NACAJUCA.— El sol de Nacajuca, ese que calienta más que el aliento de mayo en la espalda, pegó desde temprano. Aún no eran las ocho cuando ya había fila en el Centro Integrador de Bosques de Saloya.
Hombres con sombrero, mujeres con sombrilla, niños trepados en los brazos de sus abuelas, todos esperando ver de cerca a Javier May Rodríguez, ese hombre que gobierna sin despacho fijo y que, como le gusta decir, “no se va hasta que el último ciudadano se va”.
Y así fue. En este sábado 21 de junio, Nacajuca fue el escenario de una de esas giras donde el aire huele a sudor, tamal de chanchamito, y esperanza.
Llegamos a Bosques de Saloya, en Nacajuca; ya comenzamos la atención como lo dijimos desde el primer día, en territorio. Traemos los servicios gubernamentales y trámites, los acercamos para que la gente pueda realizarlos de manera fácil y rápida desde sus comunidades. pic.twitter.com/twzHeYHYIP
— JAVIER MAY (@TabascoJavier) June 21, 2025
Porque lo que se prometía —y se cumplía— no era poco: más de 123 millones de pesos en obras públicas, 13 de ellos sólo para que el agua deje de llegar turbia o no llegue.
TIERRA Y CERTEZAS
Pero esta gira no fue de discursos secos. Fue de tierra, de manos callosas que saludaban con fuerza, de pies que caminaron los terrenos donde nacerá una subestación eléctrica que hará historia.
“Nos hicimos muchos y ya no da abasto la luz”, dijo don Asunción Rodríguez, con los ojos entrecerrados como quien ve venir un viejo sueño. Y no exageraba. Recordó cuando el petróleo se compraba en latas, y el candil era el sol de las noches yokot’an.
Ahora, ese mismo don Asunción caminaba sobre un predio que antes fue camalote espeso —hoy tierra lista para recibir concreto y transformadores— y escuchaba, entre árboles de piché y sauces, que la Comisión Federal de Electricidad construirá ahí la subestación que pondrá fin a los apagones que, como plaga, queman refrigeradores y desvelan familias.






SIN RUIDO, CON RAZÓN
“Es una fiesta, pero les pedí que no tiraran cohetes”, dijo el presidente municipal, Roberto Ocaña, con tono entre orgulloso y protector. Y tenía razón. La fiesta no era de ruido, sino de certezas.
Porque en estas tierras chontales, donde el río habla bajito y la gente también, los anuncios retumban más que los cuetes.
Ahí estaba el Gobernador, flanqueado por funcionarios y por doña Flor de María Ventura, que no soltaba su pancarta: “También es dar las gracias”.
Porque sí, entre peticiones y exigencias, también hay espacio para la gratitud. “No es solo pedir —dijo la mujer, voz firme y mirada de madre—, estamos hoy para dar las gracias. No cabe duda que nuestro voto fue positivo”.
AUDIENCIAS EN TERRITORIO
Y es que esa es la otra cara de esta gira: la política del contacto, sin filtro. Audiencias públicas en las plazas, atención directa, sin escritorios ni aires acondicionados.
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En el parque central, bajo los árboles que dan sombra al municipio, el Gobernador insistió: “Nos vamos hasta que el último ciudadano se vaya”. Y no era metáfora.
Ahí, el secretario de Gobierno, José Ramiro López Obrador, anunció una Feria Estatal del Empleo para julio, y el de Obras Públicas, Daniel Casasús, desglosó cifras como si se tratara de recetas para el bienestar: caminos, vivienda, escuelas, agua.
Todo con números, sí, pero sobre todo con nombres. Los de Bosques de Saloya, Lomitas y El Cedro, que por fin dejarán de hervir el agua en olla negra.
MIL OJOS ABIERTOS
En medio de todo eso, también hubo salud. Mil operaciones de cataratas gratuitas están planeadas para este año. No es poca cosa.
Es devolver la vista, literalmente, a quienes caminan a tientas entre la pobreza y la desatención. Y todo eso se dijo ahí, entre módulos de atención, activaciones físicas y bailables culturales.
Pero la postal que resume el día es otra: la del Gobernador caminando el kilómetro 1 de la carretera, entre la maleza apenas despejada, con técnicos de la CFE y la Semades, reconociendo el terreno donde la luz dejará de ser un privilegio intermitente para convertirse en un derecho permanente.
Como si fuera una metáfora de su gobierno, Javier May pisaba lo que ayer fue camalote y hoy será concreto. Un símbolo. Porque así, con pasos cortos pero firmes, se le ha visto recorrer Tabasco: donde antes hubo abandono, ahora hay anuncios; donde hubo oscuridad, ahora se espera la luz.
RESPUESTA AL PANTANO
Y no es que el mandatario lo diga. Lo dice el pueblo. Como el delegado de Guaytalpa, Amado Arias, que reconoció: “Es un acierto que le hayan echado ganas a este asunto urgente. Debió de hacerse hace tiempo, pero nunca lo hicieron”.
Cerró la jornada con música. Los tamborileros Kay tu ba buk’ji, esos que cargan el pantano en la garganta, entonaron “El hombre del sureste”, mientras los funcionarios recogían carpas, la gente se despedía con selfies y los niños jugaban a ser reporteros.
Nacajuca, ese corazón chontal que a veces late fuera del radar, tuvo un sábado distinto. Uno de esos días que después se recuerdan con frase corta y orgullosa: “Ese día vino el Gobernador… y sí nos escuchó”.
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