El presidente Donald Trump ha dado un golpe de timón en su administración. En una reunión de alto nivel con su gabinete, dejó claro que Elon Musk y su grupo de trabajo, DOGE, pueden hacer recomendaciones, pero no tomar decisiones unilaterales sobre políticas y personal.
Este encuentro, en el que estuvo presente el propio Musk, marca un esfuerzo por redefinir los límites del poder dentro de la Casa Blanca.
El mensaje de Trump fue contundente: los secretarios del gabinete están a cargo de sus departamentos, no Musk. Con esta directriz, busca contener el creciente escrutinio legal sobre DOGE, un grupo que ha impulsado despidos masivos en la administración federal.
Según un juez y el presidente de una junta de servicio civil, estos despidos podrían haber violado leyes de protección laboral, al no estar vinculados a problemas de desempeño.
Enero 2024
DOGE comienza a despedir a miles de empleados federales.
Febrero 2024
Surgen las primeras demandas contra la legalidad de estos despidos.
Marzo 2024
Trump declara en el Congreso que Musk es el “director de DOGE”, desatando controversia legal.
Abril 2024
Jueces exigen aclaraciones sobre la cadena de mando dentro de DOGE.
Mayo 2024
Trump convoca a su gabinete y emite una nueva directriz que limita la autoridad de Musk.
Musk, quien en otras ocasiones ha desafiado las normas de Washington, aceptó la directriz presidencial y reconoció errores en la estrategia de DOGE. A pesar de ello, no está claro si los miles de trabajadores despedidos podrán recuperar sus empleos o si esta reestructuración es irreversible.
LAS TENSIONES DENTRO DEL SENADO
La decisión de Trump llega en un momento de creciente presión política. John Thune, líder de la mayoría republicana en el Senado, declaró que los secretarios del gabinete deben mantener el control absoluto sobre sus equipos, un mensaje que ha sido replicado por varios legisladores.
El temor de los congresistas es que el papel de Musk se haya desbordado más allá de lo consultivo, consolidándolo como una figura con influencia directa en la toma de decisiones.
Este conflicto se vio reflejado cuando Trump lo calificó recientemente como el “director de DOGE” en su discurso ante el Congreso, una declaración que contradice la postura oficial de la Casa Blanca en los tribunales.
UN DILEMA JUDICIAL SIN PRECEDENTES
El papel de Musk dentro del gobierno ha derivado en un complejo laberinto legal. Diferentes tribunales han comenzado a cuestionar el nivel de autoridad que ha ejercido sobre programas y empleos federales.
Los jueces, desconcertados por la falta de claridad en el organigrama de DOGE, han exigido explicaciones sobre quién toma realmente las decisiones. Ahora, los tribunales deben determinar si la declaración de Trump refuerza la legalidad del papel de Musk o si, por el contrario, fortalece los argumentos en su contra.
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Esta incertidumbre se suma a dos demandas en su contra: una en Washington, D.C., y otra en Maryland, que alegan que Musk ha asumido un poder inconstitucional sin la confirmación del Senado.
DOGE BAJO LA LUPA: ¿QUÉ SIGUE?
Mientras Trump busca calmar las aguas y redefinir el papel de Musk, las investigaciones en curso podrían marcar un precedente sobre la influencia de figuras externas en la administración pública. Los jueces han ordenado testimonios bajo juramento de funcionarios cercanos a Musk para esclarecer el verdadero alcance de sus funciones.
A medida que el escrutinio crece, el futuro de DOGE y de los despidos masivos en el gobierno federal sigue en el aire. Trump ha prometido reuniones periódicas para evaluar el desempeño de su equipo, pero la gran incógnita sigue siendo hasta qué punto Musk y su grupo seguirán moldeando la política estadounidense.
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