Cien nuevas patrullas y equipo táctico refuerzan la seguridad en Tabasco hoy.

Cien patrullas, un mensaje: el Estado retoma las calles en Tabasco

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En Tabasco, la seguridad pública se convirtió en la línea divisoria entre la esperanza y el desencanto. A once meses de su llegada al poder, el gobernador Javier May Rodríguez presume un giro: la entidad dejó atrás los primeros lugares en incidencia delictiva y percepción de inseguridad.

Ese es el qué. La pregunta obligada es el cómo: ¿de qué manera se frena una violencia heredada de instituciones corroídas y una ciudadanía harta?

La respuesta no está en los discursos, sino en una estrategia que combina símbolos y datos. El banderazo de salida de 100 patrullas —mitad para la SSPC en Centro, mitad para los demás municipios— encierra un mensaje: el Estado vuelve a ocupar el espacio que cedió al crimen.

Los números acompañan el gesto: entre enero y julio de 2025, las detenciones crecieron 400%, el aseguramiento de drogas 800% y el de hidrocarburo más de mil por ciento.

El giro consiste en articular tres frentes: el operativo (patrullas, drones, blindados), el judicial (condenas históricas que superan los 900 años de cárcel en casos de pederastia) y el social (30 mil millones de pesos en programas y obras para atender las causas). La fórmula combina mano dura y mano social.

LA COORDINACIÓN INÉDITA

El otro cómo está en la coordinación. May insiste en que en Tabasco hay división de poderes, pero no división entre autoridades.

Eso explica que, por primera vez en años, el Poder Judicial acompañe la narrativa de seguridad con sentencias contundentes: 500 años de cárcel por secuestro, 300 por feminicidio, 150 por homicidios. El “efecto puerta giratoria” se frenó no solo con patrullas, sino con jueces alineados a una estrategia común.

La presencia federal completa la ecuación. Sin la Presidenta Claudia Sheinbaum, el Ejército, la Guardia Nacional y la Marina, el viraje tabasqueño sería impensable. El Estado se desplegó en tierra y en tribunales.

EL FONDO POLÍTICO

En Tabasco, la seguridad es política pura. El gobernador juega su legitimidad en mostrar resultados medibles, no promesas. Y, por ahora, los indicadores le dan oxígeno: la percepción de inseguridad en Villahermosa bajó de 90.6% a 83%. El problema es que esa cifra, aunque menos alarmante, sigue por encima de la media nacional.

El reto no es menor: mantener a raya al crimen, sostener la coordinación judicial y convertir la estadística en confianza ciudadana. Porque un descenso trimestral puede revertirse en semanas si la violencia regresa a las calles.

La apuesta de May está en acelerar. De ahí la inversión adicional de 1,700 millones de pesos obtenidos por austeridad para reforzar evaluaciones de confianza, salarios, tecnología y el nuevo penal de Huimanguillo. El gobernador quiere blindar la paz antes de que el desgaste la erosione.

De fondo, el dilema es si la seguridad en Tabasco está construyendo instituciones sólidas o si depende de un momento político de coordinación federal que puede cambiar. La ciudadanía lo dirá: hoy reconoce avances, mañana puede reclamar recaídas.

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