El campo tabasqueño se encuentra en un momento decisivo. Tras años de rezago, dispersión institucional y productividad estancada, el Gobierno del Pueblo ha encendido motores para reactivar la economía agropecuaria del estado, con programas de inversión directa, asistencia técnica y una estrategia sanitaria sin precedentes.
Pero el proceso no está libre de obstáculos: la reaparición del gusano barrenador del ganado, tras casi 30 años de erradicación en México, ha puesto en pausa el prometedor avance.
Mientras la frontera con Estados Unidos permanece parcialmente cerrada para la exportación de becerros por razones sanitarias, Tabasco acelera la aplicación del Barrido Sanitario, actualiza registros pecuarios y despliega técnicos, infraestructura y medidas de bioseguridad para preservar —y recuperar— su estatus sanitario.
Esta dualidad —impulso productivo vs. contingencia sanitaria— es el punto de equilibrio que hoy define el destino del campo tabasqueño.
IMPULSO PRODUCTIVO
Con una inversión de 900 millones de pesos, el programa Crédito Ganadero a la Palabra se ha convertido en el principal motor para los pequeños productores. Hasta la fecha se han entregado 4,260 novillonas y 426 sementales en paquetes diseñados para fortalecer la genética, aumentar la productividad y mejorar los ingresos ganaderos en comunidades rurales.
Lo innovador del modelo no está sólo en la entrega del hato, sino en la implementación de las Comunidades de Aprendizaje Pecuario, células locales de asesoría técnica y socialización del conocimiento ganadero.
A través de este esquema, se han georreferenciado a los beneficiarios, se les da seguimiento técnico y se promueve incluso el involucramiento educativo de niños y niñas en visitas organizadas a las unidades de producción.
Un dato relevante: 35% de los beneficiarios son mujeres, lo que refleja no sólo un cambio estructural en el rostro del campo tabasqueño, sino también una apuesta incluyente en el desarrollo agropecuario.
CRISIS SANITARIA
Pero el avance se ha visto enturbiado por la reaparición del gusano barrenador del ganado (Cochliomyia hominivorax), una plaga que afecta gravemente a la salud animal y la movilidad comercial.
Desde el primer caso detectado el 21 de noviembre de 2024 en el punto de verificación de Catazajá, Chiapas, el número de infecciones ha escalado hasta 1,494 casos en todo el país, de los cuales Tabasco representa el 26.1% con 390 animales infectados, según datos del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica).
El gobierno estatal, en coordinación con Sader y OIRSA, ha desplegado un operativo con 125 técnicos certificados, 15 puntos de verificación e inspección, 16 centros de acopio y casetas itinerantes que se desplazan a zonas rurales críticas.
También se están liberando más de 100 millones de moscas estériles por semana, estrategia que busca romper el ciclo reproductivo de la plaga.
BLOQUEO EXPORTADOR
La consecuencia inmediata ha sido la afectación al comercio exterior de ganado. Entre enero y abril de 2025, la exportación de becerros cayó 60% a tasa anual, lo que significa que 80 mil cabezas dejaron de cruzar la frontera en sólo 20 días de cierre, según el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA).
En términos de divisas, la pérdida asciende a 245.2 millones de dólares, una cifra que retrata con claridad el daño económico provocado por la restricción.
El segundo cierre —iniciado el 11 de mayo— podría renovarse, a menos que México demuestre control efectivo de la plaga y asegure protocolos de movilización libres de riesgos sanitarios.
El impacto no se limita a Tabasco, pero el estado sureño es uno de los más golpeados por su alta concentración ganadera y sus planes de integración con mercados externos.
CERCO EN MARCHA
El gobierno de Javier May Rodríguez ha apostado por una estrategia dual: mientras impulsa la productividad pecuaria, despliega un cerco sanitario regional, que incluye el aretado de ganado, actualización de Unidades de Producción Pecuaria (UPP) y acciones de vigilancia epidemiológica.
En municipios como Huimanguillo, Cárdenas y Macuspana, los trabajos de inoculación, revisión y monitoreo ya están en marcha, con el objetivo de restablecer la confianza sanitaria y reabrir las puertas del mercado internacional.
Como parte de esta estrategia, se ha activado también el Fondo de Contingencia Tabasco (FOCOTAB) para mitigar los daños del estiaje, la merma de cultivos y la afectación ganadera, lo que permite dar cobertura con seguros agropecuarios a los pequeños productores.
BALANCE Y PERSPECTIVA
La ecuación es clara: más inversión, más control sanitario, más inclusión técnica. Pero también se requiere visión estratégica, pues la frontera sanitaria puede convertirse en una barrera más dura que la económica.
La buena noticia es que los casos de gusano barrenador están descendiendo en municipios como Balancán y Tenosique, y que las moscas estériles están empezando a rendir frutos.
El reto será sostener el esfuerzo, evitar la dispersión de la plaga y lograr que Tabasco deje de ser el “segundo lugar nacional” en infecciones para convertirse en el primer ejemplo de erradicación.
La apuesta está lanzada. Tabasco quiere —y puede— convertirse en un referente ganadero del sur-sureste mexicano, pero necesita cerrar filas, blindar su sanidad y volver a mirar al norte, donde espera un mercado ávido de proteína animal… siempre y cuando llegue limpia, tratada y certificada.
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