CDMX.— En medio del resurgimiento del maximalismo intervencionista estadounidense —ahora impulsado por una diplomacia de redes, clasificaciones unilaterales de terrorismo y símbolos militares en Twitter—, la presidenta Claudia Sheinbaum se enfrenta a un viejo conflicto con nuevas máscaras: el de la soberanía nacional.
El momento que atraviesa México en su relación con Estados Unidos no es uno más en la lista de roces bilaterales. Es una expresión aguda de lo que implica gobernar desde la autonomía en un entorno de asimetría estructural, donde Washington no solo legisla para sí, sino para el hemisferio.
Y el hecho de que sea una mujer de izquierda, científica, con trayectoria ajena al ejército y que ganó en las urnas quien encabece ese esfuerzo por delinear los límites, complica aún más las cosas para la lógica del poder estadounidense.
El caso más reciente: la publicación de una imagen falsa por parte de la Embajada de Estados Unidos, que presumía la presencia de agentes de ICE-HSI en un operativo antidrogas en Sinaloa.
LAS POSTURAS DEL GOBIERNO MEXICANO
No hay participación de agentes extranjeros en operativos nacionales.
La fotografía difundida por ICE es falsa y está bajo investigación.
Estados Unidos debe informar acuerdos judiciales que involucren a ciudadanos mexicanos.
La tipificación de “narcoterrorismo” no aplica en el marco legal mexicano.
México coopera, pero no cede soberanía.
Para Sheinbaum, no se trató solo de una “confusión gráfica”, sino de una afrenta directa a las reglas de operación bilaterales establecidas tras el caso Cienfuegos, y que desde entonces prohíben expresamente la participación directa de agencias extranjeras en suelo mexicano.
“Esa fotografía no corresponde”, subrayó. Lo hizo desde el púlpito presidencial con serenidad quirúrgica, pero sin ambages. Es decir, el mensaje fue claro: no se permitirá ningún retroceso en la política de soberanía delineada por López Obrador.
A diferencia de otros momentos de la historia donde la diplomacia mexicana actuaba con silencios cómplices, ahora el gobierno exige explicaciones y rechaza la lógica de hechos consumados.
LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO RELATO DE SOBERANÍA
El conflicto no se limita a una imagen en redes sociales. El Departamento de Justicia estadounidense ha dado un paso más al imputar por “narcoterrorismo” a dos presuntos miembros del Cártel de Sinaloa. Esta nueva categoría jurídica, inspirada en las políticas antiterroristas de la era Bush, abre la puerta para que el crimen organizado mexicano sea tratado como amenaza internacional —y con ello, justificar eventuales acciones extraterritoriales—.
¿QUIÉN ES RON JOHNSON?
PERFIL DEL NUEVO EMBAJADOR DE EE.UU. EN MÉXICO
Elemento | Detalle |
---|---|
Origen | Coronel retirado del ejército de EE.UU. |
Experiencia diplomática | Embajador en El Salvador (2019–2021) |
Afilación política | Cercano al ala dura del Partido Republicano |
Perfil ideológico | Pro-intervencionismo, ligado a la CIA y operaciones especiales |
La presidenta respondió con contundencia: “Modificamos la Constitución precisamente para impedir cualquier pretexto de intervención extranjera”. Con ello, Sheinbaum no sólo defendió el marco legal nacional, sino reivindicó una narrativa geopolítica que coloca a México como actor soberano frente a una potencia que, ante su pérdida de hegemonía global, busca imponer nuevas reglas al sur del Río Bravo.
En esa misma línea, la crítica a la opacidad con la que familiares de Ovidio Guzmán ingresaron a territorio estadounidense como parte de un acuerdo judicial no informado a México, revela otro matiz: la defensa del debido proceso en términos bilaterales. Que Estados Unidos traslade familiares de un capo sin siquiera comunicarlo formalmente al país que lo extraditó, es una señal de desprecio institucional, y Sheinbaum se lo hizo notar sin recurrir a gestos altisonantes, pero sí con claridad legalista.
