El retrato | El Tabasqueño Express | Héctor I. Tapia

El cuadro del Presidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), donado por él mismo hace unas semanas, según confirmó el propio Javier May Rodríguez, es el primer homenaje y reconocimiento que el impulsor de la Cuarta Transformación ha aceptado recibir, permitiendo que su retrato se coloque en el Salón de Personajes Ilustres de Tabasco, junto a su maestro Carlos Pellicer Cámara, José María Pino Suárez, Tomás Garrido Canabal, Carlos Madrazo y Gregorio Méndez Magaña.

«Tengo escrito en mi testamento que no quiero que se use mi nombre para nombrar ninguna calle, no quiero estatuas, no quiero que usen mi nombre para nombrar una escuela, un hospital, nada absolutamente», dijo el tabasqueño 11 días antes de dejar la Presidencia. «El legado corresponde al pueblo de México», remató.

Pero su presencia en ese salón de ilustres no está a discusión. Es —y quizá por muchos años— el primer tabasqueño en ser Presidente de México. ¡Y qué Presidente! Uno que sacudió el sistema político mexicano.

Su imagen, ubicada a la entrada del Salón José Gorostiza Alcalá, es solemne. No es una simple ofrenda. La presencia de AMLO en Palacio de Gobierno construye identidad, cohesión social y sentido de propósito colectivo. Pero también es una herramienta de poder que refuerza la percepción de estabilidad y continuidad histórica.

AMLO en Palacio es un escudo, un talismán, un sello. El sello de un gobierno andresmanuelista en el poder.