Hay fines de semana que se viven como un respiro. Y hay otros —como el que se aproxima del 23 al 25 de mayo— que se sienten como un torrente: un oleaje de arte, ciencia, historia, danza, libros y raíces. En Tabasco, este no será un fin de semana cualquiera. Será una celebración. Una fiesta con 76 motivos para salir de casa y redescubrir el alma cultural de un estado que late entre ceibas, museos y versos.
Desde las primeras horas del viernes, los recintos culturales abrirán sus puertas como quien extiende los brazos para abrazar a su pueblo. Los espacios se multiplican: desde el Parque Museo La Venta, corazón selvático y arqueológico de Villahermosa, hasta la Casa Museo Carlos Pellicer Cámara, donde todavía se escuchan los ecos del poeta que amó con locura a esta tierra. Cada rincón será escenario. Cada visitante, protagonista.
El arte como semilla en tierra fértil
El viernes arranca con caminatas entre esculturas olmecas, charlas sobre tortugas dulceacuícolas y talleres para niños que siembran la conciencia ambiental. En el Museo de Historia Natural “José N. Rovirosa”, el visitante podrá detenerse frente a una semilla tabasqueña y entender que ahí cabe el futuro entero.
Ese mismo día, en la Casa de la Trova Tabasqueña, el ritmo y la nostalgia se dan cita con el grupo Guayacán en un karaoke de “Bella Época”, mientras en la Biblioteca Pino Suárez se comparte la palabra escrita, en voz alta, como se hacía antes de que existiera la imprenta.
Por la noche, el Planetario Tabasco 2000 proyectará la inmensidad con “Arqueoastronomía Mexica” y “Observadores del Universo”. Porque en Tabasco, mirar las estrellas no es solo cosa de poetas o científicos, sino también de niños curiosos y abuelas que aún se guían por el lucero de la mañana.
Sábado para tocar, oler y escuchar la cultura
El sábado 24 será un mosaico sensorial. En el Parque Museo La Venta, niños y adultos podrán tocar cabezas colosales de barro, oler plantas nativas, ver danza ritual junto a la ceiba y alimentar a monos saraguatos como si fueran parte de un antiguo rito.
Ese día se baila, se borda, se toca flauta, se escribe poesía y se observa el cielo con telescopios. Los talleres se esparcen como semillas al viento: en bibliotecas, museos y plazas. En el Museo Regional “La Cacaotera”, el cacao se transforma en chocolate de mesa frente a los ojos del público, como una ceremonia ancestral que aún se repite.
Mientras tanto, en el Centro Cultural Quinta Grijalva, se proyectarán documentales como Xani Xépica y Planeta Siqueiros, entre danza contemporánea y aplausos de quienes, aunque no lo sabían, terminan conmovidos por la belleza de lo inesperado.
Domingo de encuentros y despedidas suaves
El domingo 25 no será para descansar, sino para cerrar el ciclo con la misma intensidad con la que empezó. Las actividades comienzan temprano y siguen todo el día. En Plaza de Armas, la retreta dominical resonará como una postal viva del pasado, mientras en la Biblioteca Pino Suárez, los cuentos volverán a hacerse voz entre los más pequeños.
En el Jaguar Despertado habrá juegos de mesa como “El charco de Grinb”, y en el Museo de Historia Natural se celebrará una lotería de la biodiversidad, donde cada ficha es una especie y cada niño se convierte en defensor del entorno.
Ya entrada la tarde, la música de “Flor de Barrio” llenará el aire de Quinta Grijalva y la última proyección del día nos recordará que el arte no se acaba, solo duerme hasta la próxima jornada.
Una invitación con rostro tabasqueño
No hay excusas. Todo es gratuito, abierto, vivo. Esta programación —diseñada por la Secretaría de Cultura— no busca sólo llenar recintos, sino abrir puertas internas: que la ciencia emocione, que la historia asombre, que el arte transforme.
Si alguna vez pensaste que no había nada que hacer el fin de semana, este será el momento de cambiar esa idea. Porque Tabasco no espera, florece. Y este fin de semana, florecerá con más fuerza que nunca.
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