Las pequeñas manos se movían con precisión, buscando encajar la pieza correcta en el rompecabezas multicolor.
El niño tomaba cada pieza como si fuera un desafío, se detenía, la observaba y, tras un breve momento de reflexión, la colocaba.
Cuando acertaba, su sonrisa iluminaba la mañana. Si fallaba, se rascaba la cabeza, meditando un poco más antes de volver a intentar.
Así, pieza a pieza, se fue formando la imagen de un par de personajes infantiles que, con sus nombres, evocaban valores y conductas que, según se decía, podían construir un mejor futuro.
Don Asael observaba a su hijo con la paciencia de quien conoce bien el arte de perseverar.
Esperaba a que el pequeño terminara para acercarse al módulo del Registro Civil, parte de las Jornadas de Atención al Pueblo en Territorio.
Hoy, él sería testigo del casamiento de sus vecinos, una ceremonia que, para Asael, representaba mucho más que el simple acto de unión.
“Esto es muy interesante, ayuda a apartar a nuestros hijos de las drogas y las malas compañías”, decía, con la voz serena del nativo del Ejido Tierra y Libertad, a solo 20 minutos del Centro Integrador.
ENSEÑAR VALORES: UN ROMPECABEZAS DE COMUNIDAD
“Se me hizo un poquito difícil porque es la primera vez que armo un rompecabezas”, confesó el niño, mientras sostenía la última pieza con una sonrisa de satisfacción.
A su alrededor, unos 30 niños más se rompían el coco, tratando de completar sus propios rompecabezas.
No era solo un juego; era una lección de paciencia, cooperación y perseverancia, con la que aprendían “valores que contribuyen a construir un pueblo más justo y solidario”, explicó Cinthia Solís, encargada del módulo de la Contraloría Social.
“Desde pequeños pueden conocer que existe un presupuesto destinado a obras públicas y que, como ciudadanos, todos tenemos que cuidar”, añadió la servidora pública.
Las palabras de Cinthia sonaban casi como un mantra: la necesidad de que las nuevas generaciones comprendan términos que para muchos adultos son ajenos, como “comité” o “beneficiario”.
Pero más importante, subrayaba, era que los niños llevaran ese aprendizaje a sus compañeros de escuela, porque el conocimiento, como las piezas de ese rompecabezas, cobra sentido solo cuando se comparte.
LECCIONES EN LA PLAZA: DE PAYASOS Y PASOS CEBRA
No muy lejos, sobre el escenario improvisado a un costado de los módulos, tres payasos desplegaban su arte con la misma agilidad de un malabarista.
Con su humor y energía, arrastraban a adolescentes y adultos al torbellino de carcajadas y enseñanzas. Entre bromas y juegos, les recordaban la importancia de los pasos cebra y de la responsabilidad vial.
“Chocolatita”, una de las payasas, cuyo nombre real es Nelly Ortega, es policía vial desde hace 18 años. Durante el mismo tiempo, ha interpretado el sketch de concientización vial, convencida de que “el fin es educar lúdicamente al niño para que, cuando sea grande, no incurra en faltas al reglamento”.
El espectáculo terminó con una ovación y una fila de chicos y grandes que rodearon a los payasos para fotografiarse con ellos.
Entre ellos estaba el hijo de don Isaías López, de apenas cinco años, que se colocó en la fila con entusiasmo para obtener su imagen de recuerdo.
“Aparte de los servicios, esto nos vuelve a hermanar como pueblo. Los servicios son ganancia. Pueblo y Gobierno nos volvemos a encontrar, hermanados”, resumió don Isaías, oriundo de Cucuyulapa, con una mezcla de nostalgia y esperanza en la voz.
PIEZAS DE UN MISMO ROMPECABEZAS
Las jornadas de atención no solo son módulos de servicios, sino puntos de encuentro. Allí se forman filas para trámites, pero también para compartir historias, aprender y reír.
La plaza del poblado se convierte en una metáfora viva de la comunidad: niños que arman rompecabezas, adultos que se reencuentran, vecinos que celebran bodas y payasos que arrancan sonrisas mientras educan sobre seguridad vial.
Esa mañana en el Centro Integrador, las piezas encajaban casi por sí solas, como si el trabajo de construir una sociedad más justa y solidaria no fuera tan complicado después de todo.
Al menos, ese era el mensaje que los organizadores querían transmitir. Porque más allá de los servicios ofrecidos, lo que la jornada dejaba claro era que el gobierno y la comunidad, como dos piezas del mismo rompecabezas, deben unirse para dar forma a una imagen más completa y armoniosa.
La idea es simple pero poderosa: enseñar, conectar y construir comunidad, una pieza a la vez.
ACTIVIDADES DESTACADAS
- Educación vial: A través de sketches de payasos como “Chocolatita”, se enseña la importancia de la seguridad en las calles.
- Contraloría Social: Niños aprenden sobre presupuestos públicos y valores cívicos mediante actividades lúdicas.
- Registro Civil: Eventos especiales como bodas comunitarias fortalecen los lazos en la comunidad.
- Ubicación: Ejido Tierra y Libertad, cercano al Centro Integrador, sede de las jornadas.