La presidenta Claudia Sheinbaum rindió su Primer Informe de Gobierno destacando reducción de pobreza, seguridad en descenso, fortalecimiento de Pemex y programas sociales históricos, asegurando que la transformación avanza con fuerza y prometiendo: “vamos bien y vamos a ir mejor”.

El informe de la continuidad: Claudia, entre seguridad, urnas, petróleo y pueblo

CDMX.— No fue un discurso burocrático. Fue un mitin con ropaje institucional, un recordatorio de que la política, cuando se narra con fuerza, puede volverse relato épico.

Desde el Patio de Honor de Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo rindió cuentas de sus primeros once meses al frente del país. Y lo hizo con una frase repetida como eco: “vamos bien y vamos a ir mejor”.

El Primer Informe no fue para enumerar cifras frías, sino para trazar un mapa político: Sheinbaum reivindicó la herencia de López Obrador, presumió reducciones en pobreza y desigualdad, subrayó la seguridad en descenso y defendió la apuesta energética con Pemex como estandarte. Como todo buen discurso, no habló solo del pasado: colocó las piedras de un camino futuro.

LA POLÍTICA EN CLAVE DE CONTINUIDAD

En su arenga inicial, la mandataria recordó que el proyecto que encabeza es el segundo gobierno de la Cuarta Transformación, y que su tarea es profundizarlo. “No llegué sola —dijo— llegamos millones”.

Y con esa narrativa colectiva defendió el dato que más repitió: 13.5 millones de mexicanos salieron de la pobreza durante el sexenio de AMLO.

Sheinbaum afirmó que la transformación no solo continúa, sino que se arraiga. No es casual: en Tabasco, cuna del obradorismo, este discurso resuena con fuerza.

Lo que aquí comenzó como un movimiento regional contra la corrupción y la desigualdad, se traduce hoy en políticas sociales que tocan la vida cotidiana de millones.

HUMANISMO MEXICANO CONTRA NOCHE NEOLIBERAL

Con lenguaje directo, la presidenta se lanzó contra el modelo neoliberal. Lo definió como “una oscura noche” que profundizó desigualdades. La alternativa, dijo, es el humanismo mexicano: un Estado que no se limita a dejar hacer, sino que interviene para garantizar derechos sociales.

El giro no es menor: implica que la política social no es asistencialismo, sino estrategia económica. Por eso Sheinbaum presumió los 850 mil millones de pesos destinados en 2025 a programas sociales, equivalentes al 2.3% del PIB. En números, eso significa becas, pensiones y apoyos que llegan a 32 millones de familias.

Ahí está el tono taibanesco: la épica de lo cotidiano. Una beca a un estudiante, un apoyo a un pescador, una pensión a una mujer mayor. Hechos concretos que suman la mayor redistribución de riqueza en la historia moderna del país.

EL PETRÓLEO COMO BANDERA

En materia energética, Sheinbaum levantó el puño: Pemex produce casi tres veces más hidrocarburos que en 2018. La Refinería Olmeca opera al 100%, Deer Park en Texas sigue aportando y la petroquímica, afirmó, “está de vuelta”.

Este punto no es retórico: en un mundo en crisis energética, México decidió mantener soberanía apostando a refinerías y fertilizantes. Lo que para algunos era nostalgia petrolera, hoy se traduce en autosuficiencia y menor dependencia externa.

Para Tabasco, este mensaje tiene resonancia directa: las refinerías, coquizadoras y complejos petroquímicos del sureste se reactivan. En la región donde la palabra “petróleo” es casi sinónimo de destino, el informe sonó a reivindicación.

SEGURIDAD: LUCES EN EL TÚNEL

En seguridad, la presidenta presumió lo que pocos esperaban: una reducción de 25% en homicidio doloso en 11 meses. Citó cifras estatales que se leen como victorias parciales: 75% menos homicidios en Zacatecas, 60% en Guanajuato, 70% en Nuevo León, 48% en Tabasco.

En feminicidio la caída fue del 34%, y en robo de vehículo con violencia, del 31%. Más allá de los porcentajes, el subtexto es político: el Estado recupera espacios que el crimen había ocupado. La promesa no es un país sin violencia —nadie lo logra de golpe—, sino un camino medible hacia la pacificación.

EMPRESARIOS, BANCA Y EL PLAN MÉXICO

En un pasaje dirigido al capital privado, Sheinbaum llamó a los empresarios a ser “más activos y visionarios”. Los convocó a sumarse al Plan México, un esquema de polos de desarrollo, parques industriales y créditos más accesibles.

En la lógica de Taibo, es un recordatorio: no basta con denunciar al capital; hay que integrarlo bajo reglas nuevas. La presidenta lo puso en claro: la prosperidad compartida necesita inversión productiva e innovadora, con banca de desarrollo y condiciones de crédito.

UN GRITO DE SOBERANÍA

De cara a su próxima reunión con el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, Sheinbaum lanzó una frase que resonó fuerte: “La política de seguridad se decide en México y nadie influye en ella”.

No fue un gesto aislado. En plena rendición de cuentas, Sheinbaum dejó claro que la agenda de seguridad y migración se define en Palacio Nacional, no en Washington. Y lo remató con datos: reducción de homicidios y expectativa de que el nuevo Poder Judicial —recién reconfigurado en Tabasco y el país— contribuya a combatir delitos como la extorsión.

EL CIERRE: PATRIA Y PUEBLO

El discurso terminó como comenzó: con política convertida en épica. “Somos un país libre, independiente y soberano; con un pueblo trabajador y extraordinario. ¡Viva México!”.

El aplauso de pie en el Patio de Honor no fue solo cortesía: fue la señal de que Sheinbaum se asume heredera del obradorismo, pero con voz propia. El mensaje es claro: continuidad con sello personal, épica transformadora con pragmatismo de gobierno.

Logotipo de WhatsApp

Sigue nuestro canal de WhatsApp

Recibe las noticias más importantes del día. Haz clic aquí