CDMX.— En política exterior, como en la diplomacia, lo que no se dice a veces pesa más que lo que se pronuncia. La visita de Kristi Noem, Secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, a Palacio Nacional no fue un gesto meramente protocolario.
Fue un acto de reconocimiento tácito, un reacomodo prudente ante la nueva jefa de Estado mexicana, Claudia Sheinbaum Pardo, en un momento donde el equilibrio entre seguridad, migración y soberanía es tan delicado como urgente.
Fue también una muestra de cómo la transición política en México no ha roto, sino que ha reformulado los canales de comunicación con Washington, justo cuando el contexto hemisférico —migración desbordada, violencia organizada, procesos electorales cruzados y presiones bilaterales— exige respuestas más coordinadas que ideológicas.
Recibimos en Palacio Nacional a la secretaria del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, con quien tuvimos una provechosa reunión para beneficio de México y Estados Unidos. Nuestros países mantienen buena relación en el marco de respeto a las… pic.twitter.com/jUwa3UZ18M
— Claudia Sheinbaum Pardo (@Claudiashein) March 29, 2025
UNA VISITA QUE DICE MUCHO SIN DECIRLO TODO
Noem no es cualquier funcionaria. En su primer acto como emisaria de alto nivel del probable próximo gobierno de Donald Trump, su arribo a Palacio fue una señal de dos cosas: primero, que Estados Unidos asume como inevitable la interlocución con el nuevo gobierno mexicano; segundo, que la Casa Blanca busca garantizar —más allá de quien gane en noviembre— que México siga siendo socio activo en el control migratorio, aun a costa de tensiones internas.
Las declaraciones de la secretaria, aunque medidas, fueron claras: el despliegue de tropas de la Guardia Nacional mexicana en la frontera, así como la aceptación de vuelos de deportación, son pasos positivos, pero no suficientes.
“Noem no vino a felicitar. Vino a exigir sin confrontar”, diría cualquier diplomático entrenado. Al enfatizar que “aún queda mucho por hacer”, marcó la pauta para la relación futura: la contención del flujo migratorio y el combate al tráfico de drogas seguirán siendo exigencias irrenunciables para Washington, sin importar el tono de los discursos.
LA RESPUESTA MEXICANA: CONTINUIDAD CON IDENTIDAD PROPIA
Desde el otro lado del escritorio, la presidenta Claudia Sheinbaum optó por el lenguaje institucional: “una reunión provechosa en el marco de respeto a las soberanías”. En esa frase, más allá del lugar común, hay una clave.
Bitácora: Lo que dejó la reunión
Puntos clave del encuentro en Palacio Nacional | |
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Duración de la reunión | Casi dos horas |
Funcionarios presentes | Claudia Sheinbaum, Kristi Noem, Juan Ramón de la Fuente, Rosa Icela Rodríguez, Omar García Harfuch |
Temas abordados | Seguridad fronteriza, contención migratoria, aceptación de vuelos de deportación |
Mensaje de EE.UU. | “Aún queda mucho por hacer” |
Postura de México | “Relación respetuosa entre soberanías” |
México no cede, pero tampoco se desentiende. La Cuarta Transformación, en su segunda etapa, no confronta a Estados Unidos; lo interlocuta con pragmatismo.
La presencia del nuevo Canciller Juan Ramón de la Fuente, la secretaria de Gobernación Rosa Icela Rodríguez y el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, refuerza ese mensaje: la política de seguridad y migración no se improvisa, se coordina.
Y sobre todo, que el nuevo gobierno no sólo hereda la política de contención migratoria del sexenio anterior, sino que busca dotarla de mayor institucionalidad y menos estridencia.
¿QUÉ SE NEGOCIA BAJO LA MESA?
La diplomacia se juega también en lo no dicho. ¿Qué busca Estados Unidos exactamente? ¿Qué ofrece a cambio?
El Tablero Migratorio entre México y EU
Elemento | Situación actual | Expectativa bilateral |
---|---|---|
Despliegue de Guardia Nacional | Activo en frontera sur y norte | Mayor eficacia sin violar derechos |
Vuelos de deportación | México acepta retornos desde EE.UU. | Mayor cooperación regional |
Tráfico de drogas | Persistente flujo hacia EE.UU. | Contención binacional y más inteligencia compartida |
Flujos migratorios irregulares | Aumento constante desde Centroamérica y el Caribe | Programas de desarrollo en origen y contención efectiva |
Política de armas | Crítica por tráfico desde EE.UU. a México | Inclusión del tema en agenda bilateral |
Si bien Noem subrayó el interés en “detener el flujo de drogas e inmigrantes indocumentados”, no se habló públicamente de apoyos económicos, cooperación técnica o mecanismos binacionales. Sin embargo, en los hechos, México ya actúa como muro y amortiguador regional. Y eso tiene un costo.
¿Habrá un nuevo entendimiento de ayuda, como ocurrió en el pasado con el Plan Mérida o la Iniciativa Bicentenario? ¿Se abrirá una ventana para que México exija reciprocidad en temas como desarrollo regional, visas temporales o freno al tráfico de armas? Nada se anunció, pero todo está sobre la mesa.
La visita de Noem, más que una simple reunión, fue un ensayo de lo que será la interlocución bilateral en un año clave para ambos países.
ENTRE ELECCIONES Y URGENCIAS
Este primer acercamiento de alto nivel entre ambos gobiernos ocurre en un escenario de doble transición política: mientras México estrena presidenta, Estados Unidos se adentra en un proceso electoral donde la migración es tema central.
Que una funcionaria de Trump haya sido la primera enviada al Palacio Nacional no es casual. Manda el mensaje de que la relación México-EE.UU. se negocia desde ya, y que los equilibrios deben anticiparse, no improvisarse.
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Para México, el reto será claro: mantener la cooperación sin convertirse en un Estado frontera, sin ser el gendarme del sur, sin comprometer su soberanía. Para Estados Unidos, el desafío es entender que su seguridad también depende de la estabilidad y el desarrollo al sur del Río Bravo.
EL NUEVO TONO: DIPLOMACIA CON DATOS, MENOS ESTRIDENCIA
Lo relevante de esta primera reunión no es lo que se obtuvo, sino cómo se condujo. La sobriedad, la prudencia, el respeto protocolario y el énfasis en la cooperación son signos de un estilo que Sheinbaum parece querer imprimir: una diplomacia silenciosa, técnica, pero firme.
En ese estilo cabe la continuidad de los acuerdos migratorios, pero también la exigencia de que Estados Unidos asuma su parte de responsabilidad: frenar el tráfico de armas, contener el lavado de dinero y atender el problema desde una perspectiva regional.
México no puede —ni debe— actuar como policía fronterizo sin resultados tangibles en lo económico y lo diplomático. Ese será el verdadero fondo del diálogo bilateral en los próximos meses.
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