CDMX.— Dos relevos, un mensaje: mientras Pablo Gómez abandona la trinchera de la inteligencia financiera para rediseñar la arquitectura electoral, Harfuch consolida su control sobre los instrumentos de poder fáctico. La presidenta Sheinbaum reordena el sistema: uno piensa el régimen, el otro lo vigila.
Pablo Gómez Álvarez, el veterano legislador de izquierda y ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), fue designado como presidente de la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral.
El mismo día, Claudia Sheinbaum oficializó la llegada de Omar Reyes Colmenares, abogado por la UNAM, exdirector de Interpol México y cercano al secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch, como nuevo titular de la UIF.
Ambos movimientos no sólo reconfiguran posiciones administrativas, sino que revelan la nueva lógica de poder del gobierno: una división funcional del control político. Reyes –y por extensión, Harfuch– operan el sistema; Gómez propone sus nuevas reglas.
EL FACTOR HARFUCH
Con el ascenso de Reyes Colmenares, Harfuch no sólo suma otra posición estratégica: toma el control del aparato más delicado del Estado mexicano después del SAT y la Fiscalía.
La UIF, con acceso a información financiera, bancaria y patrimonial, se convierte en instrumento de control no sólo contra el crimen organizado, sino también contra adversarios internos o aliados incómodos.
Durante la gestión de Gómez en la UIF, la oficina fue criticada por perseguir expedientes del pasado sin atender redes activas de lavado. Las sanciones recientes de Estados Unidos a tres financieras mexicanas fueron, según analistas, la gota que derramó el vaso. Washington pedía resultados, no ideología. Con Reyes, el gobierno responde con perfil técnico, eficacia y alineación con el gabinete de seguridad.
La presidenta elogió al nuevo titular: “Es un hombre muy inteligente… especialista en inteligencia y muy buen perfil”. La UIF, en los hechos, pasa del rastreo político al operativo.

¿QUIÉN ES OMAR REYES?
Omar Reyes sustituye a Pablo Gómez y refuerza la línea de seguridad nacional.
- Formación académica:
- Licenciado en Derecho por la UNAM
- Experiencia:
- Ex director de Interpol México; sistema penitenciario
- Cercanía política:
- Hombre de confianza de Omar García Harfuch
- Especialidad:
- Inteligencia, seguridad, operación táctica
DEL DINERO AL DISEÑO
Lejos de castigar a Pablo Gómez, su salida de la UIF es más bien una reconversión. Gana centralidad simbólica, se ubica en el corazón del nuevo andamiaje institucional. Desde la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral, tendrá a cargo el rediseño normativo del sistema político.
Con casi cinco décadas de trayectoria, Gómez ha estado en todos los frentes: preso político en los 70, legislador, dirigente de izquierda, arquitecto de reformas. En 2022, fue coautor de la propuesta de López Obrador para transformar el sistema electoral. Ahora vuelve con una encomienda ambigua: reformar para democratizar o para consolidar un ciclo hegemónico.
LÍNEAS PRESIDENCIALES
La presidenta Sheinbaum ha marcado el perímetro del debate: no más listas cerradas de plurinominales; menos financiamiento a partidos y elecciones; respeto a la autonomía del INE y conservación del padrón. Se levantará una encuesta nacional para conocer la opinión pública, y se abrirán foros de discusión con Congreso, expertos y organizaciones civiles.
“La gente no quiere tanto dinero para partidos ni tantos plurinominales”, reiteró Sheinbaum. Pero también subrayó que la democracia “es el reconocimiento de las mayorías”. El mensaje es doble: apertura para escuchar, pero con decisiones ya tomadas.
DILEMA DEMOCRÁTICO
¿Será esta comisión un órgano plural y consultivo o un simple legitimador de la voluntad presidencial? ¿Podrá Pablo Gómez, conocedor profundo de la oposición, resistir la tentación de blindar al oficialismo?
Exconsejeros y exmagistrados electorales han advertido del riesgo. Figuras como Woldenberg, Córdova y Murayama han exigido que la reforma se construya con base en consensos, no con mayorías.
Piden que el INE conserve su independencia y que el Consejo General no sea electo por voto popular. La disyuntiva está clara: reforma con visión de Estado o rediseño para perpetuidad.
El desplazamiento de Pablo Gómez y el empoderamiento de Harfuch no son hechos aislados. Son la expresión de una nueva estructura de poder que ya opera con reglas nuevas, aunque aún no estén escritas en la Constitución.
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