Villahermosa huele a fritangas, a butifarra recién salida del comal y a cerveza de raíz servida en vasos de unicel. El aire arrastra la humedad de una lluvia tempranera que se fue tan rápido como llegó, como si la tormenta hubiera querido limpiar el cielo para dejarlo listo.
A las cinco de la tarde, la Plaza de Armas ya era un hervidero. Familias enteras llegaron desde temprano con niños en brazos y abuelos de bastón, todos buscando un sitio para no perder detalle de la noche patria.
El escenario no era sólo el Palacio de Gobierno iluminado con los colores verde, blanco y rojo. Las calles aledañas, cerradas al tráfico, se convirtieron en feria. Artesanas acomodaron sombreros pintados a mano, cocineras tradicionales ofrecieron platanitos fritos, chiles en nogada y aguas tropicales.
Entre risas y fotografías, se escuchaba el pregón de los vendedores y la música de fondo: primero el humor blanco del payasito Clavo, luego el golpe de tambor y flauta de carrizo de los tamborileros, que recordaron a todos que Tabasco tiene su propio ritmo.
“Que vivan las mujeres, los niños, las juventudes, nuestros pueblos originarios y migrantes.
— Héctor Tapia (@HectorTapia_) September 16, 2025
¡Viva la paz, la honestidad y el pueblo de Tabasco!
¡Viva México!” 🇲🇽✨ pic.twitter.com/rNGu9W5eMs
LA ESPERA
El reloj del Palacio marcaba las 9:30 de la noche cuando ya era difícil caminar entre tanta gente. La Catedral de Villahermosa brillaba como nunca y, frente a ella, las familias aprovechaban para tomarse selfies.
La Flor Tabasco 2025, María Fernanda Palma, se dejó ver entre el público invitando a probar el “Turista Choco”, un juego local inspirado en Monopoly. Nadie quería quedarse fuera de la verbena.
Transmisión Especial: Ceremonia del Grito de Independencia. https://t.co/uNcaLNpWRX
— JAVIER MAY (@TabascoJavier) September 16, 2025
Don Alberto y doña Elena, matrimonio de Tamulté de las Barrancas, llegaron temprano y se sentaron en segunda fila. Vestidos de tricolor, bailaron sin pena al compás de los “Tamborichocos”. “Hoy se grita fuerte”, decía don Alberto, convencido de que este año había un motivo extra para celebrar.
EL MOMENTO
A las 10:20 de la noche, el gobernador Javier May Rodríguez salió al balcón principal. Lo acompañaba su esposa, Aurora Raleigh, presidenta honoraria del DIF Tabasco. Frente a él, una Plaza de Armas desbordada lo recibió con un rugido que hizo vibrar la explanada.
Con voz firme, May comenzó a lanzar los vivas: “¡Vivan los héroes que nos dieron patria! ¡Viva Hidalgo! ¡Viva Morelos! ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez! ¡Viva Leona Vicario! ¡Vivan las mujeres! ¡Viva el pueblo de Tabasco!”. En total, fueron 21 vivas, uno tras otro, coreados al unísono.
El eco no sólo repitió los nombres de los insurgentes. También incluyó a las niñas, los niños, a los migrantes, a los pueblos originarios, a la Cuarta Transformación y a la honestidad. Era un mensaje político disfrazado de fiesta patria, un grito que quiso ser memoria y presente a la vez.
EL DETALLE INÉDITO
Por primera vez, además de diputados y magistrados, hubo ciudadanos invitados en el balcón. Ahí estaba doña Martha, beneficiaria de Tandas para la Mujer, que no cabía en sí de emoción: “Este grito jamás lo olvidaré”, decía mientras mostraba en su celular la foto que se tomó con el gobernador.
Villahermosa, ya entrada la madrugada, seguía con el rumor de la fiesta. El 215 aniversario de la Independencia no se quedó en discurso oficial: fue verbena, fue pólvora en el cielo, fue orgullo popular.
La escena tuvo carga simbólica. En un espacio reservado históricamente para élites, May colocó a mujeres de barrio, cocineras, artesanas. “Las mujeres hemos sido valientes”, dijo Eli Osorio, cocinera tradicional que ofrecía antojitos. “Hoy quedó claro, porque hasta la presidenta Claudia Sheinbaum dio su grito este año. Es nuestro tiempo”.







LA MÚSICA Y LA PÓLVORA
El mariachi juvenil arrancó con “El Son de la Negra” y el Ballet Folklórico del CEIBA puso a girar faldas de colores en medio de la plaza. La Orquesta Sinfónica del Estado interpretó temas de Juan Gabriel y Joan Sebastian. Mery Álvarez sorprendió con un repertorio de Luis Miguel. Cada nota se mezclaba con la algarabía de la gente y el humo de los antojitos.
Cuando la campana del Palacio repicó, réplica de la de Dolores Hidalgo, todos levantaron la voz. Y entonces, el cielo se abrió en luces. Los fuegos artificiales estallaron en una lluvia de colores que duró casi media hora. Veintisiete minutos de explosiones que hicieron retumbar la ciudad, mientras el grito seguía flotando como eco.
Los niños abrían los ojos como platos, los adultos grababan con sus teléfonos. Un niño preguntó si las luces eran estrellas cayendo. Una mujer mayor dijo que hacía años no veía un espectáculo tan largo. Así, entre asombro y risas, la noche se convirtió en memoria.
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LA FIESTA QUE SIGUIÓ
Al otro lado de la plaza, El Mimoso y su Banda cerraron la jornada con música de baile. Nadie se movió hasta que la última canción terminó. El operativo de seguridad de la Policía Estatal, la Guardia Nacional y la Sedena logró que la multitud se dispersara en orden.
El primer grito de Javier May no sólo recordó a los héroes de 1810, también quiso dibujar la identidad de un pueblo que se sabe parte de la historia nacional y que busca dejar su propia huella.
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