VILLA CHABLÉ.— A veces, la vida de un pueblo cabe en un bastón. Don Eladio Molina lo sabe bien. Durante años, su viejo palo de madera, gastado pero leal, fue su apoyo para recorrer las calles polvorientas de la Villa Chablé, en Emiliano Zapata.
A sus 81 años, ese bastón, que le costó 350 pesos de los de antes, era más que un objeto: era su compañero en la vejez. Pero hoy, por primera vez, lo cambió. En una cancha techada donde el sol no osa entrar, recibió uno nuevo, firme y moderno, entregado sin costo alguno por el DIF durante las Jornadas de Atención al Pueblo. Su agradecimiento, sencillo y sin rodeos: “Solo di las gracias”.
Don Eladio, pescador del Usumacinta, ve su vida como un río: caudalosa en trabajo, generosa en sudores. “Antes no había chinchorros ni redes grandes, usábamos la figa y faroles para atrapar pejelagartos”.
Ahora, como sus viejas redes, su bastón gastado descansará como un recuerdo. “Cuando yo no esté, mi prole sabrá cómo me gané la vida”, dice, mientras guarda el paliacate con el que seca el sudor que le dejan los años.
CUANDO LOS SERVICIOS LLEGAN DONDE ANTES NO HABÍA
La Villa Chablé despertó temprano. Las unidades móviles de salud parecían flores desplegadas en un campo que, por años, había esperado esta lluvia de apoyos. Oralia Cupil, optometrista, coloca un par de lentes sobre los ojos de doña Herlinda Centeno.
“No vemos al doctor por falta de dinero”, explica Herlinda. “Hoy, con lo que se gana en el diario —150 pesos—, las familias apenas sobreviven”.
María Guadalupe Alcaraz, paciente del módulo de mastografía, lleva otro rostro de esperanza. Desde hace dos años no se hacía un estudio médico. Hoy lo conseguí, sin pagar y sin viajar largas distancias. Sus planes no paran ahí. “Si todo sale bien, me inscribiré en un curso de repostería en el Ifortab. Quiero empezar algo propio.”
No solo las mujeres mayores se benefician. Los jóvenes, como Franklin y Carmen, ven en estas Jornadas algo más que trámites gratuitos. Vieron oportunidad. En menos de 10 minutos, formalizarán su matrimonio en el módulo del Registro Civil.
Ángela, su hija de dos años, corre entre las sillas de plástico mientras los nuevos esposos cuentan cómo un refresco, hace tres años, rompió el hielo y unió sus vidas. Hoy, el guateque del mole de pavo será para celebrar no solo un matrimonio, sino un inicio prometedor.
UNA JORNADA QUE DESENTIERRA EL OLVIDO
María del Carmen Hernández, de 58 años, baja de la unidad de ultrasonido con la sonrisa de quien siente alivio. En una mano lleva lentes nuevos; en la otra, medicamentos para su hipertensión y diabetes. “Esto es una gran ayuda. Ojalá estas Jornadas las hagan cada seis meses.”
Su mensaje, repetido en eco por varios asistentes, no ignore el pasado. “A veces nos dejan en el olvido”, recuerda con algo de cautela Carmen Gómez, la joven esposa. Su esperanza es que estas Jornadas sean el principio de un cambio duradero.
GOBERNAR ENTRE LA GENTE
Mientras el Gobernador Javier May Rodríguez se mezcla entre la multitud, los habitantes de Chablé sienten algo inusual: la presencia de un gobierno que no mira desde lejos. En los últimos 50 días, mayo ha pisado 13 municipios, llevando servicios, trámites y programas sociales. No se trata de una visita ocasional; es, según él, una promesa de regresar, una y otra vez.
“Que el gobierno nos tome en cuenta es algo que no se veía”, dice don Eladio. Su nueva roja no atrapa peces, pero sí recuerdos. Su viejo bastón, como las figuras del pasado, será testigo mudo de cómo, por un día, el gobierno llegó a la Villa Chablé. Y cómo, por un día, todo estuvo, como dicen sus habitantes, “a un paso”.