CDMX.— En una época donde el discurso oficial abunda y la eficacia escasea, resulta inusual –y periodísticamente relevante– identificar cuando una política pública deja de ser eslogan y se convierte en acción sostenida.
En ese terreno, lo que ocurre en Tabasco bajo la conducción de Javier May Rodríguez, con el respaldo visible y reiterado de la presidenta Claudia Sheinbaum, merece atención: el tema de la seguridad ha dejado de ser bandera electoral para convertirse en eje estructural del gobierno local.
Desde su llegada al gobierno estatal, Javier May ha tomado una decisión política inusual: dejar que las cifras y las acciones hablen. En un país acostumbrado a la retórica de la seguridad, el gobernador de Tabasco ha priorizado las reuniones de coordinación diaria con fuerzas de seguridad locales y federales, incluyendo Fiscalía estatal, FGR y el Ejército. La lógica es clara: la seguridad no se delega ni se posterga.
Por ello, no sorprende que el nombre de May haya sido mencionado públicamente en tres ocasiones en lo que va de 2025 por la presidenta Claudia Sheinbaum, siempre en tono de reconocimiento institucional y respaldo político. La seguridad, que suele ser tema de fricción entre niveles de gobierno, aquí se vuelve eje de colaboración.
PALACIO NACIONAL: NO ES ELOGIO VACÍO
Lo relevante no es que Sheinbaum elogie a May Rodríguez, sino el contexto y el contenido de esos elogios. En Palacio Nacional, la presidenta ha destacado tanto la disminución de homicidios en Tabasco como la frecuente participación del gobernador en las reuniones del Gabinete de Seguridad.
LA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD DE JAVIER MAY
· Participación activa en Gabinetes Nacionales de Seguridad.
· Reuniones diarias con fuerzas de seguridad y justicia en los 17 municipios.
· Encabezamiento personal de las Mesas para la Construcción de la Paz.
· Coordinación directa con Guardia Nacional, Ejército y Fiscalía General.
· Evaluaciones regionales con presencia del gobierno federal.
Esto último es clave: en la política mexicana, la cercanía al poder central muchas veces se disfraza de lealtad personal. En este caso, la lealtad está orientada a resultados verificables.
“Todos nuestros gobernadores son de primera y Javier May es extraordinario”, dijo Sheinbaum el 6 de mayo. No es un cumplido cualquiera. Se da en un momento donde las cifras del INEGI comienzan a mostrar una tendencia de mejora en la percepción ciudadana sobre la seguridad en el estado.
Y la propia presidenta matiza: la percepción tarda en alcanzar a los hechos, como ocurrió en la Ciudad de México bajo su gestión. Esta honestidad es poco común y refuerza el carácter auténtico del respaldo.
Lo que en muchos estados es simulación, en Tabasco parece convertirse en método. Las Mesas para la Construcción de la Paz no son un formalismo, sino espacios donde la gobernabilidad se articula cotidianamente.
Sheinbaum ha reconocido que May no sólo participa en las mesas regionales y nacionales, sino que las encabeza personalmente en su estado, rotándolas por los 17 municipios. Esto permite evaluar la seguridad desde el territorio, no desde el escritorio.
En momentos donde se discute la permanencia o reconfiguración del modelo de seguridad heredado de la administración de López Obrador, este caso ofrece una validación práctica de su utilidad, siempre que exista voluntad política de darle seguimiento.
EL RESPALDO POLÍTICO TAMBIÉN ES UNA SEÑAL FEDERAL
Más allá de la seguridad, los reconocimientos presidenciales cumplen otra función: reafirman la posición de Javier May dentro del ecosistema político de la 4T, particularmente ante la implementación del modelo IMSS-Bienestar, al que Tabasco se ha adherido plenamente.
El hecho de que May haya sido convocado de forma reiterada a Palacio Nacional —para seguridad o salud— lo coloca como un actor confiable y eficaz para la presidenta, algo que trasciende el terreno administrativo y se proyecta en el tablero político.
A medio camino de su mandato, May Rodríguez aparece como uno de los pocos gobernadores que conjugan lealtad con resultados.
UN LABORATORIO DE GOBERNABILIDAD EFECTIVA
Tabasco se convierte, con sus particularidades y limitaciones, en un laboratorio donde se pone a prueba el modelo de gobernabilidad de Sheinbaum: centralismo coordinado, presencia federal intensiva, protagonismo de la autoridad local y enfoque técnico en áreas estratégicas. A diferencia de otros estados donde los conflictos con la federación minan la eficacia, aquí se privilegia la concertación.
Si esta fórmula se mantiene, la transformación prometida en el discurso puede comenzar a medirse en indicadores reales, no en proclamas. Y eso, en los tiempos que corren, es una buena noticia, aunque los reflectores mediáticos aún no lo reflejen con claridad.
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