La reforma a la Ley de Telecomunicaciones fue retirada del Pleno y regresada a comisiones; el gobierno abre seis conversatorios tras críticas a la concentración de funciones en la Agencia Digital.

Ley de Telecomunicaciones pausa su ruta; Sheinbaum abre diálogo y Noroña aclara: nada está decidido

CDMX.— En los pasillos del Senado, a veces el ruido no proviene del debate abierto, sino del eco que dejan las decisiones que no se toman. La iniciativa de reforma a la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión del gobierno federal ha sido, hasta ahora, una muestra de lo que en política se llama “control del tiempo”.

A diferencia de otras coyunturas donde la velocidad legislativa se convierte en mérito, esta vez, el aplazamiento es una estrategia en sí misma.

No será aprobada al vapor, como lo advirtió la presidenta Claudia Sheinbaum, y ese gesto –que podría parecer menor– representa un movimiento quirúrgico de contención política. Más que un retroceso, es un ajuste.

PUNTOS CLAVE DE LA DISCUSIÓN LEGISLATIVA

Tema Descripción
• Artículo 109 Permite a la Agencia de Transformación Digital bloquear plataformas digitales sin orden judicial
• Agencia unipersonal Acumula funciones técnicas y regulatorias que antes tenía el IFT, sin contrapesos
• Conversatorios Inician el 8 de mayo; se desahogarán seis mesas temáticas con participación plural
• Críticas clave Falta de contrapesos, concentración de poder, posibles violaciones a la libertad de expresión
• Actores relevantes Claudia Sheinbaum, Fernández Noroña, Adán Augusto López, Javier Corral, Clemente Castañeda

Porque el poder, en esta etapa del sexenio, no necesita demostrar fuerza sino legitimidad. La ley podrá ser reformada, sí, pero a través del consenso. Y eso, para un gobierno que se precia de democrático, es una narrativa útil y necesaria.

LA LEY QUE DETUVO SU MARCHA

Todo estaba dispuesto para que la iniciativa subiera al Pleno el lunes pasado. La mayoría morenista tenía los votos, el dictamen ya había sido aprobado en comisiones y el calendario lo permitía.

Pero las críticas comenzaron a subir de tono: especialistas, legisladores de oposición y organismos de la sociedad civil advirtieron sobre los riesgos de centralizar funciones en la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones, particularmente a través del artículo 109, que permitiría el bloqueo de plataformas digitales sin orden judicial.

La narrativa cambió cuando la presidenta Sheinbaum hizo un llamado a detener el trámite y abrir un espacio de discusión. No fue un regaño, fue una señal. Y en Morena lo entendieron.

CRONOLOGÍA DEL GIRO LEGISLATIVO

• 26 abril
Sheinbaum pide no aprobar la ley en fast track
• 28 abril
Senado retira dictamen del orden del día; se devuelve a comisiones
• 29 abril
Se anuncia formato de conversatorios con seis mesas temáticas
• 8 mayo
Fecha de arranque del primer conversatorio, con transmisión oficial

El dictamen fue retirado del orden del día, y en su lugar se activó un formato de conversatorios, que iniciarán el 8 de mayo. Seis foros temáticos, con voces del gobierno, del Congreso, de la industria y de la academia.

Este cambio de ruta es más que un detalle técnico. Es un mensaje político: el gobierno sí escucha, aunque lo haga después de empujar la iniciativa en comisiones. Porque, como ha demostrado la 4T, puede ajustar el paso sin perder la dirección.

EL CORAZÓN DEL DEBATE: EL ARTÍCULO 109

El artículo más polémico es el 109, que permite a la Agencia ordenar el bloqueo temporal de plataformas digitales por causas poco claras, sin necesidad de mandato judicial. Para la oposición, eso huele a censura.

Para algunos legisladores de Morena, como Javier Corral, es un exceso que debe corregirse. Para expertos como Jorge Bravo (presidente de Amedi), representa una vulneración a los derechos fundamentales de expresión, educación y acceso a la información.

El problema de fondo no es el objetivo de la ley, sino la forma en que se distribuyen las atribuciones. La Agencia acumularía funciones que antes tenía el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), sin ofrecer un contrapeso institucional. Es un diseño centralizador, que rompe con el principio de neutralidad regulatoria.

No es que no deba haber reformas. Las telecomunicaciones, como campo en evolución, requieren ajustes legales. El problema es construir una ley que sirva al país, no a una burocracia. Y eso exige una arquitectura normativa que combine eficiencia, transparencia y derechos garantizados.

LA JUGADA SHEINBAUM

El gesto de Claudia Sheinbaum no es menor. En pleno arranque de su mandato, mostró que puede intervenir con autoridad sin romper la verticalidad de su movimiento. Propuso retirar el dictamen del Pleno y abrir discusión. No por presión, sino por convicción democrática –al menos en el discurso–. Y el Senado acató.

Eso fortalece su imagen como líder institucional, no sólo como operadora política. Para una presidenta que ha heredado una mayoría legislativa y una serie de proyectos estructurales, aprender a escuchar sin ceder el control es una habilidad política crucial.

Fernández Noroña, presidente del Senado, quiso resistir un poco más. Insistió en que no había una decisión tomada, que la ley seguía “programada para el lunes”. Pero el verdadero pulso lo marcó Adán Augusto López, coordinador de Morena, quien formalmente solicitó devolver el dictamen a comisiones.

Sheinbaum no detuvo la ley: detuvo el desgaste.

CONVERSATORIOS: DIÁLOGO CON FILO

Los seis conversatorios anunciados serán la herramienta para recuperar legitimidad legislativa. En principio, suena bien: espacios de discusión temática, con transmisión por el Canal del Congreso, ponencias breves, preguntas de senadores y participación abierta.

Pero el riesgo, como advirtió Clemente Castañeda (MC), es que se conviertan en una “pantomima”, una simulación que sirva sólo para legitimar una decisión ya tomada.

Si el gobierno convierte los conversatorios en espacios de deliberación real, podrá rediseñar la ley con base en consensos. Si no lo hace, el resultado será una ley aprobada con más ruido que legitimidad. La sociedad digital mexicana está atenta. Y en estos tiempos, la percepción pesa tanto como la ley misma.

La Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión no fue cancelada, sólo fue pospuesta. Pero ese gesto de contención dice mucho. Sheinbaum se proyecta como una figura institucional, el Senado recula sin fractura, y la discusión se traslada al terreno que más gusta a la política contemporánea: la opinión pública.

Lo que se juegan no es solo el texto de una ley, sino el tono de una presidencia. Y eso, en estos primeros meses, vale más que cualquier votación.