La política ambiental suele atorarse entre la retórica y el trámite. En Villahermosa, sin embargo, un experimento silencioso reaviva la conversación pública: “Diálogos desde la orilla: Convivencia humano-cocodrilo”, consulta que el Gobierno de Centro inició frente a la Laguna de las Ilusiones, ecosistema urbano tan frágil como emblemático.
El reto es quirúrgico: armonizar el crecimiento de una ciudad anfibia con la presencia de un depredador protegido que llegó antes que la propia urbe.
Detrás de la carpa modesta y las sillas de plástico late una lógica insólita. La alcaldesa Yolanda Osuna Huerta apuesta por la gobernanza dialógica: sentar a académicos, ambientalistas y vecinos para codiseñar las normas que regirán la relación hombre-reptil durante su trienio.
No es pose. La administración reconoce 62 encuentros negativos desde 2020 —avistamientos de alto riesgo, mascotas devoradas y una mordedura grave— y la evidencia de que los protocolos federales nunca bajaron al terreno.
La urgencia reciente lo confirma. En febrero un cocodrilo cruzó la avenida Paseo Tabasco, lejos de su refugio; y hace dos semanas un taxista y un policía rescataron a una mujer que cayó cerca del Puente de los Suspiros. Cada incidente desata un coro que oscila entre vallar la laguna o sacrificar ejemplares. La consulta pretende romper ese péndulo.
Si tiene éxito, no solo será un protocolo de seguridad. Será una pedagogía política para una ciudad acostumbrada a no mirar sus cuerpos de agua. Será también un caso de política pública con escucha ciudadana, cosa rara en municipios donde el ruido tapa el fondo.
TRES EJES, UNA RUTA
Tres agendas, un mismo cauce. Según Miguel Chávez Lomelí, director ambiental municipal, la Agenda Azul mapeará las 800 lagunas —8 % del territorio que se vuelve 40 % en temporada de lluvias— y definirá usos; la Agenda Verde enlazará reforestación con corredores biológicos; la Agenda Global alineará cada decisión con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
CLAVES DEL DIÁLOGO
Consulta pública con datos abiertos y participación ciudadana.
Agenda Azul: mapeo hídrico y zonas de uso.
Agenda Verde: reforestación y corredores biológicos.
Agenda Global: alineación con ODS.
“Código cocodrilo” para emergencias médicas.
El método también rompe moldes. Seis semanas de foros, relatorías públicas y un portal de datos abiertos alimentarán un “código cocodrilo” para paramédicos y un manual de rutas seguras. Pocas ciudades latinoamericanas exhiben tal transparencia en política ambiental.
Pero la ciencia no gobierna sola. Osuna Huerta deberá convencer a las corrientes del cabildo que ven en la consulta un distractor frente a baches y desabasto de agua. Y tendrá que coordinarse con la federación, propietaria jurídica de la laguna. El convenio con la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco para radiomonitorizar al Crocodylus moreletii es paso necesario, no suficiente.
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Hay, además, un choque de lógicas. El capital inmobiliario anhela orillas libres y las comunidades temen que nuevas restricciones encarezcan la vida cotidiana. La consulta, si es auténtica, podría ventilar permisos de relleno y exponer intereses antes de que una palada de tierra selle el futuro del humedal.
GESTIÓN URBANA Y NATURALEZA
Si la escucha se traduce en ordenanzas con dientes, Villahermosa puede convertirse en laboratorio tropical. El cocodrilo seguirá merodeando bajo el lirio mientras la ciudad decide si vive de espaldas o frente a su espejo de agua. Entre los dientes del Moreletii y el hormigón que avanza, la orilla es la línea donde se miden la prudencia política y la paciencia de la naturaleza.
Para César Leal, investigador del CEDES-UJAT, el desafío es cultural: “Un cocodrilo que asocia al ser humano con comida deja de ser fauna silvestre y se convierte en chatarra social”. Su receta mezcla marcaje satelital y una campaña educativa que desmonte mitos y promueva reportes oportunos.
Los siguientes pasos serán decisivos. En junio se publicará el primer informe ciudadano; en agosto el Cabildo votará las reformas regulatorias; y en octubre, en plena temporada de lluvias, se evaluarán los primeros resultados. Esos hitos probarán si la política ambiental puede abandonar la improvisación.
Mientras tanto, los cocodrilos seguirán acechando entre el lirio y las raíces de palo de tinte. Saben de ciclos más largos que las administraciones y de mareas más tercas que la retórica. La ciudad, en cambio, apenas comienza a mirarse en ese espejo que hoy le devuelve, a partes iguales, un retrato de su riqueza y un recordatorio de su fragilidad.
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