¿UNA EMBAJADA FUERA DE CONTROL?
Las tensiones actuales también dejan entrever que la embajada estadounidense en México ha comenzado a jugar un rol inusualmente activo en la opinión pública nacional, adoptando una actitud propia de un actor político doméstico. Las declaraciones, publicaciones en redes y la emisión de boletines no coordinados con la Cancillería mexicana, evidencian un intento por imponer una narrativa y condicionar decisiones soberanas.
🚨Se desmantelaron tres laboratorios de producción de drogas sintéticas a gran escala en Sinaloa y se incautaron estupefacientes y precursores químicos en una operación dirigida por un equipo de la @FGR_AIC de la @FGRMexico, certificado por @ICEgov @HSI_HQ, con apoyo de la… https://t.co/Ate9JOmUuK
— Embajada EU en Mex (@USEmbassyMEX) May 14, 2025
La llegada del nuevo embajador, Ron Johnson —boina verde, ex CIA y afín al trumpismo más radical—, no augura calma. Es un perfil que refleja más la lógica del “comando” que de la diplomacia, y que difícilmente podrá operar con la cortesía y sensibilidad que el contexto mexicano exige.
Aún así, el gobierno ha sido enfático: hay cooperación, pero no subordinación. Se comparte inteligencia, se ejecutan operativos con base en denuncias, pero ningún agente estadounidense actúa en territorio nacional. Punto.
EL FUEGO CRUZADO ELECTORAL Y LA 4T COMO BLANCO
Todo este episodio se inscribe en una estrategia mayor: el uso del tema del narcotráfico como ariete electoral por parte de Donald Trump y los republicanos. En su cruzada por regresar a la Casa Blanca, Trump ha hecho del combate a las drogas un pretexto perfecto para militarizar su discurso y convertir a México en el “enemigo necesario”.
De ahí el énfasis en clasificar cárteles como terroristas, las iniciativas para gravar remesas con un 5% y ahora, el intento de reeditar la intervención directa de agencias estadounidenses, como si los años de Calderón no hubiesen dejado suficientes lecciones sobre el precio de esa cesión de soberanía.
Hoy llevamos una relación distinta con Estados Unidos, en comparación con el periodo neoliberal. Dialogamos con respeto y en igualdad de circunstancias; nos coordinamos, colaboramos, pero no nos subordinamos. El pueblo decide en México. pic.twitter.com/0RVtuopBEP
— Claudia Sheinbaum Pardo (@Claudiashein) May 14, 2025
Claudia Sheinbaum se mueve con inteligencia entre la firmeza nacionalista y la racionalidad diplomática. No hay estridencia, pero tampoco sumisión. En ese delicado equilibrio está construyendo un nuevo lenguaje de soberanía, menos epopéyico que el de la Revolución, pero más efectivo ante los desafíos del siglo XXI.
SOBERANÍA NO ES AISLAMIENTO
México no puede ni debe cortar lazos con Estados Unidos. La interdependencia es estructural. Pero tampoco puede permitir que ese vínculo se transforme en una cadena. La clave está en redefinir los términos, mantener el diálogo sin renunciar a principios y evitar que la cooperación derive en obediencia.
La asistencia al Foro Ministerial China-CELAC en Pekín, aunque discretamente representada por el canciller Juan Ramón de la Fuente, muestra que el país busca ensanchar su margen de maniobra en la arena internacional. México no está solo. Y si bien su margen de acción es limitado por razones económicas, el hecho de que hoy exista una narrativa oficial que dice “hasta aquí”, constituye un giro importante respecto a las épocas de subordinación acrítica.
Más allá de cualquier simpatía o escepticismo hacia el actual gobierno, defender la soberanía debe ser un principio compartido. Porque hoy es una fotografía falsa; mañana, podría ser un dron armado.
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