En Macuspana, el tiempo parecía detenido. Las calles enlodadas de La Escalera, las banquetas inexistentes y un puente vehicular dejado a la suerte de la erosión eran la estampa de un municipio que, pese a ser cuna de presidentes y gobernadores, fue relegado durante más de medio siglo.
Este fin de semana, Javier May Rodríguez decidió colocar un punto de inflexión: pavimento, conectividad y un anuncio estratégico que apunta a transformar la vida urbana y social de miles de habitantes.
El gobernador llegó acompañado de su gabinete y del alcalde Gaspar Trinidad Díaz Falcón, pero lo que definió la jornada no fueron las fotografías de funcionarios en fila, sino la narrativa de fondo: el rescate urbano como política pública central.
Desde hoy, 30 mil habitantes de Benito Juárez y Tepetitán, en #Macuspana, podrán cruzar sin peligro el puente que los comunica, porque lo rehabilitamos. pic.twitter.com/TGUuiSkkvM
— JAVIER MAY (@TabascoJavier) September 23, 2025
UN MUNICIPIO CON DEUDA HISTÓRICA
Macuspana ha sido históricamente un territorio en disputa entre promesas políticas y abandono. La colonia La Escalera cargaba casi seis décadas sin obra pública relevante. En ese vacío, se incubaron marginación y desencanto.
La entrega de calles pavimentadas y la rehabilitación del puente Benito Juárez–Villa Tepetitán no son, en sí mismos, obras monumentales. Pero juntas simbolizan algo más: el inicio de una estrategia de equipamiento urbano en municipios periféricos, donde la desigualdad se vuelve paisaje.
El mandatario subrayó que este año se invierten más de 350 millones de pesos en obra pública, agua potable y vivienda en Macuspana. El anuncio más fuerte, sin embargo, se reservó para el futuro inmediato: la construcción del nuevo Hospital General en 2026.
Ese gesto es político y urbano a la vez. El mensaje es claro: el desarrollo no puede seguir esperando en el municipio que fue epicentro de decisiones nacionales.
El estilo de May quedó en evidencia en una frase: “Para hacer obras, escuchamos a la gente, no son ocurrencias”. Es el mismo discurso que lo ha acompañado desde campaña: comunidad antes que diseño unilateral.
OBRAS QUE CONECTAN, OBRAS QUE COHESIONAN
En Los Gatos, con una inversión superior a 11.5 millones de pesos, la calle Agustín Díaz del Castillo recibió pavimento hidráulico, banquetas y guarniciones. Más allá de la cifra, la obra beneficia a más de 31 mil habitantes que, hasta ahora, caminaban entre charcos.
En La Escalera, el contraste fue aún más visible: con poco más de 6.5 millones de pesos, la pavimentación de calles sacó de la marginación a más de dos mil vecinos que vivieron medio siglo entre lodo.
La rehabilitación del puente vehicular mixto en el camino Benito Juárez–Villa Tepetitán cerró el círculo. Infraestructura que conecta familias, escuelas y mercados, pero también que devuelve cohesión social a una zona históricamente olvidada.
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¿QUÉ SIGNIFICA ESTE GIRO?
El enfoque de May tiene doble lectura. En lo inmediato, es una respuesta directa a la exigencia de comunidades históricamente marginadas. En lo estructural, es un ajuste en la narrativa de gobierno: del gran proyecto regional (Tren Maya, Dos Bocas) al detalle comunitario que toca la vida diaria.
Este giro, aunque sutil, es políticamente rentable. May apuesta por cimentar su segundo año con obras tangibles que hablen más fuerte que cualquier discurso. En Tabasco, donde la desconfianza en el gasto público se mide en décadas, cada calle pavimentada y cada puente rehabilitado funcionan como prueba de realidad.
La promesa del Hospital General se inserta en la lógica de un nuevo pacto territorial: inversión urbana y social donde antes solo hubo rezago.
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