Rodolfo Lara Lagunas
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El 12 de octubre de 1492 el Almirante genovés. Cristóbal colón, al mando de tres carabelas llegó a una de las islas del Caribe, a quién nombrò San Salvador, perteneciente a un continente desconocido entonces por europeos, asiáticos y africanos: Amèrica.
Tan pronto amaneció, Colón – y sus capitanes – desembarcó y en nombre de los Reyes Católicos tomó posesión de la Isla. ¿Quién le autorizo para ello? ¿Con que derecho tomaba esa isla que ya estaba habitada? Así empezó el despojo de tierras. Luego, vendría la esclavitud de los nativos y, a la larga, su exterminio. El genocidio.
Al explorar la isla Colón y sus hombres entraron en contacto con los tainos. Estos cultivaban maíz, tejían algodón, conocían el tabaco y la alfarería. De conformidad al testimonio del almirante, los tainos “todos andaban desnudos, también las mujeres… no son negros ni blancos; son de buena estatura de grandeza, y de buenos gestos, bien hechos.” La visita sorpresiva de extraños despertó en ellos un interés de acercamiento extraordinario y al mismo tiempo un deseo vehemente de servirlos.
Esto escribió el descubridor respecto a este encuentro: “venían a las barcas nadando, y nos traían papagayos e hilo de algodón en ovillos y otras cosas muchas de poco y nos la trocaban por otras cosas que les dábamos, como cuentecillas de vidrio y cascabeles… Todo tomaba y daban de aquellos que tenían, de buena voluntad.
Más me pareció que era gente muy pobre de todo… no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban con ignorancia. No tienen ningún fierro”… “Le invitaban a uno a compartir cualquier cosa que poseían y muestran tanto amor como si sus corazones estuvieran preñados de él “
Pero los españoles no habían hecho tan largo viaje para intercambiar baratijas. Así lo expresó Colón: “yo estaba atento y trataba de saber si había oro… y vide que algunos de ellos traían un pedazuelo en un agujero que tenían en la nariz, y por señas pude entender que yendo al sur, que estaba allí un rey que tenían grandes vasos de ello, y tenía mucho.
Y así partí, que serían las 10 horas, con el viento sureste para pasar a eso otra isla, la cual es grandísima, y a donde todos estos hombres que yo traigo de la de San Salvador hacen señas que hay mucho oro, y que lo traen en los brazos en manillas, y a las piernas, y a las orejas, y la nariz y el pescuezo.” En búsqueda del precioso metal y en compañía de algunos tainos los españoles empezaron a recorrer las islas vecinas.
Al recorrer diversas islas y conocer a sus habitantes el almirante se dio cuenta de la escasez del preciado metal por lo que empezó a brotar en su mente la idea de la esclavitud: “cuán fácil sería convertir a esos seres… y hacerlos trabajar para nosotros.” Y pese a que cada vez que entraba en contacto con los nativos estos se aproximaban con generosidad besándole los pies y entregándoles alimentos, bebida y mujeres jóvenes, la idea del sometimiento fue creciendo: “Muy pusilánimes”… y “a propósito para obedecer y trabajar, sembrar y hacer alguna otra cosa que pueda ser necesario”.
Antes de regresar a Europa la tripulación aceptó la invitación de uno de los jefes de los tainos. Guacanagarí –como otros tantos caciques- envió a sus mensajeros para que los españoles visitaran a su pueblo. Al dirigirse a este lugar la Santa María se hundió. Este hecho y la petición de Guacanagarí a Colón para que estableciera un asentamiento español en territorio taino – lo que prueba, una vez más, la generosa hospitalidad india- determinaron la fundación de la primera colonia española en territorio americano. Fue así como se fundó Villa Navidad. Al partir Colón rumbo a España dejo en ésta a 39 hombres al mando de Diego de Harana.
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Su regreso a territorio español fue apoteótico. Acompañado de tainos y animales americanos fue recorriendo poblaciones hasta llegar a Salamanca donde los Reyes Españoles y el pueblo le dieron una calurosa bienvenida.
Los reyes le confirmaron sus privilegios y le encomendaron la formación de una nueva expedición. No obstante la escasa cantidad de oro recogida, la noticia de su existencia movió tanto a autoridades como a ciudadanos. Esto motivó la organización de una expedición mayor, Esta partió de Cádiz el 25 de septiembre de 1493.
Pero ya el cambio de actitud respecto a los extranjeros se había producido por culpa de ellos mismos. En efecto, los 39 españoles que se habían quedado en el fuerte Villa Navidad habían cometido demasiados abusos por lo que la paz y la armonía que reinaba entre nativos y extranjeros se rompieron. Dentro del grupo español se formó una banda que se dedicó a recorrer las comunidades indias para apoderarse por la fuerza de alimentos, de oro de los tainos y de sus mujeres jóvenes. Todo ello a pesar de que los españoles poseían cada uno varias mujeres y de que recibían cierta ayuda en alimentos de los propios indígenas.
