Trump prometió vengarse: estos son sus objetivos

Donald Trump no está jugando. En cada mitin, cada entrevista y cada publicación en redes sociales, el mensaje fue claro: venganza. Después de su retorno al poder en 2024, el expresidente parece decidido a utilizar el aparato de justicia para desquitarse de una lista de enemigos que incluye a altos funcionarios, críticos y hasta figuras del propio Partido Republicano.

Esta vez, Trump se encuentra en la posición perfecta para hacerlo, sin la presión de una futura reelección y con la ventaja de un fallo de la Corte Suprema que extiende inmunidad penal a los expresidentes.

Desde el presidente actual hasta antiguos colegas y colaboradores, Trump ha señalado directamente a los nombres y rostros de aquellos que, según él, le han traicionado o intentado obstaculizar su camino. Pero su enfoque en una “limpieza” va más allá de los enemigos habituales y plantea una amenaza a la estabilidad institucional del país.

UNA CRUZADA SIN PRECEDENTES

Para sus críticos, Trump se comporta más como un líder autócrata que como el presidente de una democracia. En esta “lista negra” de Trump hay demócratas de alto perfil, fiscales, jueces y funcionarios de su propio partido que participaron o fueron críticos del proceso de investigación tras el ataque al Capitolio en 2021.

Esta lista, extensa y detallada, no solo ha sido expresada de forma privada; Trump ha verbalizado, ante millones de personas, su deseo de llevar a cabo represalias.

El presidente Joe Biden y la familia Biden son sus principales blancos. Trump ha asegurado en varias ocasiones que el presidente actual es el “mandatario más corrupto en la historia de Estados Unidos” y ha prometido designar un fiscal especial que investigue a toda la familia. 

Hunter Biden también figura en la lista, debido a las conexiones comerciales que se mantienen en China. Para Trump, esto es suficiente para desatar una persecución judicial sin precedentes.

Kamala Harris, la vicepresidenta, ha sido acusada por Trump de negligencia en el manejo de la crisis migratoria. Trump la ha señalado como responsable de lo que él llama una “invasión” de inmigrantes en Estados Unidos. Su propuesta para ella: destitución y juicio .

Barack Obama, el expresidente y uno de los líderes más influyentes del Partido Demócrata, ha sido un objetivo constante de Trump. En varias ocasiones, Trump ha acusado a Obama de “traición” por, supuestamente, ordenar la vigilancia de su campaña en 2016. Durante la campaña, no dudó en pedir “tribunales militares públicos” para juzgarlo.

Hillary Clinton sigue siendo una de las obsesiones de Trump. Su famoso grito de guerra de 2016, “¡Enciérrenla!”, fue más que una consigna populista. En sus discursos recientes, Trump ha insinuado que Clinton podría enfrentar el mismo tipo de procesos penales que él considera injustos en su contra. Su mensaje es claro: si él tuvo que enfrentarse a la justicia, ¿por qué Clinton no debería?

Nancy Pelosi, la ex presidenta de la Cámara de Representantes, también ha sido blanca de amenazas. Trump ha sugerido que debería ser procesada por su papel en los disturbios del Capitolio, insinuando que ella misma permitió los disturbios al no ordenar mayor seguridad. Para Trump, Pelosi es una de las figuras que más debería “temerle” a su retorno.

Los fiscales Letitia James y Alvin Bragg, ambos de Nueva York, están en la lista negra de Trump debido a sus investigaciones por fraude en contra del imperio empresarial de su familia. Trump ha calificado estos casos como una “persecución política”, y ha manifestado públicamente que James y Bragg deben ser procesados ​​por abuso de autoridad y “manipulación política”.

Arthur Engoron, el juez que supervisó el caso de fraude en Nueva York, también ha recibido ataques directos de Trump, quien ha pedido abiertamente su encarcelamiento. Para Trump, este tipo de figuras representan un “sistema corrupto” que debe ser depurado para restaurar lo que él llama “la verdadera justicia”.

Jack Smith, el fiscal especial que lideró dos de los casos federales contra Trump, ha sido objeto de constantes insultos y amenazas. Trump no solo lo ha descalificado en medios, sino que ha dejado claro que, en su mandato, figuras como Smith “tendrán que rendir cuentas” por lo que considera una interferencia electoral en su contra.

Liz Cheney=, exrepresentante republicana y una de las voces más críticas de Trump dentro del Partido Republicano, es otro de sus objetivos. Cheney fue clave en la investigación del ataque al Capitolio y no dudó en expresar su descontento con el exmandatario. Trump la ha calificado de traidora, y la ha mencionado en múltiples ocasiones como un ejemplo de los “enemigos internos” que deben ser removidos.

Mark Milley, ex jefe del Estado Mayor Conjunto, también está en la mira. Trump ha llegado a acusarlo de traición y ha insinuado que, en otros tiempos, su castigo habría sido la muerte. Este tipo de afirmaciones han provocado una fuerte reacción de las fuerzas armadas y de los sectores que defienden la independencia militar en EU.

El resto de la lista de enemigos de Trump es extensa e incluye:

  • James Comey, exdirector del FBI, a quien Trump acusó de filtrar información clasificada y de conspirar en su contra.
  • Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, a quien Trump acusa de haber influido en las elecciones de 2020 en su contra.
  • Michael Cohen, su exabogado y colaborador, quien se volvió testigo en los juicios de fraude contra Trump.
  • Miembros del comité del 6 de enero, especialmente aquellos que, según Trump, han “inventado” cargos en su contra.
  • Adam Schiff, exrepresentante demócrata y uno de los principales impulsores de la investigación sobre Rusia, quien ha sido llamado “traidor” y “enemigo de la patria”.

¿HACIA UNA PERSECUCIÓN DE ESTADO?

El retorno de Trump con una agenda de represalias representa un peligroso precedente en la política estadounidense. Utilizar la maquinaria del Estado para perseguir a los oponentes políticos no solo amenaza la democracia, sino que puede desencadenar una crisis institucional sin retorno.

La comunidad internacional observa con cautela, y las organizaciones de derechos humanos han advertido sobre el posible uso indebido del sistema judicial para castigar a adversarios políticos.

LA AMENAZA A LA DEMOCRACIA

La posibilidad de que un presidente emprenda una cruzada judicial contra críticos y oponentes podría representar el colapso de la independencia judicial. Si bien algunos aún creen que todo esto es una prolongación de la retórica combativa de Trump, otros señalan que el expresidente ha sido claro: la venganza es parte de su plataforma política. Y ahora, con un segundo mandato asegurado, no tiene nada que perder.


DATOS CLAVE

  • Precedente peligroso : La posibilidad de una persecución de Estado representa una amenaza directa a la democracia y la separación de poderes en EE.UU.
  • Amenaza real : Trump ha mencionado al menos a 23 figuras públicas a quienes consideran objetivos de represalias judiciales.
  • Inmunidad ampliada : Un fallo reciente de la Corte Suprema protege a los expresidentes de responsabilidad penal después de dejar el cargo.