En la delgada línea que separa la crisis de la resiliencia, el sector ganadero de Tabasco vive uno de sus episodios más complejos de los últimos años.
Lo ocurrido en Huimanguillo, con la muerte masiva de ganado bovino por la toxina botulínica, no solo expuso la vulnerabilidad de las prácticas agropecuarias en una región estratégica para la economía rural, sino que activó los resortes de un aparato institucional que, aunque lento, empieza a sincronizarse con los productores para no repetir tragedias sanitarias.
El enfoque aquí, más allá del dato trágico, es otro. Lo que define la situación no es el número de reses muertas, sino la manera en que el Estado y los actores del campo están respondiendo: con diagnósticos científicos, brigadas de contención, barridos sanitarios, y sobre todo, un llamado a repensar el uso de insumos agrícolas sin regulación efectiva.
Es, en cierto modo, la otra cara de la crisis: una oportunidad para limpiar, literal y estructuralmente, las prácticas ganaderas.
Los hechos clave desde la emergencia ganadera en Tabasco
LA TOXINA INVISIBLE
El oficio firmado por Juan Gay Gutiérrez, director general de Salud Animal de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), no deja lugar a dudas: la muerte de bovinos en Huimanguillo fue causada por la presencia de la toxina botulínica, producida por la bacteria Clostridium botulinum. Esta bacteria, que anida en contextos anaeróbicos como los de la pollinaza mal manejada, se vuelve letal cuando se combina con cadáveres de aves, plumas y excretas, una práctica lamentablemente común en algunas unidades de producción.
Los análisis fueron contundentes: tanto el Centro Nacional de Referencia en Parasitología Animal (CENAPA) como el de Diagnóstico en Salud Animal (CENASA), junto con el laboratorio de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, detectaron la toxina en muestras obtenidas directamente de los animales muertos y del alimento contaminado.
La claridad técnica del dictamen no oculta, sin embargo, la gravedad del descuido: el uso indiscriminado de pollinaza sin control sanitario representa un riesgo creciente para la ganadería mexicana. Como lo explicó la secretaria de Desarrollo Agropecuario y Pesca (SEDAP), Luisa del Carmen Cámara Cabrales, en una rueda de prensa con el gobernador Javier May, la toxicidad proviene de una práctica extendida: el uso de desechos avícolas sin procesos adecuados de compostaje o tratamiento.
BRIGADAS CONTRA GUSANO BARRENADOR
Y mientras la toxina golpea al ganado, otra amenaza se abre paso por heridas y ombligos mal curados: el gusano barrenador del ganado.
Ante el riesgo de que se propague en municipios fronterizos con Centroamérica, como Balancán, el gobierno estatal ha desplegado brigadas técnicas en el territorio para contener la plaga, sin recurrir al decomiso ni a la cuarentena forzada de ranchos.
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En un acto celebrado en la Villa Quetzalcóatl, el gobernador Javier May Rodríguez fue claro: “Tenemos que combatir entre todos esta plaga, porque afecta la economía de los productores”. No es un gesto retórico. Las acciones incluyen la entrega de kits de muestreo con tubos para larvas, pinzas, y un sobre con medicamento veterinario de nombre Negasunt. La lógica es simple y efectiva: cortar la cadena de transmisión antes de que el gusano cause estragos mayores.
BARRIDO SANITARIO: PREVENCIÓN A LARGO PLAZO
Si bien la respuesta a las crisis fue oportuna, el verdadero giro estructural está en marcha: la Campaña de Barrido Sanitario que inicia en Huimanguillo y que, con una inversión de 65 millones de pesos, buscará detectar y controlar enfermedades como la tuberculosis y la brucelosis bovina.
Este programa, que será operado en conjunto con el Sistema Nacional de Identificación Individual del Ganado (SINIIGA), incluye vacunación, pruebas sanitarias y aretado de ganado, pero también representa una apuesta por recuperar la certificación zoosanitaria de la región, condición indispensable para exportar y competir en los mercados nacionales e internacionales.
El retorno a la sanidad ganadera no es un tema menor. Para una economía rural golpeada por el cambio climático, la inflación y la falta de infraestructura, contar con una producción pecuaria libre de enfermedades es la base para construir soberanía alimentaria desde el territorio.
MAS QUE CRISIS, UN PUNTO DE INFLEXIÓN
A menudo, en el vértigo noticioso, la atención se queda en el impacto inmediato: las reses muertas, el costo económico, el miedo entre los productores. Pero como periodista que ha seguido durante décadas las tensiones entre poder, territorio y sociedad, no puedo evitar leer lo que ocurre como un punto de inflexión histórico para Tabasco.
La conjunción de ciencia aplicada, respuesta institucional y participación de los productores revela una musculatura social que ha aprendido, a fuerza de golpes, que el campo no se improvisa ni se salva solo.
Lo que sigue será fundamental: establecer un control estricto de la calidad de los insumos agropecuarios, sancionar la venta irresponsable de pollinaza contaminada, profesionalizar la sanidad rural y blindar el hato ganadero ante amenazas visibles e invisibles.
El campo resiste. Pero ahora, empieza también a reorganizarse con inteligencia.
La toxina detrás de la tragedia ganadera
Elemento | Detalle |
---|---|
Causa de muerte | Toxina botulínica tipo C |
Agente | Clostridium botulinum |
Origen | Pollinaza contaminada con cadáveres de aves |
Instituciones que confirmaron | CENAPA, CENASA y UNAM |
Zonas afectadas | Ranchos en Huimanguillo, Tabasco |
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