Eduardo Ramírez Aguilar asumió este domingo la gubernatura de Chiapas en un acto cargado de simbolismo y declaraciones contundentes. El llamado “Jaguar Negro” no solo prometió devolver la paz a una entidad agobiada por la violencia, sino que también esbozó una alianza estratégica con Tabasco y su gobernador, Javier May, como eje clave para enfrentar la inseguridad en la región fronteriza.
“Vamos a pacificar esa parte entre Chiapas y Tabasco, ya lo verás”, expresó Ramírez Aguilar al dirigirse a May, un mensaje que resuena más allá de lo protocolario. Su frase apunta a una colaboración ineludible entre dos estados cuyas problemáticas comparten una raíz común: el control territorial de los cárteles y la debilidad institucional en zonas marginadas. El desafío es monumental, pero la sintonía entre ambos mandatarios podría marcar una diferencia.
UN CONTEXTO DE FUEGO CRUZADO
La situación en Chiapas y su frontera con Tabasco no admite pausas. Los grupos criminales, liderados por el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación, se disputan la región con la participación de células locales como el Cártel de Chiapas y Guatemala. Este entramado ha desatado una espiral de violencia que se traduce en homicidios, extorsiones y desplazamientos masivos.
Acompañamos con mucho gusto a nuestro amigo y compañero Eduardo Ramírez Aguilar (@ramirezlalo_) en su toma de posesión como Gobernador de Chiapas. Nos une el amor al pueblo y vamos a trabajar muy coordinados para bienestar de nuestras entidades que comparten frontera. pic.twitter.com/04Q9v1xqdU
— JAVIER MAY (@TabascoJavier) December 8, 2024
El hallazgo en noviembre pasado de cuatro cuerpos en Reforma, en los límites con Tabasco, subraya la complejidad del desafío. Aunque Ramírez Aguilar enmarcó su toma de protesta con imágenes de la Selva Lacandona y la promesa de que la paz “volverá a reinar”, los datos duros presentan un panorama sombrío: 400 homicidios dolosos entre enero y noviembre de 2024, la cifra más alta en una década, según el Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública.
En este entorno, la mención de Tabasco no es fortuita. Las dinámicas delictivas en la frontera han impactado tanto a los municipios chiapanecos como a los tabasqueños, convirtiendo la colaboración entre gobiernos vecinos en una necesidad más que en una cortesía política.
ESTRATEGIA DE RAMÍREZ: PRUEBA DE FUEGO PARA LA SEGURIDAD
Durante su discurso, Eduardo Ramírez delineó un plan de seguridad basado en cuatro pilares: atender las causas estructurales de la violencia, fortalecer la inteligencia e investigación, fomentar la cooperación institucional y garantizar “cero impunidad”. Para dar credibilidad a sus palabras, puso a prueba a su gabinete de seguridad: “Están a prueba; si no hay resultados, se van”, advirtió al recién nombrado secretario de Seguridad, Óscar Alberto Aparicio Avendaño, y al fiscal Jorge Luis Llaven Abarca.
Sin embargo, su mayor desafío no estará solo en los nombres, sino en la implementación de estrategias que logren romper con las estructuras de control del crimen organizado. La creación de la Secretaría de Seguridad del Pueblo es un paso audaz, pero dependerá de su capacidad operativa y de coordinación con el gobierno federal y los estados vecinos.
La relación con Javier May, gobernador de Tabasco, cobra aquí un sentido estratégico. Ambos mandatarios comparten la visión de la Cuarta Transformación, pero es su capacidad para alinear recursos y políticas lo que definirá si logran resultados tangibles en materia de seguridad.
TABASCO: UNA SOCIO CLAVE PARA LA PACIFICACIÓN
La mención directa de Javier May en el discurso inaugural de Ramírez Aguilar no es casual. Tabasco y Chiapas no solo comparten límites geográficos, sino también una historia de problemáticas comunes, exacerbadas por la ausencia del Estado en zonas rurales y la expansión de grupos criminales.
Ramírez busca capitalizar la experiencia de mayo en la gestión de programas sociales y en la implementación de proyectos de infraestructura que generen cohesión social. Pero, más allá de lo operativo, el mensaje es político: pacificar Chiapas requiere una visión regional donde la colaboración trascienda colores partidistas y se enfoque en soluciones concretas.
La declaración “vamos a pacificar esa parte entre Chiapas y Tabasco” no es solo un gesto de buena voluntad; es un llamado a reconocer que la seguridad es un esfuerzo compartido. Si bien Ramírez asume la responsabilidad en su estado, la integración con Tabasco podría convertirse en un modelo de cooperación interestatal en materia de seguridad.
UN GOBIERNO QUE COMIENZA BAJO LA LUPA
El acto de toma de protesta estuvo rodeado de figuras clave de Morena, como Luisa Alcalde, Ricardo Monreal y gobernadores de la Cuarta Transformación, lo que subrayó el respaldo político al nuevo gobernador. Sin embargo, el apoyo no bastará para sortear los desafíos inmediatos.
En Chiapas, las demandas ciudadanas van más allá de los discursos. Regiones como Los Altos y la Sierra exigen resultados concretos: el cese de extorsiones, el control de carreteras y el fin del desplazamiento forzado. En estas zonas, la desconfianza hacia las instituciones es palpable, y el nuevo gobierno tendrá que demostrar que la “cero impunidad” no es solo una frase.
La paz en Chiapas no se logrará de la noche a la mañana, pero la colaboración con Tabasco podría ser el primer paso en un camino largo y sinuoso. La sintonía entre Ramírez y May es prometedora, pero, como todo en política, el tiempo y los resultados serán el verdadero juez.
LOS RETOS DE PACIFICAR CHIAPAS
- Diciembre 2024 : Asume Eduardo Ramírez Aguilar con promesas de “cero impunidad”.
- Septiembre 2024 : Secuestro del alcalde electo de Frontera Comalapa.
- Octubre 2024 : Desplazamientos masivos en Pantelhó por enfrentamientos armados.
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