CDMX.— Con su anuncio del martes, Claudia Sheinbaum abrió oficialmente uno de los debates más sensibles de su gobierno: una reforma electoral que, en palabras suyas, está incluida en su plan de 100 compromisos y que abordará, en primer término, el funcionamiento del Instituto Nacional Electoral (INE), el modelo de representación legislativa y el alto costo de las elecciones en México.
El mensaje, lanzado desde Palacio Nacional, no fue improvisado ni casual. Llega tras semanas de tensión por la validación de los resultados de la elección judicial, en la que el INE anuló votos por presuntas irregularidades en casillas de Chiapas —algunas con participación del 100% o con sufragio uniforme para un solo candidato—.
La Presidenta acusó a algunos consejeros de “extralimitarse” al asumir funciones que corresponden al Tribunal Electoral, y de actuar con un sesgo político en contra del proyecto de la Cuarta Transformación.
“Hay consejeros que no buscan que se cumpla la voluntad del pueblo. Esa es la democracia”, lanzó. Y más adelante añadió: “El INE se extralimitó al decir que había votos que no debieron incorporarse al resultado final, cuando esa es labor del Tribunal Electoral”.
UN REDISEÑO QUE SHEINBAUM CONSIDERA NECESARIO
En un país con uno de los sistemas electorales más costosos del mundo, Sheinbaum considera que llegó la hora de ajustar las reglas: menos gasto, más cercanía territorial, mayor legitimidad, sin tocar —al menos en el discurso— la autonomía del INE.
“El INE sigue como organismo autónomo, tiene que seguir así”, aclaró en respuesta a una pregunta directa sobre si se pretende eliminar su independencia. Pero acto seguido subrayó: “El pueblo gasta mucho en elecciones”.
Según cifras del propio instituto, la elección judicial costó más de 8 mil millones de pesos, además de los recursos destinados anualmente a partidos políticos. Ese es otro de los objetivos que Sheinbaum quiere revisar, así como el modelo de representación proporcional, especialmente los diputados y senadores plurinominales, cuya existencia, dijo, ya no responde a la realidad política del país.
PRIMERA MINORÍA EN LUGAR DE LISTAS
Entre los cambios propuestos destaca la intención de sustituir el sistema de listas plurinominales por la figura de primera minoría, es decir, que accedan a cargos legislativos los candidatos que queden en segundo lugar en cada distrito o entidad, desplazando a los aspirantes colocados por las cúpulas partidistas.
En México hay libertad de expresión. No hay censura. pic.twitter.com/x3wSOEB44X
— Claudia Sheinbaum Pardo (@Claudiashein) June 25, 2025
“¿Qué virtud tiene eso? Que todos van al territorio a presentarse con la ciudadanía a hacer campaña”, explicó. Y cuestionó que haya quienes, “tras seis años fuera del país, regresen a ser el número uno en la lista pluri. ¿Cómo?”, ironizó.
APOYO MORENISTA, RESISTENCIA OPOSITORA
En el Congreso, Morena cerró filas con la iniciativa. El senador Saúl Monreal afirmó que el INE cometió fallos graves en la elección judicial y que el rediseño debe incluir “desde el financiamiento hasta la organización” del órgano electoral. Incluso sugirió renovar el Consejo General.
La propuesta, sin embargo, generó rechazo frontal en las bancadas del PAN y del PRI. El coordinador priista Manuel Añorve advirtió que se pretende “quitar a los consejeros que no se alinean con Morena y meter a puros cuates de la 4T”.
Mientras que el dirigente nacional del tricolor, Alejandro Moreno, aseguró que la reforma busca “debilitar a los partidos de oposición para impedir la competencia electoral”.
Ricardo Anaya, líder de Acción Nacional, fue más lejos: comparó la propuesta con un intento de regresar a los tiempos en que el Ejecutivo organizaba elecciones sin árbitros autónomos.
UN REDISEÑO CON OPORTUNIDADES… Y RIESGOS
Desde una óptica institucional, el planteamiento presidencial abre un espacio legítimo para discutir la racionalidad del gasto electoral, la calidad de la representación política y la eficiencia del sistema electoral mexicano.
Pero también exige precaución: reformar al árbitro desde el poder gobernante suele generar sospechas, sobre todo cuando se hace tras un proceso electoral que dejó dudas —como fue el caso de los comicios judiciales— y con una mayoría parlamentaria que podría aprobar cambios sin el consenso de las oposiciones.
Sheinbaum, sin embargo, parece apostar a que el respaldo popular de su elección le da un mandato claro para corregir lo que considera disfuncional. “No queremos que se diga que somos autoritarios; queremos elecciones limpias, democráticas”, dijo.
A FAVOR DEL CAMBIO, PERO CON CUIDADO
El sistema actual, es cierto, consume enormes recursos públicos y ha sido vulnerado por intereses partidistas, empresariales y criminales. En más de una elección, ha sido el propio INE el que ha denunciado la interferencia del dinero ilícito en campañas y la debilidad de sus herramientas para combatirla.
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Pero cambiar las reglas sin preservar los contrapesos puede ser tan riesgoso como mantener un sistema disfuncional. La propuesta presidencial debe pasar por el tamiz del Congreso, donde no solo se vota, sino que se negocia, y donde algunos aliados han frenado iniciativas pasadas por celos de cuotas o ambiciones personales.
La reforma que viene, si bien no busca desaparecer al INE ni a los partidos, sí pretende redefinir el papel del árbitro, del financiamiento y de la representación política. El reto será hacerlo sin mermar la equidad, sin debilitar la vigilancia y sin caer en regresiones.
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