Desde muy temprano, el río Grijalva anunció un día especial: sus aguas lucían serenas, como un inmenso espejo que abrazaba la ciudad de Villahermosa.
El sol apenas se asomaba por el horizonte cuando las familias comenzaron a llegar a los malecones Carlos Alberto Madrazo Becerra y Leandro Rovirosa Wade.
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De inmediato, sentí el pulso de una fiesta distinta, una que prometía sorpresas, encuentros y aprendizajes.
Este domingo fue el gran estreno de las Tertulias del Grijalva, el nuevo programa impulsado por la presidenta municipal, Yolanda Osuna Huerta.
Desde la primera mirada, comprendí que no se trataba solo de un evento, sino de un espacio vivo para todas las generaciones: niños lanzando risas al viento, jóvenes con la curiosidad a flor de piel y adultos que, con paso entusiasta, recorrían los stands para conocer las ofertas culturales, deportivas y gastronómicas.
A pocos pasos de la orilla, el murmullo del río se fundía con la música que emergía de diversos puntos.
Como un gran corredor cultural, el malecón Carlos A. Madrazo desplegaba carpas coloridas donde el emprendimiento lucía su mejor rostro: artesanías tejidas con hilos de historia familiar, postres que desprendían aromas tentadores y una variedad de productos que parecían materializar la esencia de Tabasco.
“Este es un momento para reencontrarnos con nuestras raíces y compartirlas con el mundo”, expresó una expositora mientras ofrecía con orgullo sus salsas picantes, tan intensas como el sol de mediodía.
Al recorrer los pasillos, noté la presencia de los módulos de empleo, turismo y salud, integrados como piezas de un rompecabezas que busca el bienestar colectivo.
Bajo un cielo que oscilaba entre el azul despejado y las nubes pasajeras, la alcaldesa recordó la importancia de disfrutar al máximo la infraestructura de la ciudad y la majestuosidad del río Grijalva.
“No podemos perdernos esta oportunidad única de convivir en armonía con nuestro entorno y de descubrir lo mucho que tenemos para compartir”, recalcó con voz firme.
En la colonia Centro, la Zona Luz, el Barrio Mágico y los alrededores de Gaviotas Norte, la gente se mostraba ansiosa por participar en las demostraciones de karate, ajedrez y las exhibiciones deportivas del Gym Ateneo.
Imposible no sentir la energía de los más jóvenes, quienes, con la adrenalina a flor de piel, se retaron entre sí en las partidas de ajedrez como si fueran batallas épicas, o mostraron su destreza con el karate, proyectando golpes certeros que recordaban al rugir del viento.
Unos metros más adelante, me topé con el movimiento constante del corredor artesanal y gastronómico.
Los puestos brillaban como tesoros enmarcados por el sol: joyería hecha a mano, molinillos de madera, cestería tradicional y platillos que invitaban a degustar la diversidad de sabores tabasqueños. Allí mismo, las emprendedoras de Mujeres al Centro ofrecían sus productos con una mirada de optimismo, conscientes de que su trabajo es mucho más que una simple venta: se trata de la oportunidad de transformar sus vidas y sostener a sus familias con dignidad.
Mientras caminaba, sentí el aroma de la historia: un grupo de 32 fotógrafos e ilustradores presentaba la muestra “Pellicer visual”, una exhibición que tomaba versos de Carlos Pellicer Cámara y los convertía en imágenes poéticas.
Las fotografías parecían susurrar historias de río y selva, evocando las palabras del célebre poeta tabasqueño. Observé la emoción en los rostros de los visitantes que, como en un viaje íntimo, se dejaban atrapar por la fuerza de cada imagen.
Al mediodía, el sol ya estaba en lo alto, y me desplacé hasta el malecón Leandro Rovirosa, donde se desarrollaban talleres de concientización sobre la discapacidad y huertos familiares.
Allí, un grupo de niños plantaba semillas en pequeñas macetas, como un acto simbólico de sembrar esperanza. Un guía señalaba la ribera del río y explicaba la importancia de cuidar la vegetación de la zona riparia, vital para el equilibrio del ecosistema.
Las Tertulias del Grijalva habían comenzado desde las siete de la mañana, con corredores y ciclistas que dieron vida a las ciclovías.
La jornada avanzaba con la sonorización de música indie en español y una plática sobre prevención del embarazo adolescente, para luego culminar con una explosión de arte urbano y el ritmo alegre de “Los Kennedy”.
Al caer la tarde, la brisa del río traía ecos de risas y aplausos, pintando un domingo que dejó huella en cada rincón de Villahermosa.
Este primer día de Tertulias del Grijalva se sintió como una bocanada de aire fresco, una invitación para tomar el pulso a la ciudad y disfrutar de la riqueza que se desprende de sus paisajes y de su gente.
Como cronista, puedo decir que Centro late con nuevas fuerzas. Y cada domingo, mientras el río se tiñe de distintos matices y la ciudad despierta, esta fiesta seguirá iluminando el corazón de quienes se acerquen a descubrirla.