Omar García Harfuch comparece ante el Senado mexicano, presenta avances en seguridad nacional.
Omar García Harfuch durante su comparecencia en el Senado, al presentar cifras de seguridad.

Harfuch: el funcionario que huele a futuro

CDMX.— No todos los funcionarios provocan lo que se vio el 22 de octubre en el Senado de la República. No era una comparecencia más: era la puesta en escena de un fenómeno. Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, cruzó el salón entre aplausos, selfies y saludos que borraron las líneas partidistas.

La sesión se convirtió en una caja de resonancia de algo que ya se percibe fuera del recinto: Harfuch es el funcionario del momento, el hombre que ha logrado revertir la curva de homicidios, pacificar zonas críticas y, al mismo tiempo, encarnar una narrativa distinta sobre el poder.

Quienes lo vieron subir a tribuna recordaron inevitablemente aquella mañana de 2020 en Lomas de Chapultepec, cuando una camioneta blindada resistió 400 disparos. Harfuch sobrevivió, y desde entonces su nombre quedó tatuado en la cultura pública.

Hoy, ese mismo hombre encabeza la estrategia de seguridad federal de la Presidenta Claudia Sheinbaum, con resultados medibles: una reducción del 32 por ciento en homicidios dolosos —27 asesinatos menos cada día— y 35 mil detenciones en un año.

Pero lo que se vivió en el Senado fue más que una rendición de cuentas: fue la escenificación de una legitimidad rara, la que no se compra con aplausos sino con resultados. Oposición y oficialismo coincidieron en algo que pocas veces ocurre: la estrategia está funcionando.

En el pleno se rompió la solemnidad. Harfuch bajó de la tribuna y el recinto se transformó en un improvisado set de selfies. Hubo abrazos, risas y una fila de legisladoras que esperaban turno. Aquella imagen —la del policía que sobrevivió a 400 balas— contrastaba con el aire político de la Cámara: era el reflejo del hombre fuerte de este gabinete.

Omar García Harfuch comparece ante el Senado mexicano, presenta avances en seguridad nacional.

MENOS BALAS, MÁS INTELIGENCIA

Harfuch no habló de guerra. Habló de inteligencia, coordinación y precisión. Expuso que las grandes capturas —los 55 objetivos entregados a la justicia de Estados Unidos— no son un espectáculo, sino una forma de neutralizar estructuras que siguen operando desde prisión.

Y que los golpes al huachicol fiscal, con 98 millones de litros de combustible asegurados, van acompañados de detenciones con carpetas sólidas, no de operativos mediáticos.

La estrategia, explicó, avanza con datos verificables. La diferencia no es de discurso: es de método. En el Senado, hasta los más escépticos admitieron que la curva de la violencia está bajando y que, por primera vez en mucho tiempo, la Secretaría de Seguridad se percibe como autoridad funcional, no como oficina de crisis.

El Senado reflejó lo que ocurre en las encuestas y en las calles: Harfuch genera atención política y simpatía social. Lo llaman “el Batman de la CDMX”, el policía que no se esconde detrás del escritorio y que, ahora, opera en Sinaloa, Michoacán, Guanajuato y Tabasco con estrategias que priorizan inteligencia sobre fuerza.

Su figura cruza públicos: admiran su eficacia los técnicos, lo respetan los militares, lo observan los políticos y lo siguen con curiosidad las mujeres que comienzan a leer su historia como la de un héroe moderno, entre el mito urbano y la solvencia administrativa.

En política, eso tiene un peso específico: carisma y resultados, dos cosas que rara vez se juntan.

LA CAJA DE RESONANCIA

Por eso la escena del pleno abarrotado fue más que anécdota. Las cámaras legislativas son cajas de resonancia: amplifican lo que el país murmura.

Los saludos, los aplausos, los elogios cruzados, el reconocimiento de la oposición y la cordialidad inusual entre bancadas, marcaron la diferencia.

No era un funcionario defendiendo cifras: era un operador del Estado explicando cómo se recupera autoridad sin romper el tejido social.

La Presidenta Sheinbaum puede leer ahí un dato político mayor: su estrategia no divide, integra. Y Harfuch se ha convertido en el rostro operativo de ese consenso.

EL SURESTE BAJA SU DELITO

En estados como Tabasco, donde el huachicol fiscal y el robo de transporte fueron flagelos crónicos, la política de coordinación ha rendido frutos. En los últimos doce meses, los delitos de robo con violencia y extorsión bajaron más del 20 por ciento.

El propio Harfuch citó a Tabasco y Guanajuato como ejemplos de trabajo territorial efectivo. Desde la óptica del sureste, esos datos significan recuperación de control, pero también presencia institucional: los federales volvieron a la carretera y las policías estatales ya no trabajan aisladas.

El mensaje, entre líneas, es claro: la federación volvió a mandar en el territorio.

LA RED DE INTELIGENCIA

Un factor silencioso consolidó el tablero: el nombramiento de Omar Reyes en la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF). La mancuerna es directa: Seguridad golpea las estructuras y la UIF sigue el dinero.

Se cruzan las bases de datos, se cierran cuentas, se bloquean factureras y se trazan mapas de adjudicaciones públicas que sirven tanto para combatir al crimen como para detectar corrupción. Es la capa técnica de una política que apuesta a sofocar al enemigo sin disparar.

La Presidenta Claudia Sheinbaum ha logrado algo que pocos esperaban: marcar distancia del pasado sin confrontarlo. Su política de seguridad mantiene los programas sociales de su antecesor, pero recupera el principio de autoridad.

Harfuch es su ejecutor de confianza, el rostro que traduce la idea de orden con humanidad. En la narrativa presidencial, él es la evidencia de que sí se puede pacificar con método, sin improvisar ni negociar con la violencia.

EL ROSTRO DEL MOMENTO

Al final de la sesión, Harfuch tardó más de diez minutos en salir. Entre aplausos, fotografías y elogios, lo acompañaban senadoras y senadores de todos los partidos. No es habitual: el Senado no aplaude, mide. Y lo que midió ayer fue popularidad institucional, autoridad civil y un nuevo equilibrio en el gabinete.

En los pasillos se escuchó la frase que sintetiza el ambiente: “Llegó Harfuch, el que sobrevivió al atentado y sigue combatiendo al crimen”.

Esa imagen —la del hombre que regresó de la muerte y ahora baja las cifras de la violencia— es la que empieza a definir este momento político. Y si algo dejó claro su paso por el Senado, es que no compareció un burócrata: compareció el símbolo del nuevo poder civil de la seguridad mexicana.

En los pasillos del Senado se escuchó una frase que resume el ambiente: “Huele a presidente”, murmuró alguien de la bancada morenista. Era una exageración, quizás, pero también un síntoma del momento: Harfuch no sólo inspira respeto operativo, sino una curiosidad política que crece día con día.

Legisladoras se fotografían con Omar García Harfuch tras su intervención en el Senado mexicano.
Legisladoras de todas las bancadas se acercaron para tomarse fotografías con el funcionario.





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