La Quinta Grijalva, ese recinto que durante décadas encarnó el poder y la exclusividad, tuvo un fin de semana distinto, pleno de risas, colores y tradiciones. La ahora Casa del Pueblo abrió sus puertas para recibir a quinceañeras, turistas y familias, convirtiéndose en un escenario donde lo cotidiano y lo extraordinario se encontraron para crear historias que ya son parte de la memoria colectiva de Tabasco.
Es sábado y la luz del mediodía juega con las sombras en los jardines de la Quinta. Entre los pasillos que alguna vez vieron desfilar a gobernadores, ahora corretean niños mientras sus padres ajustan cámaras y celulares.
Al pie de la gran escalinata, una figura destaca: Itza González García, una joven de Macuspana, posa envuelta en un vestido púrpura que parece desafiar al tiempo. Los reflejos de la tela compiten con el brillo de su sonrisa.
Itzá no está sola. La acompaña su familia, emocionada y agradecida de poder celebrar este momento en un lugar que, hasta hace poco, parecía un sueño lejano. “Es un regalo para mi hija”, dice doña Wendy García, madre de la quinceañera, mientras observa cómo las cámaras capturan cada gesto de su hija.
La escena, inundada de flashes y risas, tiene algo de mágica: como si la historia misma de la Quinta Grijalva se renovara con cada clic.
EMILY, TRADICIÓN Y ORGULLO CHOCO
Un poco más tarde, llega Emily Reyes Álvaro desde Nacajuca. Su traje típico tabasqueño, confeccionado con precisión artesanal, agrega un toque de tradición a los muros coloniales de la Quinta.
“Aquí se han tomado fotos las embajadoras, y ahora puedo hacerlo yo”, comenta Emily, emocionada de inmortalizar sus quince años en un espacio que simboliza mucho más que una fiesta: representa el orgullo de sus raíces.
El viento arrastra el sonido de los aplausos y los susurros admirativos de los visitantes. La Quinta no es solo un escenario; es un puente entre generaciones.
Los vestidos de gala, las flores de los jardines y las cámaras de los turistas se mezclan en una coreografía espontánea que refleja el alma de un Tabasco en movimiento.
UNA CASA QUE AHORA TIENE ALMA
El domingo, la Quinta volvió a llenarse de vida. Familias enteras recorrieron sus salas y jardines, maravillándose con las obras de arte tabasqueño y los detalles arquitectónicos que antes eran un privilegio de unos pocos.
Entre ellas, doña María Victoria Hernández Lázaro, de Jalpa de Méndez, quien, con su nieto Iván Alejandro, celebró los quince años del joven con una sesión fotográfica en el lugar.
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“Nunca imaginé estar aquí”, dice doña María, mientras recorre los pasillos con los ojos llenos de asombro. Iván, por su parte, no oculta su emoción: “Elegí la Quinta porque me gusta el arte, y ahora veo que fue la mejor decisión”.
La escena resume el espíritu del fin de semana: la Quinta Grijalva no solo es un espacio abierto, es una experiencia compartida.
UN FIN DE SEMANA DE HISTORIAS COMPARTIDAS
Cada rincón de la Quinta tiene algo que contar. Desde las acuarelas que parecen fotografías, hasta las proyecciones de cine infantil y los espectáculos teatrales, el recinto ofreció a los visitantes una inmersión total en la cultura y el arte de Tabasco.
Los jardines, llenos de familias que se tomaban fotos y disfrutaban de la naturaleza, eran una postal viva de inclusión y alegría.
Para Marco Antonio y Minerva, visitantes de Monterrey, el encanto del lugar radica en su riqueza natural: “Esto es un paraíso. No sabíamos que era la casa del gobernador; estamos maravillados”, confesaron mientras recorrían los senderos rodeados de ceibas y buganvilias.
CIFRAS DEL FIN DE SEMANA EN LA QUINTA GRIJALVA
Acción | Impacto |
---|---|
Visitantes | Más de 1,500 personas entre sábado y domingo |
Sesiones fotográficas | 3 sesiones de XV años y decenas de fotos familiares |
Actividades culturales | 12 eventos, incluyendo cine infantil y teatro breve |
Exposiciones artísticas | 126 obras de grandes maestros tabasqueños |
METÁFORA DE UN NUEVO TABASCO
La apertura de la Quinta Grijalva como Centro Cultural es mucho más que un gesto político; es una metáfora de transformación. Ese lugar, alguna vez reservado al poder, es ahora un espacio que celebra la diversidad, la creatividad y la inclusión.
Los quinceañeros, las familias y los visitantes que lo llenaron de vida este fin de semana son un reflejo de lo que el nuevo Tabasco quiere ser: un estado que comparte, que construye y que mira hacia adelante.
En cada risa capturada por las cámaras, en cada niño que corre por los pasillos y en cada comentario de asombro, la Quinta Grijalva encuentra un nuevo propósito. Ya no es solo un edificio; es el corazón de un Tabasco que florece.
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