CDMX.— En su conferencia de prensa, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo no dejó pasar la oportunidad para cuestionar duramente al expresidente Felipe Calderón, quien recientemente defendió su política de seguridad.
Sheinbaum no solo criticó el tono de Calderón al referirse a la lucha contra el crimen organizado, sino que también lo vinculó con el escándalo de su exsecretario de Seguridad, Genaro García Luna, quien está a punto de recibir sentencia en Estados Unidos por colusión con el narcotráfico.
“Que expliquen eso, porque lo menos que podemos decir es que es un acto de cinismo”, señaló la mandataria, recordando que durante el gobierno de Calderón se sostuvo a García Luna como el principal responsable de la seguridad del país. Sus palabras resonaron como un golpe fuerte hacia un sector de la oposición que ha intentado recuperar la narrativa sobre el combate al crimen organizado, reivindicando la estrategia de “guerra contra el narco” de la administración calderonista.
Este enfrentamiento no es solo con Calderón; Sheinbaum dejó claro que las críticas actuales contra su gobierno son lideradas por los mismos personajes que cuestionaban a Andrés Manuel López Obrador.
Según ella, estos críticos “no han comprendido que el país cambió” y que la mayoría de los mexicanos apoya la continuidad de la Cuarta Transformación, un proyecto que, asegura, tiene bases en la honestidad y en los resultados.
EL PESO DE LA LEGITIMIDAD
Sheinbaum aprovechó para agradecer al pueblo de México por su respaldo, basándose en encuestas recientes que le otorgan una alta confianza entre la población. Aseguró que su administración se mantendrá comprometida con los 100 compromisos planteados, y reiteró que la transformación sigue avanzando, con una mayor conexión entre el gobierno y el pueblo.
El enfrentamiento con Calderón subraya una profunda división política en torno a las estrategias de seguridad. Mientras Calderón insiste en que su gobierno combatió con firmeza al narcotráfico, el juicio de García Luna sigue siendo una sombra que empaña ese legado. Para Sheinbaum, el problema no radica solo en los errores del pasado, sino en la incapacidad de la oposición de reconocer que México ha cambiado, que la ciudadanía demanda transparencia, justicia y honestidad en su gobernanza.