Villahermosa amaneció con el cielo despejado y un sol que no picaba, pero que advertía que algo importante estaba por suceder. El viejo recinto de la Quinta Grijalva, esa casa que por décadas albergó las decisiones del poder, volvió a llenarse de voces, pero no de funcionarios ni de discursos acartonados, sino de niños con mochilas recicladas, familias enteras empujando carritos de biberones y plantas, abuelos con sombreros de palma, y muchos, muchísimos tabasqueños con el corazón dispuesto a escuchar lo que la Tierra tiene que decir.
A las diez en punto, con paso firme, el gobernador Javier May Rodríguez cruzó el umbral de lo que, según sus propias palabras, ha sido devuelto al pueblo, para inaugurar la Feria del Medio Ambiente y Energía Sostenible.
Lo hizo rodeado de quienes han dado a la causa ambiental no sólo tiempo, sino convicción: la titular de Semades, Sheila Cadena, y la de Cultura, Aída Elba Castillo, quienes no llegaron a tomarse la foto, sino a reforzar un mensaje que cada vez más suena a mandato generacional: cuidar el entorno no es opcional.
Desde el templete dispuesto al fondo del jardín, May no se alargó. Habló directo, con ese tono de quien cree lo que dice y lo ha dicho muchas veces en las comunidades: “La transformación ambiental comienza desde casa“, y ese “casa” lo subrayó no con la voz, sino con los ojos. No era una consigna de gobierno, sino un principio de vida.
La importancia del cuidado ambiental es un valor arraigado en los pueblos originarios que conforman lo que hoy es Tabasco, y con esos valores inauguramos hoy, en el Centro Cultural Quinta Grijalva, la Feria del Medio Ambiente. pic.twitter.com/CVjs1Wtq2f
— JAVIER MAY (@TabascoJavier) July 16, 2025
Dijo también que la Cuarta Transformación no puede hablar de bienestar si le da la espalda al cuidado de la vida. Y aludiendo a un modelo que no depreda ni excluye, aseguró que la Feria del Medio Ambiente y Energía Sostenible es una declaratoria de principios, pero también una fiesta comunitaria.
VIBRA DISTINTO LA QUINTA
La Quinta Grijalva, convertida ya no en la “residencia oficial” sino en foro del pueblo, vibraba distinto. Había carpas con actividades, juegos de mesa con temas energéticos, charlas improvisadas entre ambientalistas, y hasta la exposición de dibujos hechos con chocolate por niñas y niños. En cada rincón, un motivo para quedarse.
Detrás de cada mesa de actividades había entusiasmo. Niños que adoptaban un árbol como quien adopta un futuro. Otros que giraban una ruleta ambiental y salían con un “dato que no sabías sobre el agua”. Padres que se sumaban a las partidas de serpientes y escaleras energéticas, entendiendo entre risas lo que nunca les contaron en la escuela: que una casa bien cuidada puede salvar al planeta.
Y si el corazón de esta feria es el compromiso, su lenguaje es el de la acción. Como lo dijo Sheila Cadena: “La defensa del medio ambiente no es un acto aislado ni un compromiso de papel, sino una causa de corazón“. Y ahí estaba, junto con asociaciones como Caninos 911, que daban talleres contra el maltrato animal, y otras tantas instituciones que aportaban saberes con sencillez.
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La escena no tenía la solemnidad de los foros oficiales, pero sí la dignidad de quienes creen que el futuro no es herencia, sino conquista. Niños jugando con limones y cables para entender la energía, adolescentes probando su ingenio en crucigramas ecológicos, y una exposición fotográfica que, bajo el nombre de “Umbra Ophidii”, hacía del asombro una forma de aprendizaje.
CHARLA MAY CON EXPOSITORES
El gobernador, por su parte, no se limitó al protocolo. Caminó entre los stands, escuchó a los expositores, y hasta se detuvo a recibir una explicación sobre las “sirenas de Tabasco“, una exposición biológica sobre especies acuáticas que habitan los cuerpos de agua locales. Como si supiera que gobernar también es tomarse el tiempo de escuchar lo pequeño.
Y todo eso, sin necesidad de discursos grandilocuentes. La Feria es, en el fondo, una declaratoria de amor por la tierra. No esa tierra abstracta de los libros de texto, sino la de aquí, la de Villahermosa, la que se inunda y reverdece, la que da mango, cacao, y también lecciones.
Porque lo que se vive estos días en Quinta Grijalva es más que una feria: es una promesa que se planta como semilla. Y si se riega con participación y voluntad, florecerá en conciencia.

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