Villahermosa amaneció distinta. Desde el lunes, un ejército de manos trabajadoras comenzó a dar forma a una tradición que, año tras año, transforma la ciudad en un lienzo colorido.
La avenida Paseo Usumacinta, arteria principal de la capital tabasqueña, es ahora escenario de un cambio sutil pero contundente: las flores de Nochebuena, símbolo de las festividades decembrinas, tomó el lugar de las cempasúchiles que, apenas semanas atrás, iluminaban la ciudad con su tono dorado vibrante.
El aire fresco del amanecer acompaña el movimiento de trabajadores del Ayuntamiento de Centro, quienes, con paciencia y precisión, colocan cada planta en las jardineras que bordean la avenida.
Este trabajo no solo marca el inicio del corredor floral, sino también el comienzo de una transición emocional: la ciudad deja atrás el recuerdo del Día de Muertos y se sumerge en el espíritu de la Navidad. Las cempasúchiles, que llenaron de aroma y color los días de noviembre, han dado paso a un rojo intenso que anuncia la llegada de las fiestas decembrinas.
El rojo que anuncia el fin de año
Cada flor de Nochebuena parece contar una historia. Para algunos, representa el inicio de una temporada de unión y esperanza; para otros, la tradición que marca el final de un ciclo y el inicio de otro. En el Paseo Usumacinta, las jardineras no son solo adornos, son testigos silenciosos del ir y venir de una ciudad que, pese a sus retos, encuentra en estas pequeñas acciones motivos para celebrar.
El contraste no pasa desapercibido. Si el cempasúchil evocaba lo eterno y lo ancestral, la Nochebuena simboliza lo efímero y lo festivo. Es una flor que, al igual que el mes de diciembre, irrumpe con fuerza para recordarnos que el tiempo avanza, que las tradiciones cambian pero no se olvidan.
En palabras de un trabajador que coloca las flores, “Es como preparar la ciudad para una fiesta grande, una donde todos están invitados”.
Un corredor que une la ciudad
El Paseo Usumacinta no será el único punto de transformación. Según el Ayuntamiento de Centro, otras avenidas importantes de Villahermosa también se sumarán a esta iniciativa. La meta es clara: crear un corredor de luces y flores que no solo embellezca la ciudad, sino que también invite a sus habitantes a detenerse por un momento y admirar su entorno.
En octubre, los corredores de cempasúchil rindieron homenaje a los fieles difuntos. Ahora, el paisaje urbano cambia para dar paso al símbolo navideño por excelencia en México: la flor de Nochebuena, que desde el siglo XVII ha acompañado las celebraciones de fin de año. La transición es casi poética, como si la ciudad cambiara de vestuario para adaptarse a la nueva temporada.
Tradiciones que florecen
Las flores de Nochebuena no solo adornan, también representan una conexión con la historia. Originarias de México, estas flores fueron adoptadas como emblema de la Navidad por su color rojo profundo y su relación con las festividades religiosas. En Villahermosa, su colocación en las avenidas principales se ha convertido en una tradición que mezcla lo estético con lo espiritual, lo moderno con lo antiguo.
Para muchos ciudadanos, estos corredores florales son más que un adorno: son un recordatorio de que, incluso en medio de la rutina, hay espacio para el asombro. “Cada vez que paso por aquí, siento que ya llegó la Navidad”, comenta Ana López, una residente que observa cómo los trabajadores colocando las plantas con cuidado.
La ciudad, en estos días, se convierte en un escaparate de emociones. El rojo vibrante de las Nochebuenas parece competir con el verde profundo de las jardineras, creando un contraste que, de alguna manera, simboliza la dualidad de la temporada: el bullicio de las fiestas y la calma que acompaña al cierre del año.
El significado de los pequeños detalles
Si algo caracteriza a las tradiciones es su capacidad para unir. En Villahermosa, la instalación de las flores no solo embellece, también fomenta un sentido de pertenencia. Es un acto que, aunque sencillo, refleja la importancia de cuidar los espacios comunes y de crear momentos que conecten a las personas con su entorno.
Detrás de cada flor hay manos trabajadoras que, sin mucho ruido, hacen posible que la ciudad brille. Estas acciones, aunque pequeñas, tienen un impacto que va más allá de lo estético. Son un recordatorio de que la belleza está en los detalles, en esas pequeñas cosas que a menudo pasamos por alto pero que, al final, nos llenan de significado.
Para los visitantes y residentes, caminar por las avenidas decoradas es una experiencia que trasciende lo visual. Es una invitación a detenerse, a respirar profundamente ya recordar que, incluso en medio del caos diario, hay espacio para la calma y el disfrute.
LA TRADICIÓN DE LA FLOR DE NOCHEBUENA
- Transición estacional: En Villahermosa, reemplaza a las flores de cempasúchil que adornan la ciudad durante el Día de Muertos.
- Origen mexicano: La flor de Nochebuena, también conocida como poinsettia, es originaria de México y fue adoptada como símbolo navideño en el siglo XVII.
- Color y significado: Su intenso color rojo simboliza la sangre de Cristo en las tradiciones religiosas, mientras que sus hojas verdes representan la esperanza.
- Un emblema de la Navidad: Es la flor más representativa de las festividades decembrinas en México y otros países.