Mientras todos observan cómo se cortan las barbas judiciales en la aprobación de la Reforma Judicial, en Tabasco, los habitantes del viejo edificio de Eusebio Castillo —los integrantes del Instituto Electoral de Participación Ciudadana (IEPCT)— ya comienzan a poner las suyas a remojar. Aunque la Reforma Electoral fue temporalmente retirada del «Plan C», la realidad es que en Tabasco se vive lo que podría considerarse como la crónica de una muerte anunciada, parafraseando al célebre Gabriel García Márquez.
El horizonte para el IEPCT se vuelve cada vez más sombrío. La Reforma Electoral sigue su curso, y se prevé que será discutida en el segundo periodo de sesiones del Congreso de la Unión. Aunque la demora podría ofrecer un respiro para algunos, en el fondo, la extinción del IEPCT parece tan inevitable como el desenlace de la famosa novela de García Márquez: todos saben que llegará el momento, pero pocos parecen estar dispuestos a admitirlo abiertamente.
Con la desaparición de los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLEs) como uno de los ejes principales de la reforma, el IEPCT, que alguna vez fue el centro neurálgico de las elecciones en Tabasco, parece tener los días contados. La estructura misma del instituto se ha ido desmoronando tras años de cuestionamientos y críticas, y aunque hoy sobrevive, la reforma plantea un desenlace que será tan definitivo como ineludible.
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El eje central de la reforma electoral propuesta es la creación del Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC), una versión centralizada del actual INE, que no solo asumirá las responsabilidades del instituto nacional, sino también las funciones de los OPLEs, como el IEPCT. Con esto, los organismos locales, que históricamente han sido acusados de duplicar funciones y operar con presupuestos excesivos, verán sus competencias transferidas al INEC.
La propia consejera presidenta del INE, Guadalupe Taddei, una figura clave en el debate, ha planteado sus reservas sobre la desaparición de los institutos locales. En entrevista con Fabiola Martínez, publicada en La Jornada el 24 de junio de 2024, Taddei Zavala dejó en claro que no está de acuerdo con la desaparición de los OPLEs «ni con reducir la plantilla en las juntas locales y distritales. Sobre este último punto, su oposición es porque –afirma– se afectaría la plantilla de quienes van a todos los rincones del país» [https://shorturl.at/eudop].
La propuesta no solo elimina los OPLEs, sino que reorganiza por completo el sistema electoral mexicano. Entre los cambios más drásticos se encuentra la reducción de consejeros. El INEC estaría conformado por sieteconsejeros, elegidos por voto popular, en lugar de los 11 actuales del INE. Esto no solo centraliza el poder electoral, sino que pone en manos del voto popular la selección de quienes deberían garantizar la imparcialidad de los comicios, un movimiento que genera controversia por las implicaciones políticas de tal decisión.
UN ADAGIO: «Para que no se pueda abusar del poder, es preciso que el poder detenga al poder» [MONTESQUIEU]
De aprobarse la reforma, en junio de 2025 el IEPCT tendría un plazo de 180 días para transferir sus recursos, bienes y archivos al nuevo INEC, lo que podría implicar no solo la desaparición del órgano, sino también la pérdida de empleos para 153 empleados no pertenecientes al Servicio Profesional Electoral Nacional (SPEN). Esta transición forzada plantea un reto para la gestión de recursos humanos y podría provocar inestabilidad laboral para cientos de trabajadores que han dedicado años a la operación del instituto.
Además, vendría también la desaparición de los Tribunales Electorales Locales, como el Tribunal Electoral de Tabasco (TET), lo que concentraría aún más el poder en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), limitando los recursos judiciales en los estados y dejando el arbitraje electoral exclusivamente en manos federales. Este cambio incrementa las tensiones sobre la efectividad y representatividad de las resoluciones locales, que ahora dependerían de un organismo federal más distante.
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El costo del IEPCT, que en sus inicios manejaba cifras mucho más modestas, ha crecido de manera constante año con año. No siempre fue de 220 millones de pesos en años no electorales ni de 433 millones en años electorales, pero como cualquier organismo público, su presupuesto fue escalando.
De alguna manera, su desaparición no solo representaría un ahorro presupuestal para el próximo gobierno estatal —que dejaría de financiar este organismo—, sino también la culminación de un ciclo en el que la democracia tabasqueña fue, por decir lo menos, costosa.
Sin embargo, más allá de los números, es necesario observar el papel que ha jugado el IEPCT en estos 28 años de existencia. Desde su fundación en 1996 bajo otra denominación, ha organizado nueve procesos electorales en Tabasco.
Cada seis años ha tenido que lidiar con la elección más grande en la que se votan gobernador, alcaldes y el Congreso local, y, tres años después, las elecciones intermedias,donde los tabasqueños eligen de nuevo a sus alcaldes y legisladores locales. Lo irónico de todo esto es que la elección del 2024 muy posiblemente sea la última que este instituto organice, porque para las intermedias del 2027, el proceso electoral recaería en el nuevo INEC, si la reforma es aprobada.
En última instancia, lo que se perfila para el IEPCT es una desaparición que, aunque pueda parecer dolorosa para algunos, llega tras años de desgaste institucional. Desde su creación, el IEPCT ha estado marcado por escándalos, como el tristemente célebre «Chocoweb», en el que se acusó un fraude cibernético en el 2000 contra el PRD, lo que puso al descubierto una red electrónica para enviar información electoral desde la empresa Ultrabyte a la casa de campaña del candidato del PRI Manuel Andrade, como lo describe el periodista José Manuel Hernández León en su columna *Papa Caliente*, publicada en *La Verdad del Sureste* [https://shorturl.at/R2s0y].
El último de los escándalos ocurrió en la elección intermedia del 2021, cuando se detectó el error de impresión de más de 760 mil boletas de distritos que no traían el número del distrito donde se llevarían a cabo las votaciones sino el distrito donde se realizaría el cómputo final de la elección, que tuvo un costo de 800 mil pesos, que presuntamente asumió Talleres Gráficos de México.
Si bien la desaparición del IEPCT puede representar un alivio financiero para Tabasco, también es una señal de alerta sobre el riesgo de centralización excesiva. La historia electoral del estado, con sus luces y sombras, ha mostrado que la democracia es frágil, y centralizar el poder electoral en el INEC no necesariamente garantizará su fortalecimiento. El camino hacia la consolidación democrática, como señala Norberto Bobbio, depende no solo de instituciones fuertes, sino de la confianza y participación activa de los ciudadanos. El futuro del IEPCT parece estar escrito. Y como en toda crónica de una muerte anunciada, solo queda esperar el desenlace.
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