La alcaldesa Yolanda Osuna Huerta inauguró este jueves 13 de noviembre obras de pavimentación con concreto hidráulico, banquetas y guarniciones en las colonias José María Pino Suárez y Francisco Villa, donde se invirtieron más de 7.5 millones de pesos para atender rezagos que superan los 35 años.
La Presidenta Municipal encabezó el recorrido, entregó las nuevas vialidades, supervisó el drenaje y dialogó con los vecinos beneficiados; fue una intervención directa en zonas que habían esperado décadas sin mejoras básicas.
En Pino Suárez, Osuna entregó la rehabilitación de la Novena Cerrada, la Prolongación de Novena Cerrada y vialidades contiguas, donde se pavimentaron 894 metros cuadrados, se construyeron más de 411 metros lineales de guarniciones y 346 metros cuadrados de banquetas.
Más tarde, en Francisco Villa, inauguró la pavimentación de 2,288 metros cuadrados de la calle José María Morelos, además de 502 metros lineales de guarniciones y 647 metros cuadrados de banquetas.
Los vecinos recibieron las obras entre aplausos y testimonios que retrataron la espera: en ambos puntos, la última intervención integral había ocurrido hace más de tres décadas.
La alcaldesa reiteró que la ciudadanía determina las prioridades, y su administración responde con infraestructura de vida útil superior a 30 años, drenaje funcional y supervisión técnica permanente.
Fue un día de obra pública tangible; y también un mensaje político sobre el rumbo de la ciudad.
PINO SUÁREZ RENACE
En la zona urbana consolidada de Pino Suárez —donde conviven comercios tradicionales, vivienda y movilidad intensa— las nuevas calles no sólo mejoran la circulación: corrigen un rezago que erosionaba la confianza en la autoridad; reactivan plusvalía en un corredor de abasto histórico; y envían la señal de que el Ayuntamiento interviene donde el deterioro ya se había normalizado.
La obra no es monumental, pero sí estratégica: devolver funcionalidad a una zona neurálgica equivale a recuperar territorio institucional.
En Francisco Villa, un asentamiento surgido hace 25 años y marcado por precariedad, riesgo geográfico y déficits de servicios, el impacto es distinto: la intervención simboliza presencia del Estado en un lugar donde los lodazales, las calles rotas y el alumbrado insuficiente dominaban la vida diaria; la rehabilitación disminuye riesgos, mejora movilidad y reduce condiciones de vulnerabilidad urbana.
Es, en términos prácticos, una obra que cambia la percepción de abandono; en términos políticos, un gesto que demuestra que la autoridad puede llegar a donde nadie había entrado con inversión sostenida.
La narrativa que se desprende de ambas zonas apunta a un concepto que la Alcaldía ha llamado “segundo piso de la transformación municipal”: pasar del diagnóstico a la ejecución; del discurso a la reparación visible; de la desigualdad territorial a la recuperación de espacios. No se trata de grandes anuncios, sino de intervenciones que se miden en concreto, drenaje y movilidad recuperada.
Qué sigue: concluir obras complementarias en ambas colonias, mantener mantenimiento preventivo, reforzar alumbrado y consolidar circuitos de movilidad interna; pero, sobre todo, sostener el ritmo de intervención en colonias donde los vecinos no piden modernidad, sino que por fin llegue lo básico.
PUNTO POR PUNTO
- Rezago atendido: más de 35 años.
- Beneficiarios directos: 31 mil habitantes.
- Concreto hidráulico y drenaje funcional.
- Obras verificables y de vida útil larga.
- Prioridades definidas por la ciudadanía.
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