Así Lo Dijo El Tabasqueño | ¿Empleo Fantasma-economía viva? | Héctor I. Tapia

Tabasco late al ritmo de mezcladoras y motosierras; cuando la estadística cierra los ojos, ese latido desaparece. Entre enero y junio el gobierno enterró 3,100 millones de pesos en obra pública: mil quinientas calles, puentes y drenajes. El saldo real son 9,685 jornales pagados y otros cuatro mil en fila; casi catorce mil sueldos que ninguna base de datos celebra.

Súmeles 26,000 sembradores, pescadores y ganaderos que cobran puntual por plantar, repoblar y engordar. No portan gafete ni seguro social, pero cada mes entra dinero en la tarjeta. Son 28,000 tabasqueños con ingreso constante que, para el IMSS o INEGI, siguen siendo sombras.

El martes, en la rueda de prensa donde el gobernador desglosó carreteras, sistemas de agua, puentes y hasta un hospital —y que atestiguamos—, la cifra quedó desnuda: el empleo vive en los colados y en los viveros, no en el Excel.

Ese ejército mueve ferreterías, fondas y abarrotes en la ribera. El Estado crea trabajo sin inflar la nómina ni regalar despensas: paga a cambio de concreto, de árboles vivos, de tilapias creciendo en jaulas. La apuesta irrita a los puristas del despacho y resuelve la urgencia de quien sólo pide un jornal digno.

Si las banquetas fraguan y la milpa brota, ¿de qué sirve presumir recuperación cuando medio esfuerzo no cabe en la pantalla oficial? Tabasco prueba que subsidio y salario pueden confundirse a golpe de pico y pala. ¿Cuánto tardará la contabilidad nacional en registrar esta economía viva?