SAN DIEGO.— En la frontera, donde los discursos se estrellan contra la realidad, hay una nueva guerra en marcha. No es por migrantes ni por fentanilo. Es por aguas residuales. Y es tan sucia como literal.
Desde 2018, más de 100 mil millones de galones de aguas negras han cruzado desde Tijuana hacia San Diego, arrastrando basura, contaminantes y una disputa diplomática que hoy se perfila como uno de los mayores frentes de tensión entre México y Estados Unidos.
Esta vez, la batalla no la lidera un general ni un negociador comercial, sino el nuevo administrador de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), Lee Zeldin, quien ha decidido convertir el problema en una prioridad política. “Se acabó la era de tolerar excusas”, declaró con el tono de quien no viene a negociar, sino a imponer condiciones.
DESECHOS Y DIPLOMACIA
El detonante fue un incidente de construcción que provocó el derrame de aguas negras al río Tijuana. Desde entonces, Zeldin exige reportes diarios, prepara una visita a la región y ha presionado públicamente al gobierno mexicano para que asuma el costo de la solución. Su mensaje es claro: “México debe pagar por su suciedad“.
The @EPA denied our request for a second look at designating the Tijuana River Valley as a Superfund site, relying on outdated data. Ongoing efforts ignore the main pollution source: the river itself. No more inaction—South County deserves better! #TijuanaRiver pic.twitter.com/LeGfl2inbh
— Paloma Aguirre (she/her/ella) (@paloma4D1) March 18, 2025
Y como si fuera una partida de ajedrez geopolítico, el Departamento de Estado anunció la suspensión del suministro de agua del río Colorado hacia Tijuana. No mencionó el problema de las aguas residuales, pero sí lo justificó como una represalia por el retraso en las entregas de agua del río Bravo a los agricultores de Texas. En otras palabras, agua por agua.
El trasfondo es aún más complejo. La administración Trump ha comenzado a congelar recursos de la EPA destinados a proyectos en México como parte de una revisión de financiamiento a entidades extranjeras. Si México no paga, Estados Unidos tampoco.
- Contaminación transfronteriza: punto por punto
- 100 mil millones de galones: de aguas negras han fluido a San Diego desde 2018
- Playas cerradas: por más de 1,000 días seguidos
- Navy SEALs: han enfermado por contacto con aguas contaminadas
- EE.UU.: ha invertido 650 millones de dólares en infraestructura binacional desde 2020
- EPA: invierte anualmente 35 millones de dólares, que México iguala con fondos propios
CUANDO LA INFRAESTRUCTURA SE ROMPE, TAMBIÉN SE ROMPE LA POLÍTICA
El sistema de tratamiento de aguas en Tijuana está colapsado. Tubos viejos, drenajes saturados y una ciudad que crece más rápido de lo que crecen las inversiones. Las playas de Imperial Beach y Coronado se han convertido en zonas prohibidas y la relación bilateral en un pantano.
“Cuando se rompen las tuberías, el impacto es para Estados Unidos, no para México”, explicó Jayne Harkins, exdirectora de la Comisión Internacional de Límites y Aguas. Esa desigualdad geográfica ha convertido la contaminación en un argumento: “Si ustedes sufren las consecuencias, ¿por qué no pagan?”.
Pero esa lógica también ha comenzado a resquebrajarse. La EPA, ahora bajo Zeldin, afirma que los contribuyentes estadounidenses no deberían financiar la negligencia mexicana. Y eso ha frenado proyectos clave.
¿AGUA O ARMA DIPLOMÁTICA?
El conflicto ya ha escalado al Congreso. Los senadores de California y los representantes Scott Peters y Juan Vargas enviaron una carta invitando a Zeldin a visitar la planta internacional de tratamiento. “La EPA fue una defensora clave del tema bajo la última administración Trump, esperamos que lo sea nuevamente”, escribieron.
Martha Guzmán, exfuncionaria de la EPA en California, advirtió que congelar el financiamiento no solo retrasa obras, sino que rompe acuerdos internacionales. La construcción de colectores en Tijuana está ligada a esos fondos y sin recolección, no hay tratamiento.
Guzmán pone el dedo en la llaga: “Necesitamos pensar en grande. En un sistema que recicle, no solo parchee. Pero eso requiere visión, voluntad y recursos. Hoy, no hay ni uno ni otro”.
LA BATALLA POR EL RÍO COLORADO
En el fondo, esta pelea no es solo por drenaje. Es también por agua potable, por el futuro de las ciudades en el desierto y por la sequía que golpea al oeste de Estados Unidos y al norte de México.
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Tijuana depende del río Colorado para abastecerse de agua. Pero el caudal está mermado por el cambio climático y la sobreexplotación. Estados como Arizona ya exploran alternativas, incluso invirtiendo en infraestructura en México.
Es una paradoja brutal: mientras se discute si el agua contaminada debe ser tratada, se recorta el suministro de agua potable como castigo político. El agua, que debería unirnos, se ha convertido en un arma más de presión bilateral.
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