El gobernador Javier May presentó a Serafín Tadeo Lazcano como nuevo titular de la SSPC de Tabasco y a Jesús Amaya Guerrero como comisionado de la Policía Estatal.

Crónica | Lazcano: el dóberman que May suelta contra la inseguridad

«¡Ese señor es malo, tiene cara de malo!», suelta un reportero al aire, buscando encender la conversación entre colegas y saber si era el único que lo pensaba. Tres minutos antes, en una rueda de prensa apresurada, el gobernador Javier May Rodríguez había anunciado a Serafín Tadeo Lazcano como nuevo titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) de Tabasco. La prensa llegó a la carrera, no por la ceremonia en sí, sino por lo que representaba: el primer gran giro en la estrategia de seguridad del estado.

May lee su comunicado con tono sobrio: «Informo al pueblo de Tabasco que nombré a Serafín Tadeo Lazcano como nuevo Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana». A su lado, el nuevo titular permanece de pie, con la quietud de quien ha aprendido que el lenguaje corporal puede delatar demasiado. No hay un solo gesto que sugiera emoción. No hay una línea en su rostro que conceda espacio a la vanidad. No hay ni siquiera un parpadeo que pueda interpretarse como señal de complacencia.

El gobernador, en cambio, refleja la serenidad del que ha tomado una decisión pensada, consultada y reforzada desde la Ciudad de México. No por nada, en la última semana se reunió dos veces con Omar García Harfuch, titular de la Secretaría de Seguridad federal. Como prueba del respaldo de la Federación, a la presentación de Lazcano asiste Francisco Javier Moreno Montaño, uno de los tres subsecretarios que Harfuch se trajo de su administración en la capital para reforzar su equipo en el gobierno federal.


SERAFÍN TADEO LAZCANO

Nuevo titular de la SSPC de Tabasco

Jefe regional en Tabasco y otras entidades.

• Experiencia de más de 30 años en seguridad.

• Ex Policía Judicial Federal en la entonces PGR.

• Comandante federal en Sinaloa, Michoacán y Guerrero.


«Doy la bienvenida a Francisco Javier Moreno Montaño, Comisionado del Servicio de Protección Federal», lee May desde el Salón José Gorostiza. Mientras, Lazcano sigue impávido. Es el rostro de un hombre que ha pasado demasiado tiempo en las trincheras como para dejar que un acto protocolario altere su temple. Su mirada no titubea. No se inmuta cuando se le describe. No se le nota incómodo, pero tampoco entusiasmado. En él, la expectación se confunde con la reserva.

UN HOMBRE FORJADO EN LAS SOMBRAS

El gobernador es breve en la semblanza. Apenas unas líneas para condensar la carrera de un hombre que ha transitado en las zonas más calientes del país. «Por más de tres décadas prestó servicios en la entonces Procuraduría General de la República como Policía Judicial Federal», recita May. Lazcano ni parpadea. Ni cuando mencionan que fue comandante federal en Sinaloa, Michoacán y Guerrero. Ni cuando agregan que también fue jefe regional de la Fiscalía General de la República en Tabasco.

La nariz grande y reacia es uno de los rasgos que destacan en su rostro curtido. Su quijada firme y los labios apretados son de alguien que ha aprendido que la boca cerrada es un recurso más valioso que cualquier declaración. En él no hay desprecio por el nombramiento, pero tampoco regodeo. Está ahí porque lo exigen las formas, porque hay un protocolo que cumplir. Pero su instinto está en otra parte. No es un hombre de discursos ni de cámaras.


JESÚS AMAYA GUERRERO

Nuevo comisionado de la Policía Estatal

• Ha ocupado diversas encomiendas estratégicas en seguridad.

Maestro en Seguridad Pública.

28 años en la Fiscalía General de la República (FGR).


May no lo nota. Sigue en lo suyo, cerrando el anuncio con la frase de rigor: «Ahora se integra con nosotros y le damos la bienvenida a Tabasco». Quizás, con ello, libere la opresión en el pecho de haber tomado la decisión más importante de sus cuatro meses de gobierno. Lo que sí queda claro es que, con esta designación, el gobernador coloca a un hombre de perfil operativo al frente de la seguridad del estado, dejando claro que la política de contención será sustituida por una de acción.

En el mismo acto, el gobernador presenta a Jesús Amaya Guerrero como nuevo comisionado de la Policía Estatal. No había pasado ni media hora cuando en los grupos de WhatsApp ya circulaba un rumor: que en Sonora, Amaya «lideró un retén ilegal». Así es recibido. Así lo bautizan sus detractores, los que piensan que se puede combatir la inseguridad predicando con los malos hasta volverlos santos.

LA PRIMERA IMPRESIÓN ES IMPLACABLE

«¡Ese señor es malo!», insiste el reportero, soltando una carcajada. No se refiere a Amaya. Se refiere a Lazcano. En el salón, su expresión sigue impenetrable. No parece incómodo en el presidium, pero tampoco complacido. Está ahí porque el cargo lo exige. Porque alguien tenía que asumir la responsabilidad. Porque alguien tenía que hacerse cargo de un estado que se ahoga en homicidios, extorsiones y secuestros.

Mientras en redes sociales algunos periodistas interpretan la presencia de un enviado federal como un signo de debilidad de May, otros lo leen como una confirmación de que la Federación no le soltará la mano al gobernador tabasqueño. Un mensaje claro: Claudia Sheinbaum está al tanto de lo que pasa en Tabasco y ha decidido involucrarse directamente en la estrategia de seguridad.

«En todo este esfuerzo contamos con el decidido respaldo de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo», enfatiza May, citando el nombre completo de la mandataria, como si eso reforzara aún más el peso de la frase. «Vamos a continuar e intensificar los trabajos por la paz y seguridad», remata. Luego, anuncia que los nuevos titulares de seguridad tendrán oportunidad de hablar.

Pero los micrófonos se quedan sin voz. No hay mensaje de Lazcano ni de Amaya. El nuevo secretario de Seguridad ha aprendido que la boca cerrada es mejor que la abierta. Que la mirada fría es más útil que la expresiva. Que un cuerpo disciplinado es la mejor defensa contra la incertidumbre.

EL DÓBERMAN QUE AGUARDA LA ORDEN

Tal vez el reportero tenga razón. Lazcano es serio, hermético, casi hosco. No parece un hombre que disfrute de los discursos ni de las cámaras. No será un funcionario que busque a la prensa ni que juegue a la política de las relaciones públicas. Pero eso no significa que no tenga claro su papel.

Es un dóberman que espera la orden. Un cazador que mide el entorno, que calcula, que observa con el desinterés aparente de quien solo está esperando el momento de actuar. No quiere reflectores, no quiere entrevistas, no quiere posar para la foto.

Si hubiera podido, en ese instante se habría despojado de la formalidad de la ceremonia. Habría dejado atrás el protocolo y se habría perdido en las calles. Con la serenidad de quien entiende que su trabajo no está en los anuncios ni en las presentaciones, sino en la cacería.

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