territorial como económica, ese giro marca un rumbo estratégico.
YOLANDA, EL FONDO Y LA FORMA
Desde su llegada al gobierno municipal en 2021, Yolanda Osuna ha evitado el protagonismo de micrófono. Su estrategia —a juzgar por los hechos— ha sido operar sin excesiva exposición.
Esa sobriedad, si va acompañada de resultados verificables, podría consolidarla como una figura política con capital propio y estilo diferenciado.
No basta con entregar bastones o muletas. Lo que se analiza aquí es el modelo de intervención: hay coordinación con instituciones (Congreso, DIF), hay continuidad (no es un programa nuevo, sino una ampliación), y hay territorio (no se queda en el centro urbano). Eso es política con fondo.
INCLUSIÓN COMO DERECHO
El director del DIF municipal, Daniel Cubero Cabrales, subrayó que desde el inicio de esta administración se ha trabajado con enfoque de equidad e inclusión, no desde el asistencialismo. La diferencia es profunda: entregar por necesidad es caridad, pero entregar por derecho es justicia.
Esa narrativa se vio reforzada con el testimonio de Herminia Hernández Javier, beneficiaria del programa, quien expresó que estos apoyos “dignifican nuestras condiciones de vida”.






Cuando la ciudadanía valida directamente una acción pública sin guión, es porque algo está funcionando más allá del evento.
MÁS QUE UN GESTO
En Tabasco, las personas con discapacidad enfrentan barreras múltiples: acceso limitado a transporte, infraestructura inadecuada, servicios de salud fragmentados y marginación cultural. Atender esa realidad no es sencillo ni rápido, pero se empieza por lo básico: reconocer que el problema existe y que no se resuelve con discursos.
La administración de Yolanda Osuna parece estar ensayando un camino distinto: una política social con rostro humano, respaldo interinstitucional y un plan para llegar al fondo.
Lo que viene ahora es clave: darle continuidad, ampliar cobertura y resistir la tentación del aplauso fácil. Solo así este esfuerzo podrá romper la inercia que tantas veces ha frustrado los mejores propósitos.
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