Hay días en que la historia no se escribe con tinta, sino con tambor y carrizo. La mañana del 5 de marzo de 2025, en la vieja casona que alberga al Congreso del Estado, no fue el protocolo lo que sacudió los muros, sino el eco ancestral de un ritmo que se niega a morir.
Tabasco se vistió de honra y memoria para declarar el Día del Tamborilero Tabasqueño y reconocer a la música de tamborileros como Patrimonio Cultural Intangible del estado.
Allí estaban ellos: firmes, dignos, con la piel curtida por el sol y los dedos endurecidos por siglos de herencia. Venidos de las riberas del Grijalva, de las entrañas de Los Ríos y de los pueblos que huelen a cacao y tierra mojada, los tamborileros llegaron no como artistas, sino como portadores de la identidad de un pueblo que ha sabido hacer de la música su escudo y su estandarte.
El gobernador Javier May Rodríguez, acompañado por la Flor Tabasco 2025 y las 16 embajadoras de la Fiesta del Pueblo, habló con voz firme: “No es un simple homenaje. Es justicia social. Es reconocer lo que por siglos hemos tenido frente a los ojos y a los oídos, pero pocas veces en la ley”. Y con esa frase, la música del tamboril pasó de la fiesta a la historia.
LA RAÍZ QUE CANTA
La música de los tamborileros tabasqueños no nace del capricho ni de la moda. Nace de la tierra, como el plátano o el cacao. Tiene el sabor de lo antiguo y la fuerza de lo que resiste.
Desde los tiempos prehispánicos, los pueblos mayas que habitaron esta región le cantaron a la vida con instrumentos de viento y percusión. Luego llegaron los españoles, con sus flautas y redobles, y la fusión fue inevitable. De ese mestizaje musical nació el dúo inseparable: flauta de carrizo y tambor de madera.
En las danzas del Pochó en Tenosique, en las procesiones de San Isidro, en las ferias de los pueblos, el tamborilero ha sido guía, médium y testigo. Cada golpe de tambor es un latido del corazón de Tabasco. Cada nota de la flauta, una plegaria que se eleva al cielo como el humo del copal.
UNA FIESTA ESCRITA EN LEY
La Sesión Solemne del Congreso del Estado fue más que un acto legislativo. Fue un acto poético. La Sexagésima Quinta Legislatura aprobó por unanimidad una iniciativa que coloca al tamborilero en su justo sitio: el del respeto.
Jorge Orlando Bracamonte Hernández, presidente de la Junta de Coordinación Política, lo dijo sin rodeos: “El tamborilero no sólo ejecuta un instrumento, porta un legado. Es memoria viva”.
Uno de ellos, el joven Juan Magaña Morales, nacido en Tamulté de las Sabanas, se puso de pie con la misma dignidad con la que sus antepasados levantaron campamentos en la selva. Su voz tembló, pero no por miedo: “Gracias por darnos este lugar en la historia. Gracias por hacer que nuestras tradiciones sigan vivas en el corazón de las nuevas generaciones”.
EL TAMBORIL NO ES ADORNO
Escuchar el tamboril no es como oír una canción en la radio. Es más bien como reconocer una vieja voz en medio del silencio. El tamborilero es cronista sonoro, poeta de lo cotidiano.
Guarda en sus manos los secretos de las danzas del caballito, de los blanquitos, del pochó. No necesita partitura, porque su música nace del recuerdo.
Por eso, la declaratoria del 5 de marzo no es un gesto simbólico. Es una declaración de principios. El gobernador lo dejó claro: “El acceso a la cultura no es un privilegio, es un derecho.
Y no puede haber transformación verdadera sin proteger nuestras raíces”. Palabras que suenan como promesa, pero también como llamado.
LA MÚSICA COMO RESISTENCIA
En un mundo que cambia de estación más rápido que de canción, la música de tamborileros se mantiene firme. Ha sobrevivido a los altavoces, al reguetón, al olvido. Porque el pueblo la necesita. Porque donde suena un tamboril, hay fiesta, hay rito, hay comunidad.
En cada rincón de Tabasco, desde el pantano hasta la montaña, el tamboril sigue hablando. Y ahora, con esta nueva ley, hablará más fuerte. En las escuelas, en los parques, en los medios. Que los niños lo aprendan, que los jóvenes lo bailen, que los viejos lo recuerden.
El 5 de marzo no es solo una fecha. Es un recordatorio de que la cultura no se decreta: se vive, se toca, se escucha. Y en Tabasco, la cultura suena a tamboril.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Haz clic aquí