De estos hechos nació la indignación y la rebeldía del cacique Caonabó, quien con su gente aniquiló primero a la banda capitaneada por un tal Hernández, luego persiguió a los españoles desperdigados y finalmente atacó el fuerte que solo estaba defendido por diez españoles. Con la muerte de los 39 hombres que habitaban Villa Navidad terminó el primer intento por colonizar una parte del territorio americano.
En el segundo Viaje Colón trajo a su hermano Diego. Este quedó al mando de la colonia llamada la Isabela, asentamiento que se estableció cerca de la zona donde había estado el fuerte Navidad. Y mientras Diego se quedaba a cargo de la colonia el almirante se dedicó a recorrer por mar las islas próximas. Así descubrió veinte islas grandes y más de 40 de menor tamaño.
“Todos estábamos felices –escribió Cuneo-, no interesándonos ya por las especias, sino tan solo por aquel bendito oro”. El clima no fue obstáculo para desalentar las correrías. El mismo expedicionario escribió: “en ese viaje empleamos veintinueve días, con un terrible calor, mala comida y peor bebida; no obstante la codicia del oro nos mantuvo fuertes y gustosos”.
Y mientras Colón descubría nuevos territorios, graves problemas empezaron a surgir entre los colonos de la Isabela. ¿Qué sucedía? La realidad es que el oro no era abundante. La ilusión de hacerse rico rápidamente se desvanecía al paso de los días. Así, la rebeldía entre los expedicionarios empezó a crecer.
Ante ello la idea de la esclavitud que había brotado en Colón durante el primer viaje empezó a tomar forma. Y pese a que todavía había indígenas que los recibían con buenas maneras la ambición y la codicia se impulsó. El Almirante adoptó así la política “de dar una batida por los alrededores para esclavizar a los indios”.
Hicieron prisioneros a 1500. Mil fueron distribuidos entre los europeos en condiciones esclavas surgiendo las famosas encomiendas. Embarcaron a 500 a España, murieron la mitad durante la travesía y la mitad llego enferma. Los que llegaron vivos fueron vendidos en Sevilla “desnudos como vinieron al mundo”.
La respuesta indígena no se hizo esperar. Un cacique taino llamado Guatiguaná encabezó otra rebelión ante el surgimiento de la esclavitud impuesta por Colón en tierras americanas. Desgraciadamente para la causa indígena no todos los jefes de las comunidades tainas se unieron a la lucha por la libertad. Unos se mantuvieron neutrales y otros, como Guacanagarí, se aliaron a los extranjeros.
La batalla desigual en armas –los españoles utilizaron armas de fuego, caballos y perros feroces –tuvo lugar a fines de marzo de 1495. Y si bien es cierto que las armas y elementos desconocidos fueron un factor importante en la derrota indígena, la verdad es que la falta de unidad de los tainos, la división entre ellos ante el enemigo extranjero, fue la causa fundamental de la victoria española.
Fue la capacidad política hispana para dividir a sus enemigos el arma principal de su triunfo. Este mismo esquema se repetirá, para desgracia de los indígenas americanos, andando el tiempo en toda América.
Al triunfo español la esclavitud se extendió. Los extranjeros construyeron varios fuertes en el interior de las islas y desde estos se dedicaron a recorrer las comunidades para exigir tributo. “Todos los indios de más de catorce años, tenían que pagar anualmente –nos informa Samuel Eliot Morrison- el contenido de cuatro cascabeles de oro en polvo; los caciques tenía que pagar el equivalente de 225 dólares, o 45 guineas cada mes”.
La huida hacia los montes para escapar del tributo empezó a generarse entre los tainos. Pero estos eran cazados con el uso de los perros. “Ante esto empezaron los suicidios comiendo pan de cazabe envenenado.”
El exterminio indígena no se detuvo ante la crueldad de la explotación y la esclavitud. Así, mientras en 1492 la población taina se calculaba en 250,000 para el año 1508 esta había disminuido a la cifra de 60,000. “Cincuenta años más tarde –afirma Eliot Morrison-, no quedaba ni siquiera 500”.
¡Esta fue la paga de Colón y los españoles a los generosos indígenas que lo habían recibido besándoles los pies, entregándoles sus corazones y sus mujeres! Como afirma el biógrafo de Colón –Morrison-: “la cruel persecución iniciada por Colón y continuada por sus sucesores resultó un completo genocidio”. ¿Por qué entonces se colocan estatuas de éste en calles y avenidas?
Afortunadamente desde hace lustros en diversas ciudades de Amèrica varias estatuas del genocida e iniciador de la esclavitud en Amèrica han sido derribadas. Y el proceso de decolonizaciòn mental sigue.
En este sentido se ubica la carta que le envió AMLO al rey de España para que pidiera perdón a los indígenas sobrevivientes. La soberbia del monarca se manifestó al no contestar el escrito del presidente. Por eso Claudia Sheinbaum ni siquiera lo invitò a su toma de posesión lo que indignò a la nobleza española y a los lacayos que tienen en México. ¡con su pan se lo coman!
*Rodolfo Lara Lagunas es un reconocido académico y político tabasqueño, con una destacada trayectoria en el ámbito educativo. Fue Secretario de Educación de Tabasco y exdirector de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT). Su carrera ha estado marcada por su compromiso con la mejora del sistema educativo y su participación en la vida política del estado.