El sonido metálico de las sillas de ruedas rodando sobre el piso del Centro de Convenciones Tabasco 2000 fue más elocuente que cualquier discurso. Ese rumor —mezcla de esperanza y acero— simbolizó un giro que pocos gobiernos estatales logran materializar: hacer visible lo invisible.
En un estado con altos niveles de desigualdad, el Gobierno del Pueblo que encabeza Javier May Rodríguez comienza a traducir la inclusión en actos concretos.
El mandatario entregó 492 apoyos funcionales de movilidad a personas de 15 municipios, una cifra que por sí misma parece modesta, pero que en contexto refleja un esfuerzo político más amplio: recuperar la confianza ciudadana en las instituciones sociales.
En Tabasco, donde la burocracia solía poner trabas a los más vulnerables, los programas del Instituto de la Beneficencia Pública del Estado (IBPET) se están convirtiendo en un nuevo lenguaje de gobierno: uno que habla en hechos, no en promesas.
El enfoque es claro. May busca construir un Tabasco incluyente, donde las políticas sociales no se limiten a cifras presupuestales, sino que impacten vidas reales. En su discurso, el gobernador no habló de “beneficiarios”, sino de “personas con movilidad reducida que merecen autonomía”. Y en esa palabra —autonomía— se cifra una transformación silenciosa: la de un modelo de asistencia que empieza a migrar hacia uno de derechos.
Como parte de la Jornada de Movilidad y Autonomía, entregamos 492 apoyos, en beneficio de niñas, niños, adultos y adultos mayores de 15 municipios de #Tabasco; buscamos que las personas con movilidad reducida gocen de independencia, para vivir una vida plena. pic.twitter.com/DRBCVjqkNI
— JAVIER MAY (@TabascoJavier) October 28, 2025
COORDINACIÓN EN TERRITORIO
El acto, acompañado por la presidenta honoraria del DIF estatal, Aurora Raleigh de la Cruz, y la directora del IBPET, Diana Laura Rodríguez Morales, fue también un ejercicio de coordinación interinstitucional.
No se trató solo de entregar andaderas o sillas de ruedas; fue, en los hechos, la validación de una red de trabajo entre el gobierno estatal, los municipios y el DIF. En la práctica, esto permite que los apoyos respondan a solicitudes concretas, recabadas en las Jornadas de Atención al Pueblo en Territorio, un mecanismo de contacto directo que May ha convertido en marca de gestión.
A diferencia de las viejas jornadas asistencialistas que operaban como vitrinas políticas, estas —según se documenta— se alimentan de demandas verificadas en campo. En los listados del IBPET, por ejemplo, cada apoyo tiene nombre, diagnóstico y municipio, lo que impide duplicidades o simulaciones. De ahí la insistencia del gobernador: “Estas acciones reafirman que el Gobierno está al servicio del pueblo”.
INCLUSIÓN COMO POLÍTICA
Pero más allá del discurso, lo relevante es la lectura de fondo. Tabasco atraviesa un proceso de reconstrucción institucional, y este tipo de programas operan como termómetro del nuevo modelo de bienestar.
No es casual que la presidenta Claudia Sheinbaum respalde estas acciones: forman parte de una narrativa nacional que coloca la inclusión como eje de legitimidad política.
En términos prácticos, cada apoyo entregado también es una señal de coordinación entre Federación y Estado, una relación que Sheinbaum y May han sabido mantener con estabilidad.
La presencia de Luis Ernesto Ortiz Catalá, subsecretario de Integración y Desarrollo de la Secretaría de Salud, aportó otra lectura: la movilidad no solo es un tema social, sino sanitario. Un bastón o una silla de baño pueden significar la diferencia entre la dependencia total y la vida digna. Por eso, el funcionario sintetizó el espíritu de la jornada con una frase: “Cada apoyo es una oportunidad de moverse, de soñar, de vivir plenamente”.
DE LA ASISTENCIA AL DERECHO
En un contexto donde las estadísticas nacionales suelen reflejar el rezago de las personas con discapacidad —el 16% de la población, según el INEGI, carece de acceso a ayudas técnicas—, el hecho de que un gobierno estatal establezca una política de movilidad gratuita y territorialmente extendida es un avance estructural. No es filantropía, es política pública con rostro humano.
Los beneficiarios, procedentes de Balancán, Cárdenas, Centla, Centro, Comalcalco, Cunduacán, Huimanguillo, Jalapa, Jalpa de Méndez, Jonuta, Nacajuca, Paraíso, Tacotalpa, Teapa y Tenosique, representan el mapa social de un estado diverso y desigual. En ellos se condensa la intención del gobierno: descentralizar el acceso a los programas y romper con la concentración histórica en Villahermosa.
- May y Osuna se suman al Zócalo: Tabasco marca presencia en los 7 años de la 4T

- May defiende crédito y fija calendario para iniciar obras estratégicas en Tabasco

- Relación UJAT–SPIUJAT: avanzan acuerdos mediante diálogo institucional

AUTONOMÍA Y DIGNIDAD
De hecho, la palabra “autonomía” resume el espíritu de la Cuarta Transformación en su versión tabasqueña: un modelo de inclusión activa que se distancia del paternalismo. Si el gobierno logra sostener este ritmo —trasladando apoyos, pero también rehabilitando espacios públicos accesibles—, Tabasco podría convertirse en referente regional en políticas de movilidad social.
En tiempos donde los gobiernos son evaluados más por su capacidad de empatía que por sus megaproyectos, la política de inclusión se vuelve también un instrumento de legitimación democrática. No por oportunismo, sino porque redefine la utilidad del poder: servir.
A veces, la política más profunda se manifiesta en los gestos más simples. Una silla entregada sin condicionamientos, una andadera que permite volver a salir al sol, un gobierno que escucha en territorio y responde con hechos. En un país donde la desigualdad suele traducirse en inmovilidad, Tabasco empieza a moverse.







