La escritora e historiadora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de AMLO, fijó su residencia en zona exclusiva de Madrid, reportó el diario ABC.

Beatriz Gutiérrez Müller desmiente vivir en Madrid

La historiadora negó las versiones que la ubicaban en España y convirtió el desmentido en un mensaje político cargado de simbolismo.

La respuesta de Beatriz Gutiérrez Müller al reportaje del diario español ABC, que la ubicó residiendo en Madrid junto a su hijo Jesús Ernesto, no solo desmintió una versión de prensa: también se convirtió en un acto político que sacudió el tablero mediático, reactivó la narrativa lopezobradorista y puso a prueba la transición simbólica hacia el sexenio de Claudia Sheinbaum.

El hecho noticioso está claro: el medio europeo aseguró que la esposa del expresidente Andrés Manuel López Obrador vive en La Moraleja, un exclusivo barrio madrileño. La historiadora respondió de inmediato, desde su cuenta oficial en X, negando el señalamiento, acusando a “calumniadores profesionales de la derecha más rancia y corrupta” y reafirmando su compromiso ideológico con el proyecto de su esposo. La Presidenta Sheinbaum salió al paso: “Beatriz vive en México, eso lo sé”, dijo ante medios.

Sin embargo, el impacto va más allá del desmentido. Lo que debía ser un desliz periodístico o una simple aclaración se convirtió en una reafirmación ideológica, en plena transición del obradorismo al sheinbaumismo.

De la aclaración a la narrativa

En su mensaje, Gutiérrez Müller negó residir en el extranjero, pero utilizó ese acto como vehículo para enunciar una defensa apasionada del legado de AMLO. Usó el tono que ha caracterizado sus intervenciones públicas: emocional, épico, combativo. En menos de 500 palabras, tejió un discurso que pasó del amor conyugal al compromiso revolucionario, de la vida familiar a la lucha simbólica contra los medios y las élites.

Al afirmar que “no me he ido a vivir allá ni a ningún otro lado”, la historiadora no solo defiende su arraigo: reclama el monopolio moral del proyecto de transformación y lanza un mensaje a quienes, desde la prensa o el nuevo gobierno, podrían marcar distancia con el viejo obradorismo.

Comunicado de Beatriz Gutiérrez Müller.

El factor Sheinbaum

Claudia Sheinbaum respaldó públicamente a Gutiérrez Müller, pero lo hizo con un tono distinto. “Ella vive en México, ya me lo comentó”, dijo, sin atacar al medio español, ni calificar a los críticos. El contraste es revelador: mientras Beatriz defiende el legado con fuego, Claudia lo hace con institucionalidad. Una marca clara de estilo que podría convertirse en patrón.

El episodio exhibe los dos lenguajes que hoy coexisten dentro de la 4T: el emocional y fundacional del obradorismo, y el técnico y moderado del sheinbaumismo. La pregunta de fondo es cuál de esos lenguajes dominará los próximos seis años.

La familia como poder simbólico

Este no es el primer episodio donde la figura de Gutiérrez Müller se vuelve clave para entender los símbolos del poder. Desde la carta enviada a España en 2019 (que ABC le atribuye como autora real), hasta su negativa pública a asumir el rol de “primera dama”, su perfil ha oscilado entre lo público y lo privado, entre lo académico y lo político.

En esta ocasión, el mensaje parece buscar dos cosas: desmentir un posible retiro del país (con la lectura política que ello implicaría) y proteger la imagen de la familia presidencial saliente. En sus propias palabras: “Estoy enamorada de ese hombre y de mi hijo. Somos una familia muy unida a la cual han vilipendiado por los ideales de ese loco hermoso llamado AMLO”.

Lo simbólico se convierte en político: la defensa del núcleo familiar se transforma en defensa del legado presidencial.

¿Un espisodio cerrado?

Aunque el Gobierno mexicano se apresuró a desmentir el reporte del diario ABC, y no hay hasta ahora evidencia sólida que confirme su versión, el tema no es menor. Reaviva debates sobre la vida privada de los personajes públicos, sobre el uso del aparato simbólico en tiempos de pospresidencia, y sobre el papel de la narrativa en la continuidad del movimiento.

La tensión está latente: cualquier distancia física o política de Gutiérrez Müller respecto al país se leería como una fractura, como una renuncia simbólica al proyecto de transformación.

Por eso su mensaje termina con una advertencia: “Estamos siempre en resistencia… Lo fui a ver este fin de semana a Palenque… Sepan que los protejo y lo seguiré haciendo hasta con mi vida, si es preciso”.

En términos estrictamente políticos, ese no es un mensaje de una civil cualquiera.

Punto por punto | ¿Qué dice el episodio?

  • Reporte de ABC Ubica a Beatriz viviendo en Madrid / Pone en duda el arraigo simbólico del núcleo familiar.
  • Respuesta en X Niega residencia fuera del país / Reafirma narrativa ideológica con tono combativo.
  • Sheinbaum interviene Confirma que Beatriz vive en México / Marca su estilo propio, sin confrontación directa.
  • Carga emocional del mensaje “Estoy enamorada de ese hombre…” / Mezcla de política, familia y defensa del mito.
  • Cierre del discurso “Los protegeré hasta con mi vida” / Reivindicación moral del obradorismo como cruzada.
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