Hace más de un siglo, Andrés Iduarte, uno de los intelectuales más brillantes que ha dado Tabasco, escribió con vehemencia sobre la necesidad de una transformación profunda en la región. Decía, con visión adelantada: «La grandeza de un pueblo no radica en lo que ha sido, sino en lo que puede ser». El eco de optimismo resuena hoy en díamientras Tabasco se encuentra en un cruce esencial, en el que, bajo la guía de Javier May Rodríguez, se perfilan grandes proyectos e inversiones que, de ejecutarse adecuadamente, pueden reescribir la realidad del estado.
En tiempos recientes, Tabasco, al igual que toda la nación, ha sido testigo de lo que el presidente López Obrador ha llamado la «Cuarta Transformación». Un resurgir que, para los tabasqueños, tiene particular resonancia: Atrás quedaron las épocas en las que pozos petroleros y carreteras eran tomadas por campesinos y obreros enfurecidos, exigiendo democracia y justicia. Hoy, esa lucha ha mutado en una calma que, aunque bien recibida, plantea nuevas interrogantes: ¿Qué sigue para Tabasco?
Como el México que Lázaro Cárdenas visualizó: Próspero y soberano al nacionalizar el petróleo, buscando que las riquezas del país beneficiaran a la gente, Tabasco tiene la capacidad de ser una tierra próspera, un baluarte de crecimiento económico y desarrollo sostenible. La pregunta es: ¿Cómo se ejecutará este potencial? Las grandes inversiones que han llegado a la región, como la Refinería Olmeca, en Dos Bocas, las cinco estaciones del Tren Maya y la Línea FA del Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec (FIT), han sido aclamadas como los motores que impulsarán el PIB del estado y crearán miles de empleos. Sin embargo, como ha ocurrido a lo largo de la historia, el mero anuncio de obras monumentales no es garantía de éxito.
Bajo el mandato de Adán Augusto y Carlos Merino, el estado ha recibido una inyección masiva de capital que, si bien trajo empleo y dinamismo económico, también ha sido acompañada de dudas sobre su sostenibilidad a largo plazo. Tabasco, históricamente un territorio de abundancia natural y riqueza, aún enfrenta el reto de materializar su prometida grandeza.
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El optimismo es innegable. Las cifras económicas, hasta el momento, son prometedoras. Tabasco ha experimentado un crecimiento en el empleo y su PIB en los últimos años, en gran parte gracias a los proyectos energéticos y de infraestructura impulsados por el gobierno federal. Sin embargo, el crecimiento del PIB no necesariamente ha sido reflejado en la calidad de vida de todos los tabasqueños.
Tabasco aún enfrenta altos niveles de pobreza, a pesar de los avances económicos. La lucha no es solo por incrementar cifras macroeconómicas, sino por traducir ese crecimiento en beneficios tangibles para la población. Tal como advertía Iduarte, «un pueblo que no se preocupa por la justicia social, aunque rico en recursos, es un pueblo que vive en la sombra de su propia opulencia».
Uno de los grandes proyectos de Javier May es la consolidación del puerto de Frontera, una infraestructura que se proyecta como un pilar fundamental para el desarrollo económico del estado. Este proyecto, junto con el Tren Dos Bocas-Estación Chontalpa y la modernización y ampliación del sistema carretero estatal, promete transformar la movilidad y la conectividad en la región, fomentando el comercio y reduciendo la dependencia del transporte terrestre en zonas congestionadas.
May ha prometido mejorar las carreteras de cuatro carriles que conectarán las principales ciudades del estado, facilitando el tránsito de mercancías y potenciando el turismo en la región. Todo esto, en teoría, podría catapultar a Tabasco hacia una nueva era de crecimiento y desarrollo, pero la clave está en la ejecución. Es aquí donde los retos más profundos se hacen evidentes.
UN ADAGIO: «El gobierno no es razón; no es elocuencia; es fuerza. Y como el fuego, es un sirviente peligroso y un amo temible». [GEORGE WASHINGTON]
Para que el «Tabasco posible» bajo el liderazgo de Javier May se materialice, será indispensable sortear algunos desafíos estructurales. La inseguridad pública sigue siendo una de las principales preocupaciones, y aunque Tabasco no sufre los mismos niveles de violencia que otros estados del país, el incremento en homicidios y la presencia de grupos delictivos en ciertas áreas no pueden ser ignorados. Maydeberá implementar una estrategia integral que no solo refuerce la seguridad, sino que también aborde las causas profundas de la criminalidad.
Otro reto de gran magnitud es la lucha contra la corrupción y la impunidad, un problema que ha socavado la confianza en las instituciones. Fortalecer el Sistema Estatal Anticorrupción y garantizar la transparencia serán pasos clave para que su administración sea vista como legítima y comprometida con el bien común. Tabasco ha vivido demasiado tiempo bajo la sombra de estos males, y ahora es el momento de actuar.
En el ámbito económico, aunque se han creado empleos y se ha reducido la pobreza, la calidad de esos empleos sigue siendo baja, con salarios insuficientes para resolver los problemas de fondo. May tendrá que enfocarse en generar trabajos bien remunerados y asegurar que el desarrollo económico llegue a todas las regiones del estado, no solo a la capital o zonas beneficiadas por grandes proyectos.
La movilidad es otro de los grandes retos que el gobernador deberá abordar. Las inversiones en infraestructura, como el viaducto de Cárdenas y las nuevas carreteras, son esenciales para mejorar la conectividad del estado, pero estas deben estar acompañadas por una planificación integral que permita una movilidad eficiente y sostenible.
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Por primera vez en décadas, Tabasco parece vivir una calma política sin precedentes. La falta de oposición significativa ha permitido que el partido en el poder implemente sus políticas sin grandes resistencias. Esta situación puede ser ventajosa para la ejecución de proyectos, pero también plantea el riesgo de un estancamiento si no se mantiene una dinámica de rendición de cuentas. May deberá gobernar con transparencia y estar dispuesto a escuchar críticas constructivas para evitar caer en la complacencia del poder absoluto.
Tabasco es una potencia energética con proyectos de gran envergadura como la Refinería Olmeca en Dos Bocas. Sin embargo, este crecimiento viene acompañado de desafíos ambientales. La crisis climática es una realidad innegable, y Tabasco, con su propensión a las inundaciones y eventos meteorológicos extremos, es particularmente vulnerable. Es imperativo que el gobierno de May incorpore políticas de desarrollo sostenible que equilibren el crecimiento económico con la protección ambiental, garantizando un futuro viable para las próximas generaciones.
Así como Andrés Iduarte vislumbraba un futuro próspero para Tabasco hace más de 70 años, hoy, Tabasco se enfrenta a la posibilidad de una transformación histórica bajo el liderazgo
de Javier May. Las grandes inversiones en infraestructura y energía pueden convertir al estado en un referente nacional, pero el verdadero reto radica en que este crecimiento se traduzca en una mejor calidad de vida para todos los tabasqueños.
May tiene ante sí la oportunidad de consolidar un gobierno que transforme realmente a Tabasco, pero los desafíos son claros: seguridad, corrupción, empleo, movilidad y sostenibilidad. Si logra sortear estos retos, su mandato podría ser recordado como un parteaguas en la historia del estado. Como diría Andrés Iduarte: «El tiempo y el pueblo serán los jueces de nuestro destino», y es precisamente en este momento de grandes decisiones donde el «Tabasco posible» puede hacerse realidad.
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