Donald Trump y Claudia Sheinbaum, dificil relación.

Entre elogios y castigos: la doble narrativa de Trump sobre Sheinbaum y México

CDMX.— El juego diplomático se mueve, muchas veces, más por lo que no se dice que por lo que se proclama. En el nuevo capítulo de la relación bilateral entre México y Estados Unidos, esa máxima cobra renovada vigencia.

Mientras Donald Trump —exmandatario, virtual candidato republicano y hoy presidente nuevamente en funciones— recrudece su guerra comercial contra China y aprieta las tuercas del T-MEC, su trato hacia Claudia Sheinbaum sorprende: no hay amenazas, sino elogios. No hay sanciones directas, sino reconocimiento. No hay fricciones visibles, sino una sutil diplomacia de la contención.

El giro no es menor. Trump ha sido históricamente hostil hacia los mandatarios mexicanos. Con Sheinbaum, en cambio, se le ve medido, incluso cálido. La ha llamado “fantástica”, “elegante”, “una persona estupenda”.

ELOGIOS Y ARANCELES DE TRUMP
  • • “La nueva presidenta es una persona estupenda.”
  • • “Hemos tenido muchas conversaciones.”
  • • “Ella es muy elegante, fantástica y amable.”
  • • “No quiero perjudicar a México. Me gusta México.”
  • • “Tres plantas automotrices se iban a construir allá, pero por los aranceles ya no. Se construirán en EU.”

Palabras insólitas en su retórica acostumbrada. Y, sin embargo, el trasfondo es cualquier cosa menos suave: mientras le dedica flores a la mandataria mexicana, impone aranceles que golpean el comercio bilateral, paraliza plantas automotrices y endurece sus exigencias migratorias. ¿Estrategia de seducción? ¿Táctica de presión? ¿Un peón más en su juego electoral?

UN ELOGIO CON FILO

El elogio de Trump no es gratuito. Se da en un momento clave: mientras mantiene una ofensiva arancelaria global, especialmente contra China, busca cuidar la relación con México por razones estratégicas.

La colaboración en materia migratoria y de seguridad, así como la necesidad de mantener funcionando el T-MEC —aunque con ajustes en su favor—, lo obligan a calibrar sus mensajes. Sheinbaum, en este contexto, le resulta funcional: no confronta, no responde con la misma moneda y proyecta estabilidad.

Trump lo sabe. Por eso presume su cercanía con ella. Afirma que ha conversado muchas veces con la presidenta, que ha sido amable, que se han entendido. Lo hace en el mismo tono con que se dirigía a líderes que le eran útiles pero subordinados: elogio público, presión soterrada.

ENTRE ARANCELES Y POPULARIDAD: LAS DOS CARAS DE LA RELACIÓN
Tema Estados Unidos (Trump) México (Sheinbaum)
Aranceles comerciales Incremento a productos fuera del T-MEC Sin represalias
Fentanilo Acusación a China, elogio a campaña mexicana Difusión discreta
Migración Presión para frenar flujos por México Colaboración activa sin protagonismo
Sector automotriz Cancelación de plantas mexicanas, reubicación a EU Silencio ante el anuncio
Relación bilateral Elogios retóricos, pero presión estructural Diplomacia sin confrontación pública

Lo curioso es la asimetría. Mientras Trump habla, Sheinbaum calla. Mientras él presume, ella no confirma. La diplomacia del silencio parece ser su estrategia: evitar una escalada retórica, contener la tensión y ganar tiempo. Una táctica de prudencia que, hasta ahora, le rinde frutos en popularidad interna y en estabilidad externa.

UNA RELACIÓN SIN RECIPROCIDAD

El trato diferencial se confirma en los hechos. En marzo, Trump impuso un 25% de aranceles punitivos a exportaciones mexicanas fuera del T-MEC, además de un castigo adicional a los insumos de acero, aluminio y contenido automotriz. Canadá respondió con medidas espejo.

México, en cambio, no. La moderación mexicana fue elogiada incluso por el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, quien sugirió a Canadá seguir el ejemplo.

Más aún: Trump presumió la cancelación de tres plantas automotrices en México, cuya construcción se trasladará a territorio estadounidense “por los aranceles”. Un logro político que explota en su narrativa “America First”, sin que el gobierno mexicano cuestione ni desmienta. El pragmatismo, o acaso el cálculo electoral, impide cualquier réplica.

Y sin embargo, no hay subordinación absoluta. Sheinbaum mantiene distancia discursiva. No se fotografía con Trump, no lo secunda, no asume públicamente la alianza. Sabe que un exceso de acercamiento puede tener costos internos, sobre todo frente a una base electoral que rechaza el estilo del magnate. Su silencio es resistencia pasiva, no sumisión.

¿NUEVA ERA BILATERAL O TREGUA TEMPORAL?

El contexto internacional no permite lecturas simplistas. La guerra arancelaria de Trump con China ha escalado a niveles históricos: 145% de gravámenes combinados, con una retórica de confrontación y castigo. En ese entorno, México aparece como socio funcional, siempre y cuando no desafíe.

La contención de migrantes, la colaboración antidrogas y la pasividad comercial lo hacen confiable, aunque no necesariamente aliado.

Para Sheinbaum, el dilema es complejo: responder o ignorar; asumir la disputa o navegar en silencio. Por ahora, la segunda opción le da resultados. Su popularidad interna se mantiene alta (75%, según declaraciones de funcionarios estadounidenses), y los costos de una confrontación con Trump podrían ser desastrosos en el corto plazo.

Pero, ¿hasta cuándo resistirá esa estrategia? ¿Qué pasará si Trump gana la reelección en noviembre y recrudece sus políticas proteccionistas? ¿Podrá México mantener la compostura sin perder soberanía económica?

Las preguntas quedan abiertas. Pero una cosa es clara: Sheinbaum ha inaugurado un estilo propio en la política exterior. Más cercano al realismo diplomático que a la bravura nacionalista, más dado a la gestión que al discurso. Un enfoque que, en tiempos de turbulencia global, puede ser virtud… o vulnerabilidad.